Había una vez en un reino llamado Leal, un rey y una reina el cual celebraban con alegría el primer año de su primogénito; el Príncipe Aaron. Todo el reino celebraba a lo alto el cumpleaños del tierno príncipe, los reyes celebraron una gran fiesta en su castillo, ya que Leal era un reino donde todos eran tratados como si fuesen una gran familia. Sin embargo, en una casa cercana al castillo, había sentimientos encontrados, el General de la Guardia Real tenía la dicha de ser padre por primera vez, no obstante, esta dicha fue una agridulce; ya que la mujer de su vida había muerto en el parto de la pequeña Emma. El General acunó a su hija, la cual lloraba desconsoladamente buscando el calor de su madre.
—Shh. Calma mi pequeña guerrera. No debes llorar, yo soy tu padre y te amaré tal como tu madre te hubiese amado —. el gran General, el cual era el mejor luchador de todo Leal y visto como un hombre sin sentimientos, tenía lágrimas en sus ojos ónix mientras le susurraba a su hija palabras de amor. La pequeña Emma dejó de llorar y abrió sus ojos por primera vez, dejando ver unos hermosos ojos color azul zafiro como su madre; creando una sonrisa en el General.
—Serás mi pequeña guerrera —. el General dejó escapar una pequeña lágrima la cual cayó sobre la mejilla de la pequeña. —Mei te dejo a cargo de mi hija, debo ir al palacio y vigilar la celebración del cumpleaños del príncipe.
El general dejó a su hija con una de sus criadas de mayor confianza mientras se alistaba para ir a cumplir con su obligación. Miró una vez más el cuerpo inerte de su esposa y se prometió a si mismo cuidar de su pequeña para que nunca sufriera en la vida.
Volviendo al cumpleaños del pequeño príncipe de cabellos castaños y ojos verdes esmeralda. Todos estaban felices, el rey y la reina sonreían mientras hablaban con algunos invitados, sin saber del peligro que los asechaba. En las afueras del reino, un hechicero se encontraba viendo la fiesta en su torre. Enojado y humillado, el hechicero Kromos maldijo al ver el amor de su vida sonreír ante ese traidor.
—Ella era mía —. murmuró en lo bajo mientras comenzaba a recitar un hechizo que le permitiría llegar hasta la fiesta de manera instantánea. Buscaría la manera de llevársela con él.
En instantes su cuerpo fue rodeado por un polvillo negro, desapareció de su torre para aparecer ante la mirada sorprendida del reino. El rey lo miraba con tristeza mientras que la reina lo miraba con una mezcla de asombro y melancolía. Ella sabía que nada bueno podía venir con la presencia de su antiguo amigo.—Vaya, vaya. Espero que no les importe que me haya invitado a la fiesta —. habló con un tono sarcástico.
—¿Qué quieres Kromos? —. preguntó el rey dando un paso adelante.
—Solamente quiero darle un regalo al pequeño príncipe —. Kromos sonrío ladeado causándole escalofríos a los invitados. —Uno que jamás olvidará.
Kromos comenzó a recitar un encantamiento en un idioma antiguo, al terminar las palabras emitió un rayo negro el cual iba directo al pequeño príncipe, pero el amor de una madre a veces hace que actuaran de manera impulsiva, la reina al ver el rayo dirigirse a su pequeño no dudó ni un segundo y se colocó frente a su hijo protegiéndolo. El rayo impactó contra la reina enviándola a un sueño eterno. Los jadeos de asombro inundaron el castillo al ver a la reina caer al suelo.
—¿Qué has hecho? —. gritó enfurecido el rey al acercarse a su reina y ver que ésta no respondía ni abría los ojos.
Kromos no tenía palabras sobre lo que acababa de ocurrir.
—¡Atrapenlo! —. El grito lleno de rencor y odio del rey resonó por todo el lugar, dándole la orden a sus guardias reales.
Sin embargo, Kromos con el corazón lleno de culpa y dolor comenzó a recitar un hechizo para desaparecer del lugar. Antes de que la magia lo consumiera y partiera, recitó unas palabras que nadie en el reino olvidaría.
—Solo un acto de verdadero amor hará que el hechizo se rompa
Luego, desapareció. El rey envío a todos sus guardias a buscarlo en todos los rincones de Leal. Quería a Kromos delante de él para hacerlo pagar por sus fechorías, por haberse metido con su amada reina. Con profundo pesar, el rey ordena que coloquen a su reina en su habitación y que alguien se quedara con ella por si despertaba. El llanto del pequeño príncipe atrajo su atención haciendo que el rey se agachara hasta quedar a la altura del pequeño, colocando una de sus manos sobre la cabeza de éste.
—No llores Aaron, todo estará bien —. las palabras del rey trataron de tranquilizar al príncipe, pero sobre todo tranquilizarlo a él. Sin su reina se sentía perdido.
Un acto de amor verdadero
¿Qué acto será lo suficientemente verdadero y poderoso para despertar a su amada?
El rey no lo sabía a ciencia cierta, pero lo que si estaba seguro es que de alguna forma u otra debía traer de regreso a su reina.

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La Guerrera de la Luna
FantasyErase una vez y dos son tres una bella y hermosa princesa la cual fue rescatada por su príncipe azul y se casaron a pesar de haberse conocido hace un día. ¡Por favor! Como si eso sucediera de verdad, a veces los príncipes no se enamoran de las prin...