Ninth Day

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Mis ojos se abrieron de a poco en cuanto mi reloj interno señaló la hora de despertar. La función de ayer se había extendido muchísimo y habíamos terminado ya pasadas las 11 de la noche. Terminamos muertos todos, incluso yo que no hice más que hacer ridiculeces no me podía levantar.

Unos brazos al rededor de mi cintura me apretaron un poco, como señal de estar despertando. Sonreí inconscientemente.

Finn iba a cambiar. Él me lo dijo, lo prometió. Dijo que lo haría, por mi. Y yo confiaba en él.

-Buenos días.- susurré. No esperé que me contestara.

-Buenos... Días.- se estiró detrás de mi.- Dios, me duele la espalda.

-A mí me duele el cerebro.- él comenzó a reír.

-Vamos, hay que ir por el desayuno. Tenemos función a las 2:00 y necesitamos tiempo para practicar.

Se comenzó a levantar y a vestir y yo le seguí, sin embargo a penas me puse ropa me volví a tirar a la cama. No me quería levantar, no quería hacer nada. Fueron muchas emciones ayer y mi cabeza me estaba matando.

-Oh vamos Jack.- comenzó a reírse, a mi no me importa. Nadie me mueve de aquí si no es cargando.- Ya levantate si quieres desayunar.

-No, puedo vivir 5 meses sin comida. Si duermo no me daré cuenta.

-Sí claro.- sentí unas manos rodearme las piernas y el cuello.- Me debes algo después de esto.

Me cargó. Me cargó como... ¡Como una estúpida princesa!

Me dejé llevar por un rato. Incluso cerré los ojos. Mi flojera era demasiada, tanta que no me importó que todos me vieran siendo cargado así.

-Hey, ¿qué le pasó? -Esa voz... Joder, esto sólo me pasa a mí.

-Nada, mi princesa quiere descansar un rato más.- Escuché a Finn con voz autoritaria. Agraciada, sí, pero se escuchó como si me estuviese reclamando como suyo.- Ya sabes, su siesta de belleza.

Me safé de sus brazos casi de inmediato, y para mi no sorpresa me encontré a Francis frente a mí, con una sonrisa psicópata. Lo típico.

-Hola.- Me saludó feliz.

-Hola... -no sé por qué pero instintivamente me fui a parar detrás de Finn.

-Así que él es tu compañero de carpa, ¿no? -Asentí dudoso.- Oh, es una pena. Habrías quedado mejor conmigo.

Miré a Finn, y él llevaba el ceño fruncido. Parecía molesto... Y ¿cómo no? Yo también lo estaba.

-Sí, bueno, ya nos vamos a desayunar.- Me tomó de la mano y comenzó a avanzar.- Con permiso.

-¡Esperen! -nos siguió y sentí que Finn apretó un poco más mi brazo. No me lastimó, pero lo sentí.- Todos vamos a desayunar, los acompañaré.

-Puta madre...- susurró Finn y yo reí en bajo. Nunca decía groserías y cuando lo hacía se veía gracioso.

-¡¿Qué dijiste?! -exclamó ofendido Francis.

-Que tu si cabes.- Y empezó a reír discretamente.

Sería un desayuno largo.

Y lo comprobé cuando Francis se las arregló para sentarse a lado de mi excluyendo a Finn de la mesa por poco. Estaba del otro lado de donde yo estaba, literalmente a penas lo veía, y sabía que era él por sus rulos todos desarreglados y llamativos.

Suspiré y comencé a comer mis papas bajo la incomodísima mirada atenta de Francis sobre mi.

-¿Por qué te gusta la puta de Finn? -soltó de la nada. Dejé de comer y lo miré mal.

C I R C U S | FackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora