XLI.

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Maratón 3/4.

P.O.V. Ginevra Weasley.

Caminaba con cuidado por los pasillos destartalado de Azkaban, mis pasos resonaban por esos solitarios y lúgubres pasillos, era una caminata tensa que me ponía los pelos de punta a pesar de lo calientito de mi suerte, con un sentimiento algo desagradable de que era observada me abrase y seguí a los aurores que vinieron a escoltarme, sabía que muchas celdas estaban llenas, pero esperaba que todas esas personas estuvieran prestando atención a otra cosa y no a mí.

-Ellos no me ven ¿O sí? -pregunte algo nerviosa.

-Sí, pero no se preocupe, todos estarán aquí hasta sus últimos días -intentó tranquilizarme uno de los aurores.

Pero solo consiguió hacer que esa sensación de ser vigilada aumentara, intente calmarme, de seguro se me había pegado la locura de mi hermano, respire profundo y seguí caminando. Una vez llegamos a la sala donde vería a mi familia, me quitaron las esposas mágicas y abrieron la puerta y ya adentro cerraron con candado.

Pasaron un par de minutos hasta que la puerta fue abierta nuevamente y por ella entraron mis padres. Sin pensarlo mucho corrí hacia ellos y los abrase con todas las fuerzas que tenía.

-No saben cuánto los echo de menos -susurre con un nudo en la garganta.

-Y nosotros a ti, mi niña -susurró mi padre.

-Lamento... todo lo que les hice pasar -dije con los ojos empañados.

-No, no mi amor -mi madre se alejó y me tomo el rostro para mirarla -Tú hiciste lo que creíste correcto, lo importante es que intentaste corregir tus errores.

-¿No están molestos? -pregunte asombrada.

-Estamos muy tristes por todo lo que hicieron, sobre todo Ron, pero... sabemos que el tiempo nos ayudara a superarlo, eso y saber que encontraste el camino de vuelta -susurró mi padre.

-Gracias.

Volví a abrasarlos con más fuerzas y deje que las lágrimas que se habían acumulado en mis ojos saliera, poco a poco el dolor y culpa iban desvaneciéndose, aún estaban ahí mis errores, pero el saberme perdonada por mis padres era un alivio enorme, solo me faltaban mis amigos y aún más importante Blaise.

Tres meses después.

Con cuidado pase la piedra sobre la pared, estaba bastante afilada para poder hacer un surco en la pared, para dejar una marca nueva en esta, mire toda la pared cubierta de todas las líneas que había hecho para contar los días, desde que mis padres me visitaron habían pasado tres meses, pero desconocía el tiempo que llevaba aquí dentro.

Clack. Clack. Clack. Clack.

Resonaba un golpeteo como de metal contra piedra, comencé a desesperarme del incesante golpeteo, cuando el sonido de la piedra al romperse me dejo con una sensación de miedo, sigilosamente me acerque a la puerta de mi celda, afuera la noche ya había cubierto de negro el cielo, pero gracias a las lámparas pude ver un bulto arrastrase por un agujero.

-Ronald -susurre asombrada.

-Si -contesto con una sonrisa y di un par de pasos hacia atrás al ver que se acercaba a mí -Tranquila hermanita, esta vez no fallare -dijo con una sonrisa maniaca.

-¿Qué harás? -pregunte con algo de miedo.

-Lo que debí hacer aquella vez... -un trueno sonó a lo lejos causando un estruendo y el sonido de la lluvia al caer se hizo presente -Los matare a todos.

La última barrera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora