La Isla

Capítulo 9

Me senté en la fría arena y apoyé mi espalda contra la pared de la cabaña. Me dediqué a contemplar el cielo nocturno durante varios minutos, hasta que sentí que una mano me tocó el hombro. Era Catherine. Sus ojos brillaban a la luz de la luna. No dijo ni una sola palabra y se sentó al lado mío a mirar las estrellas.

-Son hermosas, ¿No crees?- me preguntó.

-¿Disculpa?- le dije, un poco confundida.

-Las estrellas...- respondió.

-Sí... Son muy lindas en noches como esta...- afirmé.

-Hay millones y millones de estrellas en el universo...- dijo Catherine, con una expresión de melancolía en su rostro-... Muchas más de las que podrías imaginar... por eso, al ser tantas, muchas de esas estrellas son completamente invisibles a simple vista desde nuestro planeta.

-¿A dónde quieres llegar con todo esto?- pregunté, mucho más confundida que antes.

Catherine ignoró mi pregunta y continuó hablando.

- El Sol es una estrella como todas las demás, pero tiene algo que la hace especial...- me miró uno segundos y siguió hablando- Todos los planetas del Sistema Solar giran alrededor de ella...

-No entiendo lo que me estás queriendo decir Catherine...

-La Tierra, nuestro planeta, es el único planeta conocido que tiene vida, pero la supervivencia de esta, depende en gran parte del Sol...

Permanecí en silencio, escuchando hablar a Catherine.

-¿Sabes? A veces siento... Que no tengo un motivo claro por el cual vivir... Que cada día que me pasa me pregunto a mí misma... "¿Por qué estoy viva?"

Lágrimas empezaron a salir de sus ojos.

-Catherine...

-Nunca tuve una razón para existir. Siempre permanecía seria, sin mostrarle mis sentimientos a nadie... Porque en realidad... Me sentía vacía por dentro... Cada día me repetía a mí misma "no te preocupes, ya encontrarás a la estrella que te mantenga con vida"... Todos los días me repetía exactamente las mismas palabras, pero nada pasaba. A pesar de eso yo nunca me rendí. Sabía muy en el fondo que algún día, cuando menos lo esperara, llegaría el Sol a mi vida, y estaría con él, el resto de mis días...

Se secó las lágrimas y continuó con su monólogo.

-Nunca sentí nada por nadie, ni por mis propios padres. Los chicos de mi escuela me consideraban rara, por lo que siempre me excluían de todas sus actividades. Algunos me tenían miedo, otros me ignoraban. Así pasé toda mi vida, alejada de la sociedad. Adopté un gato y fingí cuidarlo y quererlo con todo el amor del mundo... Pero realmente nunca sentí nada por él. Simplemente era algo con lo que me mantenía ocupada la mayor parte del día. Mis padres me daban dinero una vez al mes para que pudiera pagar mi alojamiento. Ese era todo el contacto que tenía con ellos. Un día, llegó a mi vida una única oportunidad. La oportunidad de empezar mi vida desde cero en otro país en el que nadie me conocía. Allí podría fingir ser una chica normal, con una vida normal, y con los típicos problemas de una chica normal...

Supe inmediatamente que se refería al falso concurso a Escocia.

-Pero... Todo resultó ser una mentira. Por supuesto nada podía salir bien para la pobre Catherine. En el momento en que me di cuenta de que todo era un engaño, me sentí frustrada. Comencé a llorar como nunca lo había hecho antes. Pero en ese momento, alguien me tomó la mano y me dijo "Tranquila Catherine, todo va a estar bien".

Abrí los ojos, muy sorprendida. Se estaba refiriendo a mí.

-La calidez de sus manos y la seguridad en su mirada me hicieron sentir algo completamente desconocido para mí hasta esos momentos. Me sentí fuerte. Me sentí segura de mi misma. Sentí... que ya había encontrado mi razón para vivir.

Me quede atónita al escuchar a Catherine decir esas palabras. La miraba boquiabierta sin poder pronunciar una palabra. Catherine se giró hacia mí, me tomó de las manos y dijo:

-Tú eres mi razón para vivir.

No tenía la más mínima idea de qué responderle.

-Ca... Catherine...

En ese momento fui interrumpida por un grito que provenía de atrás de la cabaña.

-¿Escuchaste eso?- preguntó Catherine.