6. "Habitación para pervertidos"

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Capítulo 6.

-No está tan mal, Kasumi-chan- le miré mal mientras bufaba de exasperación. ¡¿Qué demonios le sucedía?! ¡¿Es que acaso no veía lo que estaba pasando?!

-¿Qué no está mal, Tobi?- siseé con rabia -¡Sólo mírame!- señalé con la mirada hacia abajo en un intento vano de que comprendiera la situación. -¡Estoy atada a esta maldita silla con un pervertido al lado!- Hidan empezó a reír como si fuera muy divertida la cosa.

-Relájate, no te haré nada si tu no quieres- sonrió maliciosamente el peliplata y sus ojos adquirieron un brillo divertido.

-Oh ya lo creo, baka, si me di cuenta de que tu también estas atado a una silla- enseguida su expresión cambió a una ofendida. Eso había sido un buen golpe a su gran ego. Y más porque Tobi se estaba riendo.

-¡Nagato!- gritó -¡Ya basta, no es gracioso!- 

-Pues tu te estabas riendo hace unos segundos, por lo que recuerdo- 

-Cállate ya- 

-Bah- resoplé -Los hombres son unos bebés...- giré la vista hacia Tobi a la vez que ponía los ojos en blanco y Hidan hacía un puchero.

¿Qué cómo llegamos a esta situación? Fácil. ¿Recuerdan qué dije que castraría al Jashinista por regalarme un buen golpe? Pues eso intenté. Después de que gritara eso, me puse de pie dispuesta a cumplir mi palabra. De las katanas que pendían de mis costados, cogí una. Blandí la katana dispuesta a dar la tajada, pero Hidan retrocedía o esquivaba con su guadaña, lo cual me frustraba. Después unos cuantos intentos más, sonreí con malicia, solté la katana y Hidan me miró muy asustado. Empecé creando pequeños rayos en las palmas de mis manos. Luego los fui haciendo más grandes y lanzándolos contra el peliplata, quien intentaba vagamente esconderse. Por mala suerte ninguno le dio, el tío era escurridizo. Así que decidí utilizar el arma definitiva, con lo que nunca fallaba: el arco. Apunté a su entrepierna en un momento en el que se distrajo intentando descifrar mi próximo movimiento. Disparé y Hidan sólo siguió el movimiento de la flecha con la mirada, totalmente desencajada, totalmente asustado. 

Pero Nagato hizo eso de repulsión con el rinnegan  y la flecha se desvió. A lo que yo gruñí, Hidan salió de su trance y me miró con los ojos fulgurantes de rabia dispuesto a vengarse por el mal rato que le había hecho pasar. Agradeció al pelirrojo y se abalanzó contra mi. Sólo que Nagato lo cogió por la capa haciendo así que no llegará hasta mi y se zangoloteara con cierta violencia. Seguido de eso, comenzó una pelea verbal con múltiples amenazas, además de que, aprovechando mi libertad de movimiento, intente golpearlo, a lo que Nagato optó por amarrarnos a cada uno a una silla, pero no con cuerdas normales, sino que unas que contenían chakra, por lo que no podíamos cortarlas o algo así ni tampoco podíamos usar jutsus (contando que no podíamos mover las manos) y el único modo de quitarnos las cuerdas era, o que Nagato las quitara o que nosotros las desamarráramos, lo cual era imposible.

-Bien... Tenemos dos habitaciones- dijo Nagato -En la primera estarán como antes: Konan, Zetsu, Deidara, Tobi y yo. En la segunda Kisame, Hidan, Sasori, Itachi, Kakuzu y...-

-¡Oh, no te lo ruego!- supliqué al darme cuenta de donde estaría durmiendo todo este tiempo -Juro que me comportaré, pero por lo que más quieras no me dejes con ellos- di pequeños saltitos hacia adelante con todo y silla mirándolo suplicante.

-Pero si ya hasta acomodamos tus cosas ahí, Kasumi-chan- dijo Tobi risueño.

-Así se quedará, Kasumi- sentenció Nagato. Joder. Dios me odia. -No te preocupes que no te harán nada. Es más, dormirás con Itachi, así nadie te hará nada- abrí los ojos como platos ante la orden.

-¿Y quién asegura que el no me hará nada?- gemí.

-Kasumi, nadie te hará nada. Itachi te protegerá, así que el tampoco hará algo- repito: Dios me odia. -Pero por hoy seguirán atados a esas sillas para evitar peleas- 

-¡Nagato!- gimió Hidan, pero este no le hizo caso, sólo se fue hacia una habitación. -Konan, haz algo, no podemos dormir así- suplicó.

-No puedo, y aunque pudiera no lo haría- me miró -Bueno, por Kasumi si, pero por ti no- y se fue donde Nagato.

Luego de eso nos cargaron con todo y sillas hacia la habitación. Los que dormían en la primera habitación se fueron diciendo buenas noches. Deidara me deseó suerte. Cuando se fueron, los de la segunda habitación nos miramos alternativamente unos a otros como si en cualquier momento fuéramos a apuntarnos con armas unos a otros en cadenita.

--- 

-¿Cómo se supone que nos cambiaremos nosotros?- inquirió Hidan a mi lado. Alcé la mirada y me sonrojé nuevamente al verlos. Si, se habían quitado la ropa como si nada, como si yo no estuviera allí con ellos y lo único que hice fue sonrojarme y agachar la mirada. Kakuzu se había quitado el pantalón y cambiado la playera. Kisame se cambió el pantalón y se quitó la playera. Sasori e Itachi se quedaron en boxers...

-No tengo la menor idea- respondí -A menos que quieras que te toqueteen estos pervertidos- Hidan hizo una mueca en señal de asco a lo que yo reí.

-Pues a nosotros no nos importaría cambiarte- exclamó Kisame con voz picarona mientras se acercaba peligrosamente. Salté pesadamente con la silla hasta quedar costado con costado con el peliplata.

-Así que ahora la Shinigami del invierno quiere estar cerca de mi- apreté los puños por detrás -Milagro de Jashin-sama. Esto hay que celebrarse- miró hacia arriba con expresión agradecida. Idiota.

-No me llames así-

-Tus ojos, Kasumi- advirtió Sasori desde su cama, comenzaban a volverse rojo sangre nuevamente. Intenté controlarme, intenté relajarme. Lo intenté, de verdad...

No se como lo hice, pero logré coger un kunai (el cual estaba por mis pies), lanzarlo y atrapar el mango de este con la boca. Agaché rápidamente la cabeza dispuesta a darle una tajada limpia al Jashinista. Y justo cuando le iba a dar, arrastraron mi silla por detrás. Bufé y solté el arma. Eché la cabeza hacia atrás en un gesto de desesperación. Mala idea. Sin querer le di un cabezazo en el abdomen a nada más y nada menos que Itachi. Claro que no se doblegó ni un poquito. Tenía que ser tan fuerte...

-Te pondré al lado de mi cama para evitar problemas- me miró intensamente con sus ojos negros y me arrastró de nuevo. -Quiero dormir, y todos ustedes deberían de hacerlo-

-¿Te han dicho que eres muy malhumorado?- tenía que hablar Hidan.

-¿Te han dicho que hablas demasiado?- todos me miraron sorprendidos, incluso yo me sorprendí. Pues de entre mis labios salieron esas seis palabras para defender al Uchiha.

Me fui dando media vuelta con mis, ahora, típicos movimientos (dando saltitos con todo y silla. Patético). Quedé de cara contra la pared mientras los demás se reían de mi comportamiento infantil, además de que seguro era muy gracioso ver a alguien dando saltos estúpidos porque está amarrado a una estúpida silla. No odiaba a Nagato por eso, en general no lo odiaba. Odiaba a Hidan cuando se comportaba así de pesado. Y eso que lo acaba de conocer hoy.

Apagaron la luz. Tuve esa extraña sensación de que alguien me miraba, busqué entre la oscuridad los ojos culpables pero no los encontré porque no había visto bien a todo mi alrededor. Miré de nuevo a la pared y después, por el rabillo del ojo, miré a Itachi, quién sorpresivamente era el que me miraba con tanta intensidad. Joder. Me revolví incomoda en el asiento (lo que pude, claro) y le sostuve la mirada un buen rato hasta que salí de una especie de trance y pude articular unas palabras.

-Deja de verme- susurré.

-¿Por qué habría de hacerlo?-

-Porque me incomoda- chillé en un susurro -Siento que me vas a violar... O que me violas con la mirada- sonrió divertido.

-¡Ya cállense y dejen dormir!- exclamó Kakuzu, los demás (junto con el) nos lanzaron almohadas; menos Hidan por obvias razones.

-¡Yo también quería lanzarles almohadas!- gimió a lo que todos reímos y dijimos al unísono: "baka".



La shinigami de AkatsukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora