CAPÍTULO 5

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CAPÍTULO 5


Kuroko y Kise no se separaban, ahora estaban siempre juntos, protegiéndose y dándose apoyo mutuamente. Ambos tuvieron una noticia bastante amarga y nada agradable.

El móvil del peliceleste volvió a sonar, era la catorceava llamada de Kagami, y otras cuantas de Aomine en el móvil del rubio. Pero ellos ignoraban la melodiosa música que sonaba e inundaba la habitación, simplemente se quedaban sentados en su parte del sofá, mirando la silenciosa televisión. Estaban entrevistando a varios jugadores de baloncesto, pero ellos no ponían atención ni a los subtítulos que aparecían en la parte inferior de la pantalla.

Fue cuestión de horas, que sus móviles desistieron y no volvieron a sonar, mostrando cientos de llamadas en los dos. Aprovecharon ese silencio para hacer la comida y cenar algo antes de irse a dormir.

―Es suficiente ― dijo el rubio por la mañana, se levantó de la cama donde ambos estaban tumbados boca arriba en silencio observando el blanco techo con la mirada perdida, estiró su cuerpo y miró a su amigo con una sonrisa ― No podemos dejar que por culpa de dos imbéciles, nuestra vida sea así de insignificante, ¿por qué dejamos que lo que hicieran esos dos nos afecte hasta éste punto? Es verdad que vamos a estar triste, es normal que lo estemos, me preocuparía si estuvieramos gritando y riendo, pero no podemos permitir ser dos vegetales que sólo comen, duermen y se quedan horas en silencio, sentados o tumbados y sin moverse lo más mínimo posible. No puede ser.

Kise acabó su discurso con emoción, no iba a dejar que dos gilipollas jodieran su vida y la de su mejor amigo tan fácilmente ― Tienes razón ― Kuroko dejó escapar una pequeña sonrisa ― Nos merecemos algo mejor, incluso.

Entre risas desayunaron, se ducharon por turnos y se prepararon para ir a la universidad después de ese deprimente fin de semana.

Compartían la mayoría de las clases, a si que, por lo menos, se protegerían de que la ex-pareja del otro. Estuvieron, en sus cuatro períodos de clase juntos, corriendo de aula en aula, yendo por los caminos más largos para evitar atoparse con los otros chicos. Alguna vez los veía en la puerta de la aula, esperándolos, por lo que se escondían en una esquina y entraban una vez que el chico se había ido para no llegar tarde a su propia clase.

Pero había llegado el último período, en el cual tenían clases separadas, Kuroko se despidió de su amigo mientras se iba su aula. Sabía que ésta asignatura la compartía con Aomine, sólo esperaba que no le dijera nada.

Kuroko corría por el largo pasillo, si no se apuraba, iba a llegar tarde y no le dejarían entrar, y sin duda, eso sería malo, porque la ex-pareja del rubio aprovecharía para pedir ir al servicio y lo buscaría hasta atoparse con él y hablar. Llegó a la aula justamente cuando el timbre sonaba, su respiración era agitada y miraba al profesor desde el marco de la puerta.

―Se ha salvado, entre ― el peliceleste le sonrió en forma de agradecimiento y recompuso su postura, echó un vistazo a los pupitres libres del aula, sorprendiéndose cuando el único libre era al lado del peliazul. Se maldijo unas mil veces en su cabeza mientras iba lentamente al sitio, y se sentaba lo más alejado del otro chico.

―Kuroko... Tenemos que hablar. Todos ― le dijo Aomine en un susurro una vez que el profesor se dió la vuelta para escribir en la pizarra.

―No tenemos nada que hablar con vosotros ― le contestó sin apenas mirarle, sabía que el peliazul le estaba mirando con una mirada triste, lo podía notar, pero no iba a ceder.

―Es que... No nos habéis dado la oportunidad de explicarnos...

―¿Explicar qué? Exactamente. Quedó todo muy claro con lo que nos dijistéis y lo que dijeron Midorima-kun y Akashi-kun, creo que más claro agua ― el peliceleste le cortó, mirándole ahora con rabia. La cara del alto se descompuso.

―¡Exactamente por eso! ¿Porqué hacerles caso a ellos y no escuchar lo que os tenemos que decir nosotros? ¿Acaso creéis más lo que os dicen unos amigos que vuestras propias parejas?

―¡Tchs! ¡Parejas dice! ― Kuroko dejó escapar una sonrisa sarcástica ― Creo que está bastante claro que ya no estamos con vosotros, por culpa de lo que hacéis. Y... ¿Amigos? ¿Son amigos los que nos mienten a nuestras espaldas? ¿Los que nos ocultan todo? ¿Acaso eso es un amigo? ¿Y que tu propia pareja te engañe de esta forma? No lo creo.

―Tenéis que darnos la oportunidad de explicarnos ― Aomine le suplicaba con la mirada, pero Kuroko seguía negando con la cabeza, no iba a dejar que se explicaran en algo que estaba totalmente claro, ¿que le iban a decir? ¿Que llevaban juntos una semana? ¿Un mes? ¿Cuántas veces quedaban a la semana? No podrían con esa información, simplemente los rompería más de lo que estaban ahora mismo.

―¿Por qué nos queréis hacer más daño? ― dijo el peliceleste con lágrimas en los ojos.

―Tetsu, yo... ― Kuroko rodó los ojos mientras se secaba las lágrimas con la manga de su jersey ― De verdad que os lo queríamos contar, pero no es fácil, entiéndelo.

―Oh, claro que no es fácil, lo comprendo.

―Lo único que queremos explicaros es cómo ocurrió todo.

―¿Acaso estás demente? ¿Quieres que querríamos escucharos después de todo? Y aún por encima, ¿sobre como ocurrió? Es lo que menos nos importa, créeme. Lo único que queremos es saber es por qué.

―Por eso necesitamos contaros todo desde el principio...

―Tetsuya y Daiki, ¿quieren compartir algo con la clase? ― el profesor interrumpió entre las miradas de los dos chicos, miraron hacia la mesa avergonzados.

―No, señor Pancakes ― dijeron al unísono.

―De acuerdo, pero la próxima vez que os vea hablar, compartiréis lo que habéis discutido en la clase. Quien sabe, igual es una nueva fórmula para la operación ― dijo mientras señalaba una fórmula que estaba escrita en la pizarra.

Ambos chicos empezaron a copiar la fórmula y a resolverla.

Kuroko vió que un papel caía sobre su libreta, miró hacia su compañero quien miraba la nota y volvía de nuevo al ejercicio. El peliceleste suspiró y abrió el trozo de papel.

"Mañana en las canchas de baloncesto, a las 20:30.

Por favor."

Miró repetidamente el mensaje, ¿les darían la oportunidad de explicarse? Era de locos... Lo único que iban a conseguir sería salir más heridos de lo que ya estaban, ¿era eso lo que querían?

Pero... Por otra parte, Kagami siempre fue el amor de su vida, y si fuera al contrario, al peliceleste le gustaría que el pelirrojo le diera la oportunidad de explicarse y dejar las cosas claras.

Arrugó la nota y la guardó en el bolsillo de su uniforme, tendría que hablar con Kise, y estaba totalmente seguro de que él al principio se negaría rotundamente, tal y como hizo el peliceleste hace unos minutos, pero tenía que ser capaz de convencerlo. Aunque les fuera a doler, sería bueno, ya que lo escucharían de ellos mismos, admitiéndolo, y sería un gran avance para poder pasar página, si no, la culpa y la duda los perseguiría durante años.

Cada luna llena [KnB] (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora