XIX.

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P.O.V. Harry Potter.

Esto es malo, jamas creí que sería tanto tiempo el que Hermione se iría, ya casi es la hora de queda, y Ron no se seguirá tragando el cuento de que ella esta con McGonagall, por favor Herms vuelve, no se de que sería capaz Ron si descubre que estas con otro hombre, me molesta y entristece saber lo que pasaría.

-Saldré a buscarla -escuche que alguien decía, al girarme vi a Ron con una cara muy seria.

-Ella ya esta grandecita para cuidarse -dije con intensión de retenerlo.

-Tu no lo entiendes Potter, ella debe sentirse protegida por mi -dijo molesto.

-No la proteges la hostigas -susurre con molestia.

-¡¿Que has dicho?! -grito molesto.

-Me escuchaste -dije con una sonrisa y por alguna razón su mirada cambio.

-Tu... eres un... -en ese momento tocaron la puerta de la sala común.

-Creo que es Neville -dije algo asombrado de que aun no se aprendiera la contraseña.

Pase al lado de Ron, lo deje solo y molesto, solo esperaba que se concentrara más en mi que en Hermione, pero al abrir la puerta me encontré con una sorpresa.

-Porfesora McGonagall -dije sorprendido.

-Buenas noches señor Potter -dijo seria.

-Buenas noches profesora -dije nervioso al darme cuenta como mi mentira se desmoronaba.

-Potter tenemos que hablar, es sobre el trabajo en el ministerio -me informo al ver que no reaccionaba.

-Ay profesora, justo acabo de... mandar a Hermione y Ron a la cama, ella se la ha pasado horas intentando explicarle la clase de pociones, no podría ser mañana -pedí casi suplicante.

-Bueno, esperaba hablar con ustedes en este instante, pero es comprensible, los veré mañana a primera hora, descanse  señor Potter- la maestra se dio la vuelta y comenzó a irse.

-Adiós maestra, que pase bonita noche -cerré rápidamente la puerta antes de que se arrepintiera.

-Que suerte -susurre para mi y camine a paso lento a la sala común, no sabía como saldría de estos apuros -Ron...- comencé a decir, pero el ya no estaba -al fin se fue a dormir -suspire aliviado y me fui a la habitación.

P.O.V. Hermione Granger.

Seguíamos tan unidos que nuestros alientos chocaban, me sentía tan tentada a besarle, sus labios parecían tan suaves, quería comprobarlo por mi misma. Draco levanto su mano y la paso por mi mejilla con tal lentitud que parecía una tortura, una dulce tortura que quería que no parara.

-Por más que me guste verte, necesitamos ir a otro lugar -susurro con tranquilidad, pero lo escuche a la perfección gracias a nuestra cercanía.

-Esta bien -me separe con algo de molestia, quería seguir en la posición en la que estábamos.

-Vamos -comenzó a caminar y lo seguí.

Juro por mi vida que no fue intencional, pero mi mirada bajo a su trasero, por dios, es que no podía tener algún defecto, era como ver a un dios, todo perfección, quería alejar mi mirada, pero su trasero era un imán para mis ojos.

-Llegamos -dijo con firmeza y se giro atrapándome -creo que el camino no era lo que mirabas -me dijo burlón.

-Es tu culpa -reclame sonrojada por verme atrapada.

-Claro, culpame a mi, pero sabemos que yo no te obligue -tenía razón y yo lo sabía, así que decidí cambiar el tema.

-¿Que hacemos en un risco? -pregunte al ver en donde estábamos.

La última barrera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora