6. Second Choice

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Todos los personajes pertenecen a J.K Rowling

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Y por fín la familia llega a casa...

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Los tres adultos y el niño, se aparecieron a las puertas de una imponente casa victoriana, construida en mil ochocientos ochenta y cinco, por una acaudalada familia de magos.

Este colosal edificio había sobrevivido a desastres naturales, como a un tornado en mil novecientos diecisiete, o a la caída de una bomba en mil novecientos cuarenta y cinco, y ahora sería el hogar y refugio de esta extraña familia.

- ¡Es enorme!¡Parece una mansión! — exclamó admirado, el ojiverde, con los ojos a punto de salírsele de las órbitas..

- ¡No nos lo habías dicho! — lo señaló Sirius, con un dedo acusatorio.

- ¿No mencioné el tamaño? — preguntó Severus, con gesto de duda.

- No... — sonrió Lunático, que también estaba muy impresionado, por el tamaño de su nuevo hogar.

- Me dí cuenta de que era grande cuando estuvimos dentro... Pero pensaba que habrías hecho algún tipo de hechizo de agrandamiento... — barboteó Canuto, mirando todo con curiosidad.

- ¿Se puede hacer eso? — se sorprendió el ojiverde, agarrando el brazo de su padrino, que dejó de observar y se centro en él.

- ¡Claro! ¡Somos magos! — le recordó el animago, con tono alegre.

- Todavía me cuesta acostumbrarme, ¿recuerdas? — replicó el azabache, con el ceño fruncido,

- Lo harás pronto, ¿recuerdas? — le devolvió el ojigris, dándole una palmadita consoladora en la espalda.

- Claro, vivirás rodeado de magia... — lo apoyó Lunático, acariciándole suavemente la mejilla, consiguiendo una sonrisa del niño — Aunque en verano no podrás usarla...

- Sin Hogwarts, no hay magia... —asintió, el buscador de Gryffindor, con gesto de fastidio -También recuerdo eso...

- Puedo enseñarte algunos trucos para mejorar en Pociones...— se ofreció el ojinegro.

- ¿De verdad? — preguntó entusiasmado, Harry, que sabía lo necesitado que estaba de esas clases extras.

- ¡Claro que si! ¡Eres mi alumno favorito! Y ya sabes que tengo fama de favorecer a mis favoritos... — respondió, Severus, con una sonrisa traviesa.

- Pero ya no lo harás más... — lo interrumpió el ojiverde, con tono de madre reñidora.

- ¿Entonces no quieres ser mi favorito? — preguntó, el pocionista, fingiendo decepción.

- ¡Yo no he dicho eso! ¡Y claro que soy tu favorito! — lo corrigió, con gesto posesivo, el leoncito.

- Pero no quiere que lo favorezcas por eso... — lo ayudó Remus, divertido por el ataque de celos del niño.

- Tampoco es eso... Puedes favorecerme un poquito... — explicó el azabache, con una falsa sonrisa inocente — Ya sabes... Enseñándome mucho...

- No sé yo... — se hizo el dubitativo el Slytherin, fingiendo que lo pensaba.

- Soy tu culebrilla, ¿recuerdas? — le recordó, Harry, poniendo ojitos de cordero degollado

- Lo recuerdo.... ¡Y un caradura también! — exclamó el ojinegro, haciéndole cosquillas

UN REGALO PARA HARRY: Una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora