Necesitaba encontrar a Nathalie. Michael había desaparecido en la bruma y lo había dejado solo, con la certeza de que en verdad algo muy malo estaba sucediendo, y lo único que quería era tenerla cerca, porque no podía resistir alejarse de nuevo, no después de todo aquel tiempo.
Su miedo era desgarrador, latía bajo su pulso, estaba allí, lacerando y lastimando su piel.
Siguió su olor, y al no encontrar demasiado, percibió la esencia de Remian, mucho más fuerte, consistente, rosas, incienso y hierro oxidado, el inconfundible olor a sangre, una muy pura, fácil de rastrear.
Caminó las calles a una velocidad apagada, no quería llamar demasiado la atención.
Llegó a un parque no muy lejano. La vio indefensa, sentada contra las raíces de un árbol, Remian estaba a su lado, mirando para todas las direcciones, mientras ella, sin inmutarse, arrancaba el pasto a sus pies como un acto reflejo, no veía lo que hacía, simplemente dejaba que la textura rozara su cálida piel y luego lo arrancaba, como si se tratara de un mal recuerdo el cual quisiera poder olvidar así de fácil.
Nathalie estaba bien, entera, fría y apagada, nada de lo que una vez había sido, pero no podía pedir demasiado, al menos estaba allí, para él, aunque no de la manera que a él le gustaría.
La empatía que sentía con Michael en aquel momento fue demasiado fuerte, enterrando su cuerpo en la furia contenida de miles de décadas.
Con el miedo apuñalándolo, se acercó a Nathalie, al tiempo que Remian se ponía tenso.
― ¿Qué demonios está pasando? ―le preguntó Gerard mientras enterraba sus ojos su amiga, aquellos hermosos ojos que rozaban el dorado prendido de su Ángel Guardián.
― No lo sé ―contestó acongojado ―. Lo puedo sentir, pero en realidad creo que mi madre me bloquea de alguna manera para que no me entere que pasa...
― ¿Qué sucede? ―preguntó Nathalie poniéndose de pie.
Gerard la sintió, y podía haber llegado a morir en aquel instante, si ella no oliera aún a otro. Pero no tenía que ir por allí, no compartiendo la empatía con Mike, no cuando él estaba desesperado he irrefrenable.
― Algo malo, algo muy malo ―contestó apretando cada frase.
― ¿Qué cosa?
― Nada de lo que quiero que te enteres, vuelve, necesito que estés resguardada.
Nathalie no dijo nada, era raro que no se quejara, pero quizás, por una vez en su vida, había entendido lo que Gerard por dentro sentía, él no estaba en condiciones de escuchar replicas, su temple completamente alterado podía demostrarlo.
Caminaron en el más absoluto de los silencio. Sabía que el dolor de su confesión aún era demasiado honda, era una herida mortal que no cicatrizaría nunca.
De un momento a otro una furia intensa y dolorosa lo lleno, sin que pudiera escapar de ella. Se vio envuelto en la oscuridad, algo malo le había pasado a su hermano, su ser gritaba internamente en silencio.
Remian lo tomó antes de que Raphael se desplomara, Nathalie sin entender nada, los miró atónita.
― Raphael... ―susurró Remian asustado.
El rostro del Vampiros había empalidecido brutalmente, como si alguien lo hubiera apuñalado de muerte. Remian podía sentirlo, olerlo y dejarse inundar por sus emociones, intentó no hacerlo, al parecer aquél sufría horrores.
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Saga Ángel Oscuro I. La Sangre del Culpable.
RomansaLa sangre del Culpable, es la primera entrega de la Saga Ángel Oscuro. Está narrada desde diferentes puntos de vista, en un enfoque paranormal. La sangre del Culpable girará en torno a una Profecía, la cual, no presagia exactamente un final feliz...