¿Alexandra? Parte 3

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Ya habían pasado casi dos semanas desde que Alec había sido cambiado al sexo opuesto, y Magnus no había encontrado nada que funcionara.

Alec no estaba nada cómodo con su cuerpo de esa manera, incluso creía que ya no le gustaba a Magnus. Claro, él le había dicho mil y un veces que no importaba cómo fuera su físico, él seguiría amándolo, pero aún así el ojiazul seguía muy inseguro respecto a eso.
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Magnus se la había pasado los últimos días invocando distintos demonios, día y noche, al ver lo mal que estaba su garbancito.

Se había esforzado mucho, tratando con diferentes tipos, pero nada aún.

Tal vez no debería estar gastando su tiempo en demonios de bajo rango, pensó, así que se puso a revisar en libros sobre los demonios más antiguos y de mayor rango, quiénes si no podían devolver a la normalidad a Alec, tal vez podrían darle alguna información de utilidad, a cambio del precio justo, claro.

Una vez más, fue una pérdida de tiempo, ni ofreciendo su misma sangre pudo obtener nada de utilidad.

Él teñido, junto con Sheldon, se la habían pasado cuestionandolo varias veces sobre por qué se la pasaba invocando demonios, por qué no sólo él, que era brujo, lo devolvía a la normalidad y listo.

Magnus había tenido que cerrar los ojos y contar hasta 10 para no hacerlos arder con fuego mágico.

Les explicó que si fuera tan sencillo, lo habría hecho ya. El problema es que no había registro sobre ese tipo de hechizo, y sin saber cuál era, no podía saber qué contrahechizo usar. Además si lo había lanzado un demonio, y no un brujo, tenía que convencerlo o darle lo que le pidiera para que éste lo deshiciera, lo que debido al carácter de algunos, no era tan fácil como sonaba.

Había probado de todo, menos algo...

-Magnus... - dijo Alec asomándose por la puerta de la habitación y cortando la inspiración del brujo.

-Dime - dijo Magnus tallandose el rostro con ambas manos.

-Últimamente has estado trabajando demasiado... Y sabes que me molesta. - dijo el ojiazul sonando como un niño que quiere pasar más tiempo con papá.

-Intento devolverte tu cuerpo, ¿no quieres eso?

-Si pero... Es como si odiaras mi cuerpo ahora y estás desesperado porque esté como antes...

-¿Qué dices? - preguntó Magnus incrédulo - Creí que te había dejado en claro lo que opino de tu físico, si  trabajo tan duro en esto es porque sé que no estás cómodo estando así - lo señaló.

Alec hizo un puchero adorable y se fue.

***

Después de pensarlo mucho y analizar las consecuencias, Magnus decidió probar su última opción. Invocar a su padre, Asmodeus.

Si él no podía componer a Alec, ya nada podría, era su última esperanza.

Preparó todo e inició el ritual para invocarlo.
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La tierra tembló, las aguas se sacudieron, y él acudió al llamado de su hijo.
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Una gran nube de humo apareció frente a Magnus, una vez dispersada, de ella emergió Asmodeus.

El demonio alzó las cejas.

-Vaya, vaya - dijo con una voz profunda volviéndose para tener frente a él a su hijo - ¿Qué tenemos aquí? ¿Al Gran Brujo de Brooklyn, Magnus Bane?

Magnus apretó la mandíbula.

-Devuelvele su cuerpo a Alexander - dijo el brujo sin rodeos.

-Vamos- contestó su padre- Es solo un poco de diversión - dijo mientras en sus finos labios se instalaba una fría sonrisa.

-Entonces sí fuiste tú - contestó Magnus entrecerrando lentamente sus ojos de gato, idénticos a los del demonio.

Asmodeus soltó una carcajada.

-No es divertido.

-Para mí, sí que lo es - dijo el demonio. - Su sufrimiento es delicioso - dijo pasándose una puntiaguda lengua por los labios.

Magnus hizo un gesto de asco ante eso.

-¿Qué quieres?

-Mmm... - le contestó su padre mientras admiraba sus perfectas uñas puntiagudas - No lo sé...

-Solo dilo. - dijo Magnus cruzándose de brazos, harto.

-Muy bien, lo que quiero es...

***

Alec se encontraba durmiendo cuando sintió un peso que se posaba a su lado en la cama, estaba tan cansado que no se molestó en ver quien era, pues era obvio, Magnus.

Se removió un poco, sentía su cuerpo extraño.

Magnus le pasó un brazo por la cintura atrayendolo hacia sí en un abrazo, y posó su mentón en el hombro de Alec.

-Listo, garbancito.

-¿Mmm?

Él brujo con un chasquido invocó un espejo en sus manos, le dijo a Alec que abriera los ojos y le puso el espejo enfrente para que lo tomara; Alec lo hizo de inmediato, lo primero que vio fueron sus ojos, tan azules como siempre, los mismos, entonces vio el resto de su cara, el cabello largo había desaparecido dejando atrás su habitual cabello corto, sus facciones volvieron a ser duras, pero conservando la delicadeza angelical.

Después de admirarse un buen rato en el espejo, lo hizo a un lado para ver el resto de su cuerpo, que era como siempre lo había sido.

Volteó a ver a Magnus con una sonrisa en sus labios, de la que también se contagió el brujo. Lo abrazó y hundió el rostro en la curva de su cuello, disfrutando de su aroma.

-¿Cómo lo lograste? - preguntó Alec con voz amortiguada.

-No tienes que saberlo- dijo mirando más allá de Alec, en el suelo sobre una alfombra bastante exótica se encontraba Presidente, arañando la alfombra y siseando molesto por el comportamiento del brujo, se había atrevido a no darle ni una caricia hoy.






















Fin💁

Malec One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora