No sirvió de nada, tanto tiempo y no hubo mejoría, nada cambió. El mismo tormento de siempre, nadie escuchaba, nadie comprendía y yo seguía hundida en mi tristeza.
Como siempre me echaban la culpa de todo, siendo que yo no tenía la culpa de nada, yo no elegí deprimirme, yo no decidí estar sin fuerzas, es algo que se acumuló con el tiempo y ya no pude más, solo salió. Y me consumió.
Es algo que se apodera de tí de repente y aunque luches en su contra a veces es insoportable y terminas cayendo, ya no tienes a donde huir, y te quedas ahí. Con tanto dolor haciéndote pedazos por dentro y no sabes como pararlo, ni siquiera puedes describirlo exactamente, pero duele demasiado.
El dolor que uno siente por dentro no es como si hubieras recibido un golpe, es algo peor, sientes como si te apretara todo desde adentro, asfixiándote; cada vez es más difícil respirar, sientes tu corazón latir a toda fuerza tratando de meter y sacar aire, pero es como si algo más ocupara el espacio. Te quedas sufriendo sin poder hacer nada, no importa si estás quieto o te mueves, a tu alrededor es como si no existiera otra cosa, solo estás ahí, en la nada.