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La semana paso lenta para Amanda. Contrario a lo que creía, no hubo señales de Adam en toda la semana. Provocando que a medida que se acercara el dichoso viernes, las ansias se agolparan dentro de ella al punto de creer que jamás llegaría.

Sin saber el verdadero por qué, Amanda ha terminado por creer que el misterio a Adam se le da de maravilla. Haciéndolo incluso más interesante de lo que en realidad parece que es.

Dándole crédito no solo por traerla ansiando el viernes sino por estar jugando con su arrogancia, haciéndola quedar como una niña que se ha encaprichado con un dulce que le es negado a medias.

Con Adam, todo parece bajo su dominio. Incluso las respuestas involuntarias que puede tener cualquier cuerpo al estar próximo a alguien por quien sientes atracción física. Pero nada de eso se atrevía a contárselo ni a Olivia, pues algo seguía susurrándole que no estaba del todo bien haber quedado en salir con el socio de su padre.

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Para cuando el clamado viernes llego, Amanda parecía no poder resistir un minuto más de espera. Solo quería ir a la universidad, salir rápido de ahí, llegar a casa, arreglarse y encontrarse con el hombre que ha rondado sus pensamientos toda la semana.

Saliendo de ducharse, con la cabeza dentro de su guardarropa, escucha el tono de mensajes de su celular. Apresurándose a agarrar el celular sobre su cama, ve el aviso de un nuevo mensaje en Whatsapp. Sus ojos parecen dos platos con solo leer el nombre de ADAM encabezando la pantalla de la aplicación verde.

< Buenos días. Recuerda que paso por ti a las 9 en punto. Estoy esperándolo con ansias >

La sonrisa de Amanda no se hace esperar al leer el mensaje que denotaba cuan formal y elegante es Adam. Es como si fuera el clásico caballero del que sería muy sencillo enamorarse.

< Hola, tú. También lo espero con ansias... a decir verdad, tengo expectativas altas jajajaja :* >

Y antes de tan siquiera reconsiderar su mensaje, Amanda pulsa enviar. Sabiendo que las consecuencias de su osadía ya pasarían factura, pues algo dentro de ella seguía diciendo que no eso no estaba bien en mucho niveles.

— Amanda, tenemos que irnos.

La voz de Allan se escuchó desde el pasillo contiguo a su habitación, haciendo exactamente lo que ella le pidió, no dejarla llegar tarde de nuevo a la universidad. Metió el celular en su bolso y se apresuró a terminar de vestirse antes de que llegara tarde de nuevo.

Una vez lista, bajo las escaleras a toda prisa, subiéndose en la camioneta en donde Allan ya la esperaba.

— Entonces, ¿a qué hora paso por ti?

Siempre era la misma pregunta de parte de Allan, una vez que se acercaban a la universidad.

— A las 4:30PM. Tengo que llegar temprano a casa.

El chofer mira de soslayo a la jovencita y sabe que algo se trae entre manos, pero prefiere ni siquiera preguntarle.

Frente a la universidad, Amanda se bajó despidiéndose de él y encontrándose en la puerta de entrada con Oliv.

— ¿Y esa cara? — Es la primera pregunta de Oliv al verla.

Hace solo unos días, su mejor amiga había terminado con el imbécil que no la merecía y casi le había tenido que suplicar que fuese al LIV a despejar su mente. Ahora, Amanda se aparece con una sonrisa más grande que la del gato sonriente. La conoce demasiado bien, sabe que algo trae.

El socio de papá ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora