CAPITULO IV: OSCURIDAD

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Son las 11 de la mañana del domingo, estamos sentados en la sala sobre para lo que ella es un sofá rojo, peor para mí es un desgastado mueble cubierto de suciedad y sangre, maldición, cuando menos me había dado cuenta las "ilusiones" estaban de vuelta en mi mente, no presté atención a las deformidades que poco a poco aparecían tanto en las paredes y el suelo, solo continué hablando.

-Lo último que sabias fue de la muerte de mi madre ¿Verdad Ale? Creí que esa sería la última vez que sufriría y que por eso ya no habría nada relevante que me suceda para plasmarlo en el diario, estuve equivocado, solo me olvidé de que existían esas hojas. Al funeral fueron pocas personas, básicamente solo familia, personas que no había visto en largo tiempo y que solo las volvería a ver ese día, cinco meses después había terminado el primer semestre de la universidad, en ese tiempo no hablé con nadie, solo con Karla y Andrés pero aún no los consideraba mis amigos, a pesar del odio que tenía contra Alex en ese entonces, jamás le reclamé nada ni intente tener una pelea, por su parte, Isabella me frecuentaba tanto en las mañanas como en las tardes, nunca en las noches.

-¿Y sabes porque nunca lo hacía en las noches?

-No, pero sospecho que lo que sea que aparezca a esas horas no es Isabella, lo noté hace un par de meses cuando salí de clases, esa cosa de apariencia femenina que me atacó no era Isabella, además, esa fue la primera vez que algo así sucedía de noche.

-Entiendo, continúa.

-Cuando terminé el primer semestre y estuve en vacaciones, pasé encerrado en mi habitación, intentando dialogar con Isabella, aunque ella no moviera en lo más mínimo sus labios, pero a veces solía escribir en un cuaderno viejo, pero cuando escribía no se la podía ver, por lo que no estoy muy seguro si haya sido Isabella.

-¿Qué cosas escribía?

-No mucho la verdad, solo repetía constantemente la palabra "matar" pero cuando lo leía mi pecho me retorcía y un odio incontrolable surgía en mí, tratando de buscar con quien desquitarme, se terminaron esas vacaciones y regresé a clases, y el ciclo se repitió el próximo semestre, había pasado ya 11 meses desde la muerte de mi madre y a decir verdad no hubo muchas cosas importantes ese año, mi odio contra Alex crecía aún más, Karla y Andrés se hacían más mis amigos sin preguntar sobre mi pasado, en Ulba Angy continuaba con sus estudios, con Winnie había perdido el contacto desde que me mudé con mi tía y en cuanto a Cristina...-Lo dije con pesadez.

-¿En cuanto a Cristina que?.- Me preguntaba Ale con una concentración digna de un lector empedernido.

-Bueno... no hablábamos mucho, sabía que aun tenía una relación con Bakura, pero algo andaba mal, jamás veía a Cristina, y cuando veía a Bakura por la calle notaba que solo su cuerpo estaba ahí, era como si no tuviese mente propia y cuando alguien lo tocaba aunque sea por accidente, se abalanzaba a atacarlo sin importar quien fuera, tenía los ojos muertos y cada vez se veía más pálido, también había adelgazado demasiado, lo único que sabía de ellos era por lo que me decía Angy, cuando estaban ambos juntos, todo era excelente, reían bromeaban, incluso uno se quedaba a dormir con el otro por varios días, pero cuando se separaban, bueno, a Cristina no le afectaba porque ella sentía que estaba en una relación sana, pero Bakura era distinto, cada vez que se encontraba solo, él entraba a una especie de trance, no era él mismo y estaba así desde la noche del 31 de octubre, me sentía demasiado culpable. Esas vacaciones de terminado el segundo semestre decidí actuar y tratar de saber más sobre Bakura y Cristina.

-¿Desde el 31 que hiciste el ritual te refieres? Es decir ¿antes de que muera tu madre?

-Si, desde ese entonces no era el mismo, como te decía, en las vacaciones del segundo semestre, decidí encontrarme con ellos dos, para "conversar", cuando nos vimos un sábado en la mañana y salude a Cristina con un beso en la mejilla, Bakura se lanzó con sus heladas manos a intentar ahorcarme, me clavó las uñas en el cuello e incluso trató de usar sus dientes, como si de un perro rabioso se tratara, forcejeamos por unos minutos mientras Cristina observaba con espanto la "pelea" hasta que nos logró separar, cuando Bakura volvió en si, solo miró con confusión a su alrededor, lanzó una pequeña sonrisa, como si regresara a un lugar después de un largo tiempo y se fue corriendo del lugar, Cristina se disculpó conmigo y conversamos hasta que nos dio la tarde, mientras hablaba con ella, noté inmediatamente que seguía siendo la misma que conocí en el colegio, no había cambiado nada, sin embargo, alguien más era el problema. Al día siguiente mi tía me obligo a ir por primera y última vez a la iglesia junto con ella, decía que necesitaba nuevos ambientes, accedí con recelo, ese domingo conocí al pastor líder, sin embargo, me hice más allegado a un practicante o aspirante a pastor que recorría las instalaciones, el presidía las enseñanzas de la "escuela dominical", ese día impartió sobre el infierno, no presté mucha atención a la clase, lo que me llamó la atención fue su amplio conocimiento en teología y demonología, su nombre era Uriel Nau.

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