Todo comienza con un sueño. Pensamos en lo que queremos para nuestras vidas el día de mañana, lo que queremos lograr, a donde ir, que conseguir; desde ahí llega nuestro ánimo para salir a buscar lo que nos proponemos y hacer que suceda.
Soñamos con un futuro hermoso, lleno de felicidad y esperamos a que se cumpla algún día. Lo que no pudimos tener en el pasado, sea material o inmaterial, seguro todavía guardamos la esperanza de obtenerlo. Hubo quizá un objeto que siempre quisimos, un lugar que nos hubiese gustado visitar, un espacio en nuestro corazón que todavía queremos llenar, sentimientos que deseamos entregar pero no hubo quien los supiera recibir. Y, hay veces en que nuestro sueño lleva tanto tiempo guardado y acumulado, que llega a insistir ser cumplido y se nos vuelve una necesidad.
...Es que uno busca fuera lo que no consigue en casa. Y es así como nos equivocamos y vamos tras la primera persona que aparentemente pueda darnos lo que buscamos. Nos aferramos con temor a fallar. Como cuando aprendes a andar en bicicleta y te preocupas de que la persona que te está guiando vaya a soltarte; porque la necesidad de tener a alguien que nos sostenga en el momento de caer nos desespera. Llenos de miedo, buscamos protección durante nuestro estado de debilidad. La necesidad que se genera nos puede llevar a hacer mal las cosas. Seguro escuchamos historias de que siempre llega un "príncipe" o "héroe" a rescatar a la persona cuando peor esté su vida, pero aunque queramos, esa persona no siempre llega; sí, yo también la busqué, la esperé, creí que la encontraría pero me equivoqué.
Y al final...No necesité ni príncipes ni héroes; me salvé yo misma. Es cuestión de buscar por nuestro propio medio la solución, hacer las cosas en la medida que uno pueda sin exigirse demasiado a sí mismo. Tienes que tener paciencia, intenta y vuelve a intentar, sueña y lucha por tu sueño.
