Capitulo XXIII😏😏🔥

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Joel  estacionó a Holly en el sitio habitual del subterráneo.
   
Realmente no daba para más. 
   
Las piernas me dolían como un jodido infierno, demonios odiaba definitivamente los jueves. Y obviamente la pelea con Ariana no había ayudado mucho a mejorar este día de mierda, lo había empeorado, si existe manera alguna. Liberé un pesado suspiro, Joel tenía su iPhone en sus manos, tratando de pasar uno de los niveles de una de las muchas aplicaciones que tenía.
   
Verlo con el ceño fruncido, concentrado en presionar la pantalla táctil varias veces, me hacía recordar mucho al Joel pequeño. Cuando ambos hacíamos estúpidas apuestas como “Te apuesto que la luz del semáforo está en rojo, si ganó tienes que ser mi esclava un día entero”. 
   
Siempre perdía, porque el hombre que está a mi lado tiene una suerte increíble.
   
Mejor toma una foto, duraría más. —dijo haciéndome salir de mi trance.
   
Guardó su teléfono en su bolsillo y me dio una sonrisa de oreja a oreja. 
   
¿En qué piensas?—preguntó.
   
En lo estúpido que eran nuestras apuestas, cuando éramos niños.
   
Solo dices eso porque siempre perdías. Yo creo que eran geniales. —viré mis ojos y el solo se rio. —Eres una mala perdedora.
   
No lo soy.
   
Perdías en todos los juegos y nunca querías cumplir los castigos. —dijo acusándome con la mirada.
   
No perdía en todo, mentiroso. Te gané una vez en ajedrez, ¿recuerdas?
   
Ni siquiera sabía que existía el juego, perdí en la primera partida y en la siguiente te gané. 
   
Crucé mis brazos sobre mi pecho, él tenía un argumento. Era verdad, era una pésima perdedora. Odiaba perder tanto como odiaba bailar. Imagínense.
   
Hay que hacer una apuesta. Él que llegue de último al departamento tiene que cumplir el castigo del otro. —indicó.
   
Estaba a punto de quejarme cuando Joel abrió la puerta de su lado y bajó corriendo, sin siquiera dejarme un microsegundo para quejarme y decirle que no tenía ganas de jugar. 
   
Bajé corriendo, tratando el dolor en mis piernas por la clase de gimnasia. Joel entró al ascensor, corrí más fuerte antes de que la puerta se cierre. Pero fue en vano, ya que la puerta se cerró con un Joel sonriente y divertido adentro.
   
Comencé a subir por las escaleras, cada paso que daba era agotador. Cuando llegué al cuarto piso, llamé al ascensor. Apenas llegó subí inmediatamente, aparté el botón de nuestro piso y las puertas se cerraron automáticamente. 
   
Cuando llegué a nuestro piso, la puerta del departamento estaba abierta. Joel estaba sentado el sofá con una sonrisa enorme en el rostro. Si las piernas me dolían antes, ahora era peor. Técnicamente me había cerrado las puertas del ascensor en la cara. El desgraciado iba a pagar. Corrí hasta el sofá y antes de que me diera tiempo de hacer algo, Joel me jaló de la cintura, haciendo que cayera encima de él. Me pegó a su cuerpo, sin soltar su brazos y se dio vuelta haciendo que yo me quedará debajo de él.
   
Te…voy a…matar—dije con la respiración entrecortada.
   
Mala perdedora.
   
Viniste en el ascensor, el perdedor eres tú. —me quejé.
   
¿Lista para tu castigo?—preguntó.
   
Como sea. Pero muévete—moví mi cuerpo tratando de separarme de él, pero parecía ser totalmente imposible.
   
Un beso. —dijo sin dejar de sonreír.
   
Paso su muñeca delicadamente por mi mejilla, haciéndome sonreír. A veces no me gustaba eso, que con solo una sonrisa era capaz de olvidar lo enojada que estaba. Sentía que él tenía algo de poder sobre mí, que era capaz de controlarme. 
   
Inclinó su cabeza para que nuestras frentes no chocaran, mis ojos se cerraron automáticamente cuando sus labios hicieron contacto con los míos, como si fueran un auto reflejo cada vez que sus labios chocaban con los míos. Mordió mi labio haciendo que un gemido se escapara de mis labios. Una sonrisa se dibujó en sus labios, disfrutando haber escuchado ese sonido.
   
Bajé mis manos, hasta la altura de su cintura, levanté el dobladillo de su camiseta permitiéndome posar mis manos sobre su abdomen marcado. Él me imitó, solo que no se molestó solo en tocar, se las arregló para sacarme la sudadera deportiva que traía puesta, dejándome únicamente en mi brasier de encaje, del cual estaba avergonzada en este momento, pero agradecía haber usado uno de esos hoy, ya que sería vergonzoso haber usado el de conejos con fondo rosado que tenía, si me preguntan. Igual, no pude evitar ponerme nerviosa, lo máximo que habíamos tenido había sido toqueteos debajo de la ropa, pero esto era un avance muy grande, por lo menos para mí.
   
Me separé de sus labios, sentándome derecha en el sofá. 
   
Lo siento—se disculpó. —Me dejé llevar…yo…solo…lo siento mucho, bubbles. Toma—dijo entregándome mi camiseta.
   
Sus mejillas estaban sonrojadas, y era una de las primeras veces que estaba nervioso, porque Joel Pimentel nunca se ponía nervioso.
   
Sabes que te esperaré el tiempo que quieras.
   
Pero… ¿a qué estaba esperando? Normalmente la mayoría de las chicas dicen eso cuando no están seguras con quien van a perder esa cosa tan importante, evitando perderla con cualquier idiota caliente en un baño público, la mayoría quiere que se especial con un hombre al que de verdad amen.
   
Y yo amaba a Joel.
   
Y era consciente de que amar era un sentimiento muy fuerte, pero eso era lo que yo realmente sentía por él. 
   
Eran solo nervios lo que sentía, nervios de no ser suficientemente buena para él. Ya que esta no era su primera vez, y estaba segura de que había una fila de mujeres detrás de él dispuesta a tener un acostón en cualquier momento. Pero él me amaba, no cualquier chico hacía lo que él hacía por mí solo por un buen acoston. Conocía a Joel de toda la vida.
   
Seguir esperando era estúpido.
   
Noquieroesperarmás. —dije muy rápido, ni siquiera entendible para mí misma.
   
¿Qué?—preguntó riéndose.
   
No quiero esperar más, estoy lista.
   
¿Segura? No tienes que probarme nada, bubbles. Te amo, ¿lo sabes, verdad?—sostuvo mi mano, con nuestros dedos entrelazados.
   
Asentí con la cabeza. 
   
Coloqué mis manos detrás de su cuello, cuando me recosté nuevamente su cuerpo cayó sobre el mío.
   
De acuerdo, ven. —dijo levantándose, sin soltar mi mano.
   
Comenzó a caminar, guiándome hacia su habitación. Milagrosamente estaba muy ordenada, a diferencia de otros días que tenía mucha ropa por todos lados. A veces cuando llegábamos a dormir, tiraba la ropa que estaba sobre la cama y me decía que la ordenaría al día siguiente. Sí, bueno, eso nunca pasaba. La ropa se acumulaba cada día más.
   
Llegamos hasta la cama de dos plazas, Joel se puso de rodillas sobre la cama, lo imité y me puse de la misma manera en frente de él. 
   
Te amo,_______. De todas las maneras posibles.
   
Yo también te amo—le respondí.
   
Posó ambas manos en mi cintura, estrechando nuestros cuerpos, sin que ninguna distancia nos separara en lo absoluto. Su mano subió hasta la altura de mi mejilla, acercó nuestros rostros y nuestros labios volvieron a encontrarse. 
   
Pero ahora el beso era más profundo, como si nuestros labios estuvieran unidos y no había manera existente de poder separarnos, no es que quería hacerlo, podría quedarme así por siempre realmente.
   
Sus manos bajaron hasta la altura de mis caderas, me alzó de ahí recostándome en la cama cabeza arriba, y el sobre mí, todo su peso sobre sus brazos, los cuales estaban a ambos lados de mis hombros. En ningún momento nos separábamos, y el beso parecía hacerse cada vez más intenso. Sus labios bajaron por mi mentón, siguiendo el camino de mi cuello, cuando hizo esto me dio la oportunidad de poder retirar su camiseta. 
   
Sus besos bajaban cada vez hasta llegar a la altura de mi vientre, exigí de vuelta sus labios, los cuales regresaron a los míos. Dejó una mano apoyada, pero con la otra se las arregló para retirarme de mi mini-short deportivo, dejándome únicamente en ropa interior. Un rubor se apoderó de mis mejillas. Una de las razones por las que temía llegar muy lejos era esta, temía exponerme totalmente.
   
Se separó de mis labios, dándole una última mordida a mi labio inferior, Joel sonrió coquetamente.
   
Eres tan hermosa, no tienes realmente nada de qué avergonzarte, bubbles. Que lo hagas solo te hace ver más adorable de lo que eres.
   
No le di una respuesta, por lo menos no una en palabras. 
   
Pasé mis manos por su cintura, y con todas mis fuerzas lo empujé para poder quedar yo encima de él. Enredé ambas piernas alrededor de sus caderas, y empecé a llenar su cuello de besos. Joel se deshizo de sus pantalones, quedándose únicamente en sus boxers negros. Toma delicadamente mis brazos, sentándome en la cama, con mis piernas aun enredadas en él. Se deshizo de mi brasier de encaje, dejándolo caer a un lado de su cama. Sonrió de oreja a oreja.
   
No me cansaré… de decir lo hermosa… que eres. —dijo apenas con un poco de aire.
   
Comenzó a jugar con mis pechos, comenzando a besarlos delicadamente y lentamente, como si fuera un castigo. Varios gemidos se me escaparon, e hicieron que mis uñas en su espalda se clavaran más. 
   
Estiró su brazo y recogió un pequeño paquete de la pequeña cómoda negra. Un condón. Y me volví a poner nerviosa, demonios, tenía que dejar de pensar mucho. Yo en serio quería esto, tan jodidamente.
   
¿Estas completamente segura, bubbles?—preguntó al mismo tiempo que liberaba aun suspiro.
   
Lo estoy—le respondí dándole un último beso.
   
Se bajó sus boxers, dejándome ver a su amiguito, quien estaba muy feliz, disfrutando de esto tanto como yo. Se colocó el condón, y me volvió a recostar sobre la cama. Abrí mis piernas, para que ingresara.
   
Te amo—susurra en mi oído un segundo antes de sentirlo dentro de mí.
   
Comienza a avanzar lentamente, y no me dolía en lo absoluto. No tanto. No es que estuviera pensando en el dolor, lo siento cada vez más dentro de mí, y se siente genial, jodidamente genial. Los gemidos y jadeos se escapaban de mis labios cada vez más seguido, al igual que Joel gruñía contra mi oído. 
   
(...)

Caímos rendidos, Joel a mi lado sin soltar mi mano en ningún momento. 
   
Prométeme que nunca te apartaras de mí, bubbles. Prométemelo. —dijo respirando agitadamente a la altura de mi oído.
   
Te lo prometo. —respondí de la misma manera.
   
Genial. Porque no creo poder vivir sin ti nunca más. Te amo. 
   
Enredamos nuestros cuerpos, haciendo la típica posición de cuchara. Él había sido tan cuidadoso conmigo, preocupándose siempre por mí. Agradecía las clases de gimnasia que habíamos tenido en primaria, que probablemente era la razón por la cual no me había dolido mucho. 
   
Liberé un suspiro que no era capaz de expresar todo los sentimientos que sentía en este momento, antes de quedarme profundamente dormida…en sus brazos.










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promesas de amor  [{Joel y tu} segunda tem. RDM<ADAPTADA >]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora