Unas Locas Vacaciones

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Capítulo Cuatro
-Sí, pero tu trabajo está en Chicago; supongo, o, si no, no vivirías allí.
-Mi trabajo es internacional -repuso Dutch, frunciendo el ceño-. No trabajo en
Chicago. Vivo allí porque tengo amigos allí.
-¿Amigos o amigas?
Él sonrió y la atrajo hacia sí.
-Tú vas a ser la primera mujer con la que estoy este año murmuró con una sonrisa
burlona-. ¿Contesta eso a tu pregunta?
-¿No... no necesitas...? -preguntó ella, mirándole con perplejidad, sin acertar a
encontrar una manera delicada de decirlo. .
-Creí que había superado eso totalmente hasta que apareciste tú -admitió Dutch-. Ya
ni me acuerdo de la última vez que sentía algo así por una mujer.
-¿Estás seguro de que quieres casarte conmigo?'
-No te preocupes -repuso él, besándola en la frente-.
Quiero casarme contigo, y mañana por la mañana seguiré queriendo hacerla. No era
ninguna mentira para llevarte a la cama.
Dani casi había creído que había sido así. Bajó los ojos y no Contestó.
-¿Qué te pasa? -le preguntó él. -Que tengo miedo.
-Sí, ya me lo imagino. La primera vez también a mí me resultó dificil. Estaba
nerviosismo.
-No te imagino estando nervioso.
-Eso ya pasó, aunque nunca lo he olvidado. Iré despacio -Se inclinó y la besó en los
labios con mucha suavidad-. Quiero que recuerdes dos cosas. La primera es que en esto
no hay reglas establecidas, todo depende de lo que les apetezca a las personas
involucradas. ¿Intentarás recordarlo?
-Sí -respondió ella tragando saliva.
La habitación de Dutch no era como la de Dani. Desde ella se veía la bahía, y su
elegancia era muy superior. Mientras él cerraba la puerta con llave, Dani 'salió al balcón
y se quedó mirando un barco iluminado que había en el puerto. Se sentía como un
viajero que está a punto de descubrir algo nuevo. \
-Es bonito ese barco, ¿verdad? --dijo Dutch.
-:-Sí. No sé mucho de barcos, pero me gusta contemplarlos. -Yo solía navegar.
Ella se volvió a mirar al desconocido que en menos de veinticuatro horas, iba a
convertirse en su marido.
-Me fui a vivir a Chicago hace unos ocho años -continuó él-. Tengo un apartamento
junto al Iago, y tuve un velero. Hasta que una noche me emborraché y se volcó. Lo dejé
hundirse.
Dani le miró con inquietud y él le devolvió la mirada sin parpadear.
-No soy un alcohólico -le explicó-. Seguramente te he' parecido que sí al oír estas
veladas alusiones del pasado. No suelo beber a menudo, pero hay veces en que estoy de
pésimo humor. Pero contigo no volveré a beber. Nunca más.
Daba la impresión de que estaba dispuesto a comprometer-I se a cualquier cosa, y
Dani sintió que algo suave y cálido florecía en su interior. Se acercó a él y le miró con
expresión confiada.
-Yo también quiero comprometerme a algo -le dijo-. Viviré donde tú quieras.
-A mí no me importa adaptarme.
-La segunda es que no soy un superhombre. Inevitablemente llega un momento en
que pierdo por completo el dominio' de mí. Por fortuna puedo llevarte hasta ese punto
antes de llegar yo.
-Todo eso suena muy misterioso.
-Por la mañana ya no te parecerá así -replicó él, recorriéndola con la mirada-. Vida mía
-añadió; cogiéndola en brazos.
La llevó hasta la cama y la posó en ella con mucha delicadeza. Dani supuso que
empezaría a desabrocharse la camisa o a quitarle la ropa a ella, y se quedó inmóvil,
sintiéndose un poco asustada.
Pero Dutch se sentó a su lado y se echó a reír al ver su expresión.
-¿Qué esperas? ¿Que te desnude y te haga mía sin más preámbulos? .
-Lo siento.
-Piensa en cómo resultó en la playa, cuando te tumbé en la arena y te besé. Y tú gemiste
y me suplicastes.
Dani recordó con toda claridad las sensaciones que Dutch había despertado en ella.
.
-Así es como va a ser ahora -continuó él, acercando la cara a la suya-. Excepto que esta
vez no te voy a dejar marchar, Dutch le abrió la boca con la suya con experta
naturalidad! mientras le acariciaba la espalda muy despacio. Dani sintió que todas sus
inhibiciones se esfumaban.
Segundos después empezó a -quitarle el vestido, siguiendo con los labios el
movimiento de la tela. Pero ella no pudo pro' testar. El fuego la abrasaba de nuevo, y
lanzó un gemido cuando Dutch le mordisqueó suavemente los pechos. La boca de
Dutch siguió avanzando por su piel una vez que el vestido y las! diminutas braguitas
que llevaba cáyeron al suelo. Sintió el roce de sus labios en los muslos y todo su cuerpo
se estremeció. ¡Increíble, pensó, envuelta en la espesa niebla del deseo, increíble que la
gente pueda sobrevivir a tanto placer!
Ya ni siquiera-se daba cuenta de lo que hacía Dutch, era toda ella sensación, toda
ansia. Tenía los ojos cerrados. Mientras Dutch le iba besando las caderas, el vientre. Al
mismo tiempo
él se iba quitando la ropa, haciéndolo de tal manera que parecía formar parte de la
.seducción. Por fin se tumbó junto a ella y Dani sintió su piel desnuda.
Abrió los ojos y le miró, dándose cuenta entonces de lo que estaba haciendo. Pero
ya era demasiado tarde; no pudo, apartar los ojos. Era un cuerpo .maravilloso, todo
bronceado, sin la menor franja de piel blanca, como si toda la vida hubiera tomado el
sol desnudo.
Mientras tanto la acariciaba de un modo aún más íntimo. A los pocos segundos, los
dos temblaban y gemían a la vez. Dutch la hizo incorporarse y apoyarse en la cabecera
de la cama. Luego la hizo sentarse encima de él. Dani lanzó una exclamación al sentir el
contacto y se aferró a sus hombros.
-Hazlo --dijo él con voz ronca-. Así podrás dominar el _m. .
Dani iba a protestar, pero comprendió que aquello empezaba a hacerse insoportable
para él. Así que se tragó el miedo, cerró los ojos y empezó a moverse. Contuvo el
aliento y, mordiéndose los labios, vQlvió a intentarlo.
Ayúdame Eric -suplicó, guiándole las manos hasta sus caderas-. ¡Por favor... oh!
-Duele, ¿verdad? -murmuró él-. Perdona, perdona...
Su cuerpo estaba luchando contra su mente. El deseo estallaba en su interior. Empezó a
temblar.
-¡Dani...! -exclamó.
. Ella abrió los ojos y la expresión que vio en su cara le hizo olvIdar el dolor. Se le
quedó mirando, como hechizada. A Dutch le cambió la cara, su respiración se hizo más
agitada y el ritmo de sus movimientos se intensificó. Se arqueó con expresión crispada,
se quedó inmóvil un instante y por último se estremeció.
Luego abrió los ojos y se la quedó mirando mientras le acariciaba suavemente las
caderas.
-Creí que te estabas muriendo -susurró ella.
-Así es como me sentía -replicó Dutch con voz temblorosa-. Tenías los ojos fijos en mí.
¿Te he asustado? ,-Sí -confesó ella.
-,-¿Ha estado mal?
-Sí. Hasta que te miré.
Dutch la estrechó contra sí y le hizo apoyar la cabeza en su pecho sudoroso. .
-Yo creo que eso ha sido lo que me hizo perder el dominio de mí mismo -murmuró-.
Te vi mirándome fijamente y perdí la cabeza. Parecía que te estaban torturando.
-Es que es un placer demasiado intenso. Cuando haya descansado un momento verás lo
que te pasa a ti.
-¿Tú crees?
-Claro. Lo único que necesitas son unos pocos segundos más. Ahora sí podré dártelos,
porque la segunda vez un hombre siempre tarda más tiempo.
-Ahora eres mi amante -dijo ella.
-Sí -repuso él, apretándola aún más contra sí.
De pronto ocurrió algo que Dani, a pesar de su inexperiencia, comprendió
inmediatamente.
-Sí, ya sabes lo que va a ocurrir, ¿verdad? dijo Dutch, sonriendo.
La hizo tumbarse en la cama y se echó sobre ella.
-Ahora observa lo qúe voy a hacerte"-añadió-. ¡Mira!
Dani le miró con los ojos muy abiertos. Pero la sensación le resultó inesperada y lanzó
un grito, irguiéndose hacia Dutch, como si reconociera en él a su dueño.
-Shhh -susurró él-. Sí, ahora voy a hacerte experimentar lo que yo sent1 antes. i 1, am,
SI, SI....
Ella se estremeció. Se agitó, 'se retorció y trató de zafarse de él; lloró, suplicó, gimió
y fInalmente echó la-cabeza hacia atrás y lanzó un profundo suspiro. Luego todo fue
languidez, blandura, somnolencia. Cuando volvió a abrir los ojos estaba exhausta.
Ducth estaba sentado a su lado y le secaba el sudor con una toalla.
-¿Siempre es así para los hombres? -preguntó ella.
-No. Para mí no ha sido así con nadie. La segunda vez ha sido todavía más intenso
-Gracias --dijo ella con lágrimas en los ojos.
-Por favor, no me des las gracias replicó Dutch, inclinándose a besada.
Posó la toalla en la cama y estrechó a Dani entre sus brazos. A ella le encantó sentir
su piel tibia contra la suya.
-Has gritado -le dijo Dutch al oído-. Tuve que taparte la' boca con la mía para que no
te oyera nadie.
-Ni en sueños se me ocurrió nunca que" esto fuese así.
-Me alegro de que haya sido conmigo. Gracias por esperarme.
-Yo también me alegro de haber esperado.
-No he utilizado nada -le dijo él-. ¿Quieres ir mañana al médico o prefieres que yo me
ocupe de ello hasta que volvamos a Estados Unidos? Me puedo encargar de una esposa,
pero
no de una criatura. Al menos todavía no.
-Entonces, ¿podrías...? Prefiero ir a mi médico.
-De acuerdo.
-¿Quieres tener hijos? -le preguntó ella.
-Quizás algún día.
-¿Te parece demasiado pronto?
-Acostumbrarme a una esposa es suficiente por ahora. Tienes un cuerpo precioso
-añadió, recorriéndola con los ojos.
-y tú también. será mejor que durmamos un poco dijo Dutch, cogiendo la toalla e
incorporánd6se Y quiero decir dormir. No estoy preparado para nada má's hasta
mañaI}a. A no ser que... hay
otras maneras si realmente"te apetece...
Ella se ruborizó y cambió -de tema.
-¿En dónde nos vamos a casar?
-En una capilla que hay calle. abajo -contestó él, sonriendo :-. Abren a las diez de la
mañana. Estaremos esperando en la puerta.
. -¿Estás arrepentido? -le preguntó ella.
Dutch negó con la cabeza.
-¿Y tú?
-No.
Él se echó a reír y entró en el baño. Minutos después, Dani estaba acurrucada entre sus
brazos;, "
-Puedes poner te una de mis camisetas si quieres -le dijo Dutch.
-Prefiero dormir así, no quiero molestarte.
-Yo también lo prefiero-dijo él, estrechándola contra sí-. Puéde que me muera de un
ataque al corazón por dejarme llevar una tercera vez, pero lo prefiero así buenas noches,
lieveling.
-'-Buenas noches, Eric.

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