¿Bienvenida? ¿Había escuchado bien lo que decía? Él sonreía orgulloso de lado mientras los demás alrededor reían sin disimular, me incorpore en la silla y me contuve, sentía una extraña sensación en el pecho, las risas de los demás alimentaban cada vez más la impotencia que sentía, quite bruscamente la mano del renombrado e idiota en potencia de John Mcbride, lo mire con tanto odio que si las miradas mataran en este momento estaría presenciado su velorio con risas y un llamativo vestido rojo o de varios colores tal vez, junto con el velorio de Charlotte Blake que reía exageradamente en su asiento, mirándome como diciendo “Es lo que te merecías”, lo que sentí por John fue odio a primera vista, un profundo odio inexplicable que chocaba con mi pecho, sentí como unas pequeñas y delgadas manos se posaban en mis hombros, era Natalie que intentaba calmarme.
-¡Qué es esto! Mcbride! ¡Fuera de mi clase! ¡Los demás silencio! ¡La clase ya comenzó!- Dijo el profesor que estaba frente a la clase, tratando de suavizar la situación, todos se incorporaron en sus asientos y John salía con una sonrisa ganadora, con paso firme y confiado, con ego en su mirada, me miro de reojo antes de irse y sentía como mi mirada se nublaba de a poco, escondí la cara en uno de los libros que había pero no, no debía llorar, no debía darle en el gusto ni a John, ni a Charlotte, hasta hace poco no me había dado cuenta que no había recogido nada de lo que salió de mi bolso, estaba todo desparramado al lado mío, respire hondo para enfrentar la mirada de las personas que ahí estaban, que humillante… debía recoger esas revistas que no eran mías obviamente.
-¡¿Señorita Blanc podría recoger eso ya por favor?!- Lo mire de reojo, obviamente enojada, él tenía los ojos bien abiertos, como esperando una respetuosa y pausada respuesta, tampoco le daría en el gusto.
-No hace falta que me diga lo que ya sé que debo hacer.- Recogí las revistas de mala gana, el profesor parecía estar indignado, pero eso no era lo que me importaba por ahora ¿dónde tendría que devolver estas cosas? Las deje bajo mi mesa, luego vería que hacer con estas
Entre todo lo que quedo de clases no podía concentrarme en nada más que mi lucha interna entre llorar, sentir rabia, controlarme, equilibrarme, pero no podría calmarme como quería, tal vez le haría caso a mi madre en esta ocasión, repitiendo los nombres de las personas a las cuales les imaginaba un terrible destino que ojala se avecinara.
Paul Blanc…Jake Haddick…John McBride….Charlotte Blake…
Luego de repetir varias veces estos nombres me percate que había tocado el timbre para el receso, suspire, saque las revistas debajo de la mesa, estaba sola en el salón y mire a los alrededores, sería una mala idea salir con estas cosas… todos pensarían que verdaderamente son mías, además… que haría con estas? Dudo que el cabeza de aire las haya sacado de la biblioteca, si eso, biblioteca, debía dirigirme ahí a ahogar todos estos sentimientos en unas cuantas páginas que me harían olvidarlo todo, no dude más y me fui directo hacia el paraíso, pero recordé que hace poco lo vi ahí, sentado con su laptop, mire por todos lados en el pasillo mientras caminaba entre la gente, tratando nuevamente de pasar desapercibida, de no encontrarme con esos odiosos, abrí con cuidado las puertas de la biblioteca y me escabullí con un grupo de gente que también entraba en esta, me senté en una mesa algo apartada y cerca de la ventana a ojear los libros que había escogido en el descanso anterior.
-Que idiota eres Mcbride! ¡Como rechazaste a esa belleza!- Escuche a lo lejos una voz masculina, mire de reojo a ver de dónde venía esa voz, estaban cerca, me puse la capucha de mi poleron para esconder mi cara o disimular un poco, lo menos que quería era encontrarme con él, ya tenerlo cerca era una tortura.
-Calla Noah, Charlotte no es mi tipo…ve a hacer lo que quieras con ella.
-Y quien es tu tipo… Idiota…-Replico otra voz masculina diferente.
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Choose me
Teen Fiction"El que se enamora pierde, y no pienso perder este juego.'' Sophie Blanc disfruta de las cosas simples y calmadas, acostumbrada a una monótona rutina con la que trazaba sus días normalmente, parecía estar en una burbuja de la que no quería salir. ha...