Capítulo 16,17

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Sábado nuestro ¡Qué más puedo decir que no haya dicho! La intensidad seguía a la vela. Nuestros cuerpos se conocían a la perfección. Sexo, vino tinto, porque ya enfriaba, corrida, paseo de Chispín, más sexo. Cena con Ismael y Bianca. Eran muy agradables. Hasta estábamos pensando coincidir en Iquitos en Fiestas Patrias ¡Yo ya asumía que tenía el permiso y mi papá ni se las huele!

El domingo a final de la tarde Blas me sorprende en mi casa. Resolvió sus pendientes desde Lima y no tuvo que volar a Cajamarca ¡Repetimos Gladiador! Nos había gustado a los dos. A mí el cine no me apasiona, pero sí pasármela con él.

–¿Una rapidita antes de dejarte en tu casa... ?– es una pregunta/ orden. No puedo negarme ¿Siempre será la naranja que quiero exprimir por completo? ¿Cuándo se cansará de exprimirme?...Las preliminares contra la isla de la cocina...

–Me encanta esa pintura de Llona... –oración en medio de un jadeo. Le mordisqueo el hombro...Una vez más esa mágica combinación de amarillo vivo, negro, gris y blanco me...

–Lo sé... – jadea contra mi boca– ¡Pero no te distraigas ahora o se va de esa pared! ¡Me tienes loco... !– su lengua juguetea con mi oreja... – ¡Imi, cómo me calientas!!! –su celular comienza a sonar con insistencia... Tratamos de no hacerle caso pero no para de sonar.

–¡Carajo, esa mierda que no se calla...!– me deja para contestar. Tomo aire. Tengo mil corazones latiendo por todo mi cuerpo.

–¿¡Cómo!? ¡No es posible... !– comienza a caminar hacia el dormitorio y siento que enciende la televisión ¡Me cago...!!!– me empiezo a preocupar... ¡Me duele el estómago!–¡Puta madre! ¡Qué mierda es esta!!! No tiene la mínima lógica...

¡Eso suena a un gran problema! Llego al cuarto, ha colgado, se sienta al lo de la cama, llevándose ambas manos a la cabeza para retirar todo el pelo de la frente. Sigue con la vista ja en la pantalla.

–¿¡Blas, qué pasa...!?

–¡Míralo con tus propios ojos, Magdalena!– me escupe furioso. ¡Estamos en el programa periodístico de domingo... !


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¡Blas y yo tirando como Jesús y Magdalena! Y en una leyenda en la parte inferior de la pantalla se puede leer... ¡La nieta del Presidente de la Sociedad Nacional de Minería y el nanciero se divierten!

–¿¡Esto puede ser posible!?– no me lo creo. Pero somos nosotros. Mi temperatura baja abruptamente y comienzan a sudarme las manos. Me mareo, mi corazón late sin freno, aterrizan mis náuseas nerviosas de colofón... – ¿Quién hizo esto?– le demando sin dejar de ver la pantalla. Toso, creo que vomitaré toda la canchita del cine...

–¡Es nuestro castigo por el sacrilegio!!!– me grita, se pone de pie frente a mí y me señala con el índice. Luce enorme e iracundo... ¿Es el mismo tipo que me apretaba sensualmente hace unos minutos? ¡Nuestros celulares suenan sin parar!

¿¡Todo esto es real!? ¿¡La gente que nos conoce lo ha visto...!?

Hablan de mi abuelo, de la juventud excéntrica, de la falta de moral, del irrespeto por la fe católica. De las cosas que se esconden detrás de las formas, bla, bla bla. Blas y el palmazo, la mordaza... Chester.

–Tú y tus perversiones ¡Puta madre, Emiliaaa!!! ¡La has jodido!

–Blas, tú bien que disfrutaste... – trato de defenderme– ¿Lucimos más gordos?– no me lo parece... –. Siempre han dicho que en la televisión lucimos más gordos... –se queda observado a la pantalla, me estremezco cuando escucho los diálogos... Re chester ¿¡Qué voy a hacer!? Y encima está editado: pinta mucho peor de lo que fue.

El Rompecabezas de Emilia y BlasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora