Capítulo Uno

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Niall giró en la esquina de manera inconsciente y recorrió el angosto y frío corredor. Sus dedos débiles y temblorosos jugueteaban con el dobladillo de su camisa a cuadros blancos y negros. De la vida de Niall había sido drenado todo color y toda felicidad. Todo lo veía en blanco y negro —depresión, soledad, angustia—. La miseria se apoderaba de él mientras su mente se perdía lentamente. Los recuerdos de su difunto amante acosaban su mente cuando su puño chocó suavemente contra la puerta de madera.

—Entra —Gritó una dulce voz femenina. Niall giró el pomo y entró rápidamente.

—¡Hola! Tú debes ser Niall, ¿cierto? —Niall asintió la cabeza. Esta mujer era terriblemente alegre. Un doloroso tañido golpeó su corazón. Le recordaba un poco a Zayn: tenía la piel bronceada con un tatuaje de yin yang en su antebrazo; su cabello era liso y negro. El optimismo de Zayn brillaba a través de la siquiatra, a quien miraba con asombro.

Niall no quería estar ahí. No necesitaba ayuda, solo necesitaba estar solo para seguir con sus cosas. Necesitaba dejar de pensar en esas cosas. Necesitaba una sensación de cierre.

—Soy la señorita Edwards, voy a ayudarte. Entonces, ¿de qué quieres hablar?

—De nada.

—Está bien, intentémoslo de nuevo. Niall, hablemos de Zayn.

—¡No! ¡No quiero hablar de Zayn! ¡No quiero hablar contigo! No quiero su ayuda... ¡No necesito su ayuda! ¡Sólo déjeme en paz, me quiero ir! —Niall gritó, aunque el rostro de la señorita Edwards permaneció inexpresivo.

—¿Qué? ¿Por qué se me queda mirando así? Apuesto a que no sabe cómo se siente, ¡¿cierto?! Bueno, ¡¿qué tal si le digo?! Se siente como si me hubieran arrancado el corazón del pecho. Me siento vacío sin Zayn. Ya ni siquiera estoy seguro de si estoy completamente aquí. ¡Ya no quiero vivir! Es mi culpa que él esté muerto, ¡¿no lo entiende?! ¡¿No entiende que el amor de mi vida está enterrado dos metros bajo suelo, pudriéndose, por mi estúpida boca?! ¡¿No entiende que pude haber evitado que eso pasara?!

—Gracias, Niall. Eso es todo lo que necesitaba saber.

—¿Qué? Pero yo...

—Me dijiste lo que necesitaba saber, Niall. ¿Ahora cómo te sientes, mmm? —Preguntó la señorita Edwards, una expresión apesadumbrada en sus brillantes ojos azules.

—N-No sé. Simplemente ya no lo sé —dijo Niall, sollozando. La señorita Edwards le tendió un pañuelo a Niall, quien enjugó sus lágrimas.

—Me siento perdido. No sirvo sin Zayn. Lo necesito conmigo para sentirme completo de nuevo. No puedo hacer esto solo. Necesito a Zayn aquí entre mis brazos. Quiero abrazarlo cuando esté dormido. Quiero hacerle feliz cuando esté triste. Quiero ver el mundo con él, dormir bajo las estrellas. Quiero tantas cosas, pero no puedo tenerlas porque lo maté. Sí, no fue por mano propia, pero lo maté. Lo dejé ir esa noche. Fui horrible con él. Después de todo por lo que habíamos pasado, le dije que no lo amaba. Pude verlo en sus ojos; estaba frustrado, incluso herido. Me odió por un segundo. Entonces se fue y ni siquiera me tomé la molestia de seguirlo. A veces me pregunto qué hubiera pasado si hubiera sido lo contrario. ¿Qué si me hubiera gritado y hubiera sido yo quien se fuera a deambular? ¿Cómo reaccionaría él si hubiera muerto? ¿Siquiera le importaría?

—¿Tú qué crees, Niall? Recuerda, estas sesiones son todas sobre ti. Quiero tus respuestas. ¿Le importaría, Niall?

—S-Sí, creo. Es decir, nos amábamos mucho. Es lo que siempre nos decíamos.

—¿Así es como te sentías también? ¿Te sentías enamorado?

—Señorita, no sé lo que se siente amar. Era mi primer novio, no me es posible decirle —expresó, limpiando más lágrimas del borde de sus ojos.

—Bueno, qué tal si describes cómo te sentías cuando estabas con Zayn.

—No sabría por dónde empezar. Él era tan increíble. Nunca me sentí tan feliz en mi vida que cuando estaba con él. Me hacía sonreír todos los días. Eran las pequeñas cosas las que me hacían enamorarme de él cada vez más; cómo cada mañana, cuando nos despertábamos, me besaba y me llamaba guapo; hacía el desayuno y pasábamos todo el día juntos, en los brazos del otro; salíamos y a veces nos quedábamos en casa... Zayn siempre se esforzaba por llevarme a citas. Me decía que nunca quería que eso cambiara. Decía que deseaba que la vida pudiera ser siempre de esa manera, perfecta. Así es como todo era con Zayn. Perfecto.

—Creo que eso es amor.

—Sí, yo también lo creo. —Niall sonrió por primera vez en días—. Gracias.

—Es un placer, Niall. Recuerda que si necesitas hablar con alguien, estoy a una llamada de distancia. Estaré ahí para escuchar todo lo que tengas que decir. Podemos hablar sobre cualquier cosa que quieras hasta que te sientas mejor, ¿está bien? —Niall asintió y agarró la pequeña carta blanca que la señorita Edwards le tendía.

—Está bien. Adiós.

—¡Adiós! —Gorjeó. Niall salió de la oficina, sintiéndose mejor, no significantemente mejor, pero un poco mejor.

Cuando las luces mueren -Ziall/NarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora