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(...)

Universo alterno.

¡Midoriya, como odio a las chicas!
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Era su nueva mejor amiga, con lágrimas en las mejillas, la esclerotica teñida en sangre y los ojos brillantes, como dos faroles en una noche oscura. Se dirigía hacía Midoriya tallando su ojo, mientras la bicicleta yacía sobre el pasto: lucia realmente triste, molesta y deplorable.

-¿Q-qué sucedió?-el temblor de sus labios había evocado un titubeó y pronto la preocupación se adueñó de su rostro, despojando la inédita sensación de la proximidad del mal y temió por la versatilidad de su dirección. Entre ellos no solían presenciar aquellos insólitos sucesos ni compartir vergüenzas de ése calibre.

-Ella...-balbuceó, sintiendo la realidad aplastar su corazón-d-dice q-que, no....-maldición. Que complejo era entenderte. El peli verde contempló sus fronteras, y por más operaciones y, o estrategias que elaborará en ese instante no lograba captar las incomprensibles palabras que escupía.

Suspiró.

Qué bien se le daba hacerlo últimamente.

Ella era un desastre en sí. Y bocas de muchos podían especular, o dramatizar que el dolor que sentía era voluntario, aunque éstas opiniones sólo resultaban estúpidas y osciosas en los tímpanos del chico, realmente carecían de importancia ante su interés. Debían acordar que el sufrimiento jugaba variedades de caras sin importar el tamaño y las circunstancias. Claro que ésto no justificaba lo caprichosa que era.

La abrazó sintiendo la textura de su cabello alborotado, percibiendo poco después el calor que despedía su rostro en su camisa y el rutinal suplicio que sus uñas sobre su piel adjuntaban. "¡Izuku, como odio a las chicas! ¡Realmente las odio!" Sollozaba la chica hundiendo la nariz en la delgada tela del peli verde constatando limitadas veces que éste chico estrechaba su diminuto cuerpo queriendo contagiar su avidez.

-Todo está bien; (Nombre), estás conmigo ahora-profirió intentando que la tensión en sus extremidades desaparecieran, acompañando su selección acariciando con sus yemas las hebras de su cabellera.

-¡La detesto! ¡Ya no las querré jamás!-siguió en su apogeo la chica evadiendo el comentario del peli verde. Soltó más lágrimas pues la confusión de nuevo estaba apagando sus sentidos.

-No llores por ello, estas cosas suceden-replicó, recordando las angustiantes palabras de ella cada vez que su cordura adquiría un ritmo inadecuado y regresaba con la fémina determinada. (Nombre) nuevamente pasó de desapercibida su contestación, no necesitaba sentirse más mísera y estancada en el agujero del que no podía removerse.

Midoriya observó las estrellas en busca de algo que lo auxiliaria, sin embargo el fatídico sonido de la soledad lo corroía deshaciéndose de sus únicas racionalizaciones. Reunió la poca fuerza de voluntad que lo habitaba y sostuvo las mejillas pinceladas de (Nombre): su llanto provocaba en él un dolor agudo que escondía tras una mirada repleta de sosiego y una sonrisa sin inseguridades, transmitiendo lo mucho que deseaba perdurar en su irrevocable felicidad, repartiendo toda su vigilancia en ella, compartiendo la ola iracunda de su amor en sus pupilas.

Midoriya Escenarios © | BNHA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora