Capítulo V: ¿Quién eres?

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-No, no señorita.

-¿Qué pasa Katie? Vamos, sólo será un corto tiempo.

-¿Por qué carajos haces esto?

-Solo quiero que todo salga bien, no quiero arrepentirme luego de mis decisiones...

-¿Y por eso piensas jugar con ambos?

-No estaré jugando con ellos...

-Entonces ¿Qué estarás haciendo? Dime.

-...

-¿Lo ves? De nuevo sin nada que decir.

-Pero ¿qué quieres que te diga?

¡Ya te lo he explicado todo!. - Dije con un tono de voz alto.

En serio me desesperaba que ella no entendiera mi situación.

-Bien, luego no vengas a mí llorando cuando algo salga mal. -Dijo fríamente mientras se retiraba.

Perfecto, ahora ella se ha molestado conmigo, lo que me faltaba.

-¡MALDICIÓN! Como odio esto - Grité.

Sentí como mi vista se ponía cada vez más borrosa y como se armaba un nudo en mi garganta, no aguantaba más.

Me tragué mi llanto, no quería que los demás me vieran destrozada.

Me quedé parada frente al aula mirando hacia una pared, no podía pensar en nada, mi mente estaba totalmente en blanco, yo solo quería irme corriendo muy muy lejos.

Siento una mano que se desliza lentamente por mi hombro y baja hacia mi brazo acariciandolo con delicadeza, seguidamente llega a mi mano y entrelaza mis dedos con los suyos.

Se me hizo la piel de gallina y un escalofrío recorrió mi espalda.

Volteé inmediatamente y al ver de quien se trataba, rápidamente tragué saliva e intenté dar mi mejor sonrisa. -Recuerda Angeline, para todos tu tienes que estar bien.-

-Hola Mikael - Dije intentando ocultar mi mala cara.

-Hola hermosa, ¿qué te sucede?

-No es nada, solo que no dormí bien anoche y estoy cansada, es todo - Dije sonriendo como pude.

-¿Estás segura?

-Sí, completamente.

- Bien.

Se acercó lentamente a mi rostro y plantó un suave y rápido beso en mis labios para luego retirarse del lugar y supongo que ir a ver a sus amigos.

-Toqué mi labio inferior con la punta de mi dedo índice y lo deslicé por toda su curvatura.

Respiré profundo, me volteé y bajé las escaleras hasta el patio del colegio.

-Angeline, ¿cómo estás? Tengo algo para tí. - Dijo Christian acercándose a mí.

Lo menos que quería en ese momento era verlo.

-Hola.

Dime ¿qué es? - Dije con un tono serio pero no cortante.

A penas dije eso, el sacó de su mochila un paquete de Doritos, mi chuchería favorita.

-Te traje este detalle, últimamente te he visto muy fuera de base y bueno, quería alegrar tu día.

Admito que sonreí al escuchar eso.

-Muchísimas gracias, en serio eres un amor, gracias. - Dije mientras tomaba el presente y rodeaba a Christian con mis brazos en modo de agradecimiento.

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