21. El recuerdo de Hagrid

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Todos los personajes pertenecen a J.K Rowling, y también el texto en negrita.  

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<< No pensé que podría publicar hoy, ya que hasta hace un par de horas no tenía más que escritas unas líneas...

Pero me he puesto a escribir y...
Esto es lo que ha salido...

Pd: No lo he revisado, así que por favor no seáis muy críticas... >>


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Molly había cumplido su palabra, y Charlie y Harry habían podido hablar sin interrupciones. Pero no podían abusar de la buena voluntad de la mujer, y por eso tuvieron que volver al mundo real.

Y el mundo real, el ojiverde fue reclamado por sus tutores en cuestión de segundos, llevándoselo para pasar un rato en familia fuera del castillo.

Fueron a Hogsmeade, y visitaron los distintos establecimientos del pueblo mágico.

Harry pensó que estaba en el paraíso cuando entraron en Honeydukes, la mejor tienda de dulces mágicos en todo el mundo.

Ya había estado allí antes, cuando entraron a través del túnel en medio de la noche. Pero verlo de día era mucho mejor; los dulces brillaban, las luces iluminaban las estanterías repletas de grageas y chocolates, un olor embriagador que hacía suspirar hasta a los más duros corazones...

Mientras Severus y Remus se encargaban de hacer algunas compras; Harry y Sirius visitaron Zonko, la tienda de artículos de broma.

Fue realmente divertido para los dos recorrer el enorme establecimiento, mientras el animago le mostraba cuales habían sido los artículos favoritos de James.

Al final el leoncito tuvo que sacar fuerzas desde lo más hondo de su ser para ser responsable y sacar a su padrino de allí, y regresar con sus tíos.

Pero antes el ojigris se auto proveyó de un buen arsenal de productos. Y guiñándole un ojo a su ahijado, con gesto cómplice, encogió todo y lo metió en sus bolsillos, para que no lo vieran sus co-tutores.

Remus y Severus los esperaban fuera, cuando por fin consiguieron salir de la tienda.

— ¡Menos mal! Empezábamos a pensar que tendríamos que entrar a buscaros... — exclamó Lunático, con una sonrisa divertida, en cuanto los vio aparecer.

— Sí, ya estaba preparado para cortar las manos de Canuto... — asintió Pegaso, mirando al animago con una sonrisa torcida — Hasta había elegido el hechizo...

— ¡Tío Sev! — lo riñó Cachorro, mirándolo con gesto de reproche.

— ¿Qué prefieres que se quede aferrado a alguna estantería o que vuelva con nosotros? — preguntó el ojinegro, alzando sus cejas, sin borrar la sonrisa burlona.

— Muy gracioso, Pegaso... — refunfuñó Sirius, sacándole la lengua— Pero...

— ¿Qué os parece si vamos a comer? — intervino conciliador, Lupin, tratando de evitar alguna estúpida e infantil discusión.

— ¡¡¡¡¡Siiiiiiiiiiii!!!! — aulló de felicidad el ojiverde, lanzándose al cuello del castaño, para abrazarlo.

— Parece que alguien tiene hambre... — rió el hombre lobo, abrazando a su sobrino con cariño.

UN REGALO PARA HARRY: Una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora