15. "Confesión"

4K 255 40
                                    

Capítulo 15.

Tic... Tac. Tic... Tac. Tic... Tac.

El ruido que producía el reloj al moverse sus manecillas era lo único que podía escucharse además de nuestras respiraciones pesadas e inquietas que cada vez creaban un ambiente más incomodo. Moví las manos una vez más sobre mis piernas con cierto nerviosismo. Mis ojos iban y venían por toda la sala, ya hasta me sabía de memoria la estancia de tanta veces que la había repasado. No me atrevía a levantarme a pesar de que lo necesitaba. Su mirada penetraba mi piel, en verdad era pesada, parecía como si en cualquier momento fuera a descubrir todos mis secretos con tan sólo seguir así. Aquellos ojos negros que me escrutaron con tanta profundidad cuando nos conocimos lo volvían a hacer, pero ésta vez cargados con algo más penetrante y... Cálido.

¡No sabía que hacer! Itachi únicamente estaba sentado en la parte intermedia del sillón y yo en un extremo. Ni una palabra cortaba el ambiente, ninguno decía nada. Por mi parte, intentaba evitarlo y no se porqué. Quizá por la simple razón de que me ponía lo suficientemente nerviosa como para hacer algo más que no fuera morder mis uñas o balancear mi pierna izquierda.

A veces nos mirábamos cuando el otro no veía, pero si llegábamos a voltear durante ese tiempo fingíamos ver atentamente hacia cualquier otro lugar. Yo ya no quería hacer eso puesto que me había pillado muchas veces y terminaba sonrojada, Itachi soltaba una risita que yo no sabía como interpretar mientras ocultaba mi rostro con el cabello, luego todo volvía a quedarse en un silencio sepulcral que terminó extendiéndose por toda la casa durante posiblemente horas.

Inconscientemente llevé mis dedos hasta mis labios, apenas tocándolos. El recuerdo de ese beso seguía impregnado en mi cabeza como si acabara de suceder. Su aliento rozando mi piel, sus labios besando los míos, su respiración agitada chocando con la mía, sus manos acariciando mi cintura y luego subiendo por toda mi espalda. La oleada de sentimientos que me golpeó el pecho en un instante, ese instante en el que algo cambió entre los dos, cuando el corazón bombeó con un frenesí que jamás había sentido en toda mi vida. Cuando el tiempo se detuvo y conocí a la eternidad en los minutos. Lo que sentí al verlo con los ojos cerrados, con las pestañas rozando sus pómulos ligeramente sonrosados. Incluso mi sorpresa al haberle devuelto el beso. Y la pregunta que llevaba horas y horas rondándome por la cabeza: ¿qué fue lo que le impulsó a besarme en ese momento?... ¡¿Y porqué carajo los dos habíamos salido huyendo del otro como si hubiéramos hecho algo malo?!

Suspiré con frustración. Solamente recordar ese pequeño error cometido por ambos me ponía mal. Huir. Que cobardes e infantiles nos debimos de haber visto. No, creo que ni un niño haría eso, sería más inteligente -y valiente- que nosotros que ya somos mayorsitos. ¡Y eso que sólo fue un beso!

De la nada, unos fuertes brazos me atrajeron hacia la comodidad de un amplio pecho, recargándome en éste y apretujándome juguetonamente. Al estar ligeramente agachado, su respiración lenta y acompasada chocó contra mi cuello erizándome por completo. Me sonrojé cuando depositó un cálido y casto beso en éste. Con los ojos abiertos como platos, el corazón -otra vez- acelerado, con todas esas emociones bailando en mi interior y esos sentimientos que no había tenido antes. Tal vez por ello había huido, porque eso era raro y desconocido para mi, porque no sabía que hacer con todo lo que invadía mi organismo, porque ni siquiera tenía consciencia de lo que era. Estúpido, si, pero era la verdad, porque jámas lo había sentido anteriormente, nunca, nunca, nunca. Tal vez huí porque tenía miedo, miedo de lo que sentía, miedo de lo desconocido, miedo a lastimarlo.

Se que cuando dos personas se besan es por dos cosas: simple atracción o amor. Y todavía no sabía la causa de aquel beso en la habitación. Y eso también me daba miedo. Porque qué pasaría si yo me ilusionara y para Itachi sólo fuera algo conocido como "pasajero", o al revés. No lo soportaría, en ninguno de los dos casos, porque no quería salir herida y no quería herirlo a el. Lo prometí...

-¿En qué piensas?- susurró sobre mi piel, estremeciéndome.

-No... En nada- hice un ademán con la cabeza restándole importancia. Pero Itachi era un as para saber que algo no marchaba bien.

-Dime la verdad, ¿qué te preocupa, Kasumi?- exigió.

-Nada- respondí secamente, mi voz se volvió fría en un instante. No me entendía. Quizá el miedo volvía. Otro tipo de miedo que me derrumbaría si hacía las pesadillas realidad. -Sólo no quiero hablar, quiero...

No terminé de decir la oración a causa de que la puerta de entrada se abrió con gran estrépito dejando ver a todos los Akatsuki restantes, jadeando e intentado entrar todos a la vez. Por mi parte, di un pequeño salto cuando la madera se estampó con el concreto que constituía las paredes, luego me arrimé aún más a Itachi soltando un grito ahogado a la vez que enredaba mis piernas en su cadera como aquel día en que supe que Deidara tenía bocas en las palmas de las manos -con la pequeña diferencia de que ésta vez fue por en frente-; aprovechando la situación me estrechó contra si con firmeza. Pero al momento en que salté hacia el, hice que cayera de espaldas y por consiguiente conmigo encima.

Al segundo de caer, me golpeé la cabeza con el apoya brazos.

-Joder- maldije mientras me sobaba. Itachi se rió en voz baja y le miré mal. -No es divertido, deja de reírte- me enderecé cuando escuché voces y los vi.

Itachi se sentó haciendo que su cabeza sobresaliera del respaldo del sofá. Todos se nos quedaron viendo pícaramente. ¡Pero en ese momento no entendí el porqué! No hasta que uno de ellos habló.

-¡Mira nada más!- exclamó Hidan -Nos vamos unas horas y éste pervertido aprovecha para convencerla y hacerlo en el sofá- cuando mi mente carburó la información adquirida.

Quería ser un avestruz y así esconder mi cara roja en el suelo. Era como si me hubieran puesto sobre el rostro el cabello de Danna o Nagato. -¿Quién lo diría? El más seriecito resultó ser el más "simpático" con las señoritas.

-¡Kasumi, mi pequeña baka! Yo que te creía toda una santa- ironizó Deidara -Que rápido crecen- dijo y se limpió una falsa lagrima.

-E... ¡Eh! Que no estamos haciendo na... Nada- tartamudeé.

-Pues tu, más el pervertido debajo tuyo, más el sofá, dicen otra cosa- apuntó Sasori con las cejas alzadas.

-¡Es que me caí sobre de el!- chillé agitando los brazos.

-Cuéntanos, ¿qué tal estuvo Kasumi?- preguntó Hidan ignorándome olímpicamente.

-Eres un cerdo- espetó Konan y lo golpeó en la cabeza haciendo que ésta se moviera violentamente despeinando un poco al peliplata.

-Era simple curiosidad, gruñona- refunfuñó. -¿Iban por la segunda ronda?- se dirigió nuevamente a Itachi. A lo que la peliazul volvió a golpearlo.

-Si lo hicieron o no, no es de nuestra incumbencia...-se giró rápidamente hacia nosotros- Pero usaron protección ¿cierto?- los vasos sanguíneos de mi cara se habían dilatado a más no poder.

Mueran de envidia, jitomates, jamás tendrán un color como el mío.

-Pues eso espero, no pienso gastar dinero en una vida más- advirtió Kakuzu, avaro y tacaño tenía que ser.

-¡Qué no hicimos nada!- grité.

-Alégrate, no alimentarás una boca más- añadió Kurozetsu dirigiéndose al morocho de ojos verdes.

-¿La primera ronda fue en la cama?- inquirió el Jashinista.

-No hablaré de esas cosas contigo, eso es entre ella y yo- dijo Itachi dando veracidad a todo lo que estaban insinuando.

-Espero que haya sido en alguna de las camas de ustedes dos, no quiero encontrarme a mitad de mi sueño con su esencia- casi rogó Kisame por qué así fuera.

Estaba apunto de estallar. Itachi había hecho todo esto a propósito para hacerme enojar y para que esos pervertidos pensaran... Pervertidamente.

-¡En la cama sólo nos besamos, maldita sea!

De súbito, llevé mis manos a la boca mientras todos los Akatsuki (incluyendo al Uchiha) se quedaban paralizados por mi confesión. ¿Por qué no pude quedarme callada? Entonces me di cuenta de que no había aprendido de mi antiguo error.

La shinigami de AkatsukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora