15.-MAÑANA "ABURRIDA".

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Jared.

La molesta luz del sol, que entra por la ventana a raudales, me incomoda.
Aprieto fuerte los ojos para después abrirlos y habituarme.
Un olor a vainilla inunda mi sentido del olfato e instantáneamente me acuerdo de todo lo sucedido anoche y extrañamente de aquel sábado.

Miro a Elizabeth, que sigue en la posición en la que estaba, con su cabeza escondida en mi pecho, y me percato de que yo también sigo de la misma manera, con mi mano sobre su pelo. Lo acaricio.
Miro su rostro y escucho -a diferencia de anoche-  su respiración tranquila.

<<¿Qué habrá soñado como para que la haya alterado de tal forma?>>

Guío mi mano, de su pelo, a su mejilla y se la acaricio, apartándole un mechón marrón de su cabello, para ponerlo tras su oreja, lo que me permite ver un poco de color en sus mejillas, producto del calor al estar pegados.

Cuando me incorporo un poco para apoyarme en el cabecero de la cama, ella emite como un ronroneo y se pega más a mi, rodeándome con un brazo y haciendo que aparezca en mi rostro una sonrisa por lo graciosa que me acaba de parecer. Seguido de eso, suelta como una especie de bufido -esos que se emiten cuando uno tiene calor-, y aún estando dormida, se destapa solo una pierna y la pone encima mía, de manera que rodea mis piernas y luego, de nuevo vuelve a ronronear y a restregarse a mi, ahora lo que hago es soltar una carcajada, aunque me callo en el momento en que se vuelve a mover y me digo que ojalá no la haya despertado.

Desvío mi mirada de su rostro, a su pierna desnuda y se me seca la boca cuando el rallo de sol que está impactando sobre ella, hace que le propine a su moreno como una especie de tono dorado.
El efecto del sol sobre su pierna es tan gloriosamente perfecto que me entran las ganas de acariciarla. Cosa que hago.

Cuando el contacto de mi mano con su pierna se produce, haciendo que sienta un tacto tan suave, la piel se me eriza.
Recorro su cuerpo con la mirada, como tantas otras veces he hecho, pero esta vez me detengo más, ya que no hay nada que me impida llevar a cabo mi tarea.
Empiezo paseando mi mirada desde la pierna que tiene descubierta -ya que la otra está bajo las sábanas-, hasta llegar a la altura de las bragas -las cuales son blancas, por cierto, que si no lo he repetido ya veces, su tez morena destaca más cuando contrasta con este color-, sigo paseando mis ojos por la parte de la espalda que tiene al descubierto, hasta que llego a la parte dónde tiene el top que llevaba ayer en la noche. No lleva sujetador, -si, señores, soy un tio, me fijo en los escotes de las mujeres y si, efectivamente bajo el top no lleva nada, aunque no se le ve nada de lo que en esta sociedad en la que se vive ahora se considera inapropiado.

No me he dado cuenta de la sequía que se había producido en mi boca, por la falta de saliva, mientras yo hacía mi tour por el cuerpo de la niñata que tengo entre mis brazos, o más bien, que me tiene entre sus brazos.

Sigo acariciando su muslo, pero esta vez, arrastrando hacia abajo mi mano entera por el, y subiendo simplemente con el tacto de la yema de mis dedos, Elizabeth sonríe inconscientemente y hace que yo  también lo haga.
Elizabeth se mueve y unos segundos después veo como aprieta los ojos y los va abriendo de a poco, aunque los vuelve a cerrar rápidamente -sonrío-, para después volverlos a abrir y estirar la espalda, haciendo que se separe del colchón al arquearse.
Ella levanta un poco la cabeza para chocar su vista con la mía, en el momento en que lo hace noto una sensación extraña en mi, pero paso de ella, para concentrarme en su mirada.

-Buenos días niñata.

-Hola.-Me susurra y se sonroja cuando ve la posición en la que estamos.

No me doy cuenta de que le sigo acariciando la pierna, hasta que veo como su mirada se dirige a mi mano. Se tensa y yo sonrío mecánicamente.
Me acerco a ella sin que se entere.

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