16. Época de cambios

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Todos los personajes pertenecen a J.K. Rowling

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<< El próximo capítulo será el final de las vacaciones, y después de eso, seré yo la que me tomaré unas pequeñas vacaciones...
Lo que significa que no publicaré en un tiempo prudencial... >>

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Desde su llegada a Second Choice, a principios de verano, Severus había estado practicando, con la inestimable ayuda de los merodeadores, como convertirse en un animago.

Lo ocurrido con el mapa, le dio el empujoncito que necesitaba; haciendo que se sintiese que ya estaba preparado para la transformación; por eso citó a los merodeadores adultos en el jardín después de haber acostado a Harry, deseoso de saber cual sería su animal interior.

- ¿Te has tomado la poción? — se aseguró Sirius, antes de empezar el complicado ritual.

- Sí, no he olvidado ese pequeño detalle... — siseó Severus, mirándolo ofendido, por tratarlo de estúpido.

- Ha sido una buena idea que la primera vez sea en el jardín...   — intervino conciliador, Lupin, estudiando el lugar en el que se encontraban — No sabemos las dimensiones que tomarás...

- Ahora coloca la varita sobre tu corazón y repite el hechizo... — lo apuró ansioso, el ojigris, quién estaba deseando que el pocionista se convirtiese en un animago, para poder así, tener con quién jugar.

- Debes sentir un segundo latido... — le indicó el castaño, llevando su mano a su corazón, para explicarse lo mejor posible.

- Concéntrate en ese latido y vacía tu mente... — añadió el animago  — Si cierras los ojos es más fácil..

- Déjate ir... Siente tu latido animal... — aconsejó el licántropo, que pese a no ser un animago sabía mucho sobre el tema.

Severus seguía las instrucciones de sus amigos paso a paso, y finalmente comenzó a relajarse, dejando de lado su parte racional, para concentrarse en sus instintos más básicos.

Tras unos minutos de tensión, el ojinegro consiguió lo que llevaba tantos años intentando ser: un animago.

Ante la mirada atónita de Sirius y Remus, volaba un imponente y elegante caballo alado negro, que tras hacer un par de piruetas, aterrizó con elegancia frente a ellos.

- Deberías quedarte así para siempre... — sugirió de buen humor Canuto, recibiendo una mala mirada de su lobito — Esa apariencia te sienta mucho mejor...

- No le hagas caso... — negó con la cabeza, Lupin, resignado por el extraño humor de su pareja — Estamos orgullosos de ti...

- Ahora debes volver a tu estado humano... — ordenó divertido el ojigrís, queriendo poner al ojinegro en un pequeño apuro.

Y eso fue más fácil de decir que de hacer, pero tras unos minutos volvió a ser un bípedo; se sintió un poco avergonzado cuando Remus le pasó una túnica para cubrir su desnudez, esa era la parte que menos les gustaba del ritual, pero claramente valía la pena pasar por ese vergonzoso momento.

- Muchas gracias... — agradeció el pocionista — No lo habría conseguido sin vosotros... 

- ¡Claro que sí! Sólo te faltaba confianza... — aseguró Sirius, golpeando afectuosamente su espalda.

 - Estoy en deuda con los dos...   — susurró el Slytherin, al que aún le costaba demostrar sus sentimientos.

- Somos nosotros los que estamos en deuda contigo... — discutió el castaño, bajando su mirada.

UN REGALO PARA HARRY: Una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora