Encuentro

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Todoroki Shoto jamás había visto criatura tan más hermosa y adorable como el chico que había caído en la red para cazar que puso en las profundidades del bosque. Cuando venía de regreso para ver que había conseguido ese día, escuchó quejidos y gruñidos a lo lejos, pensando un tanto preocupado que definitivamente eran humanos. En el momento que lo encontró no pudo evitar quedarse mirando, pues las esmeraldas del contrario inmediatamente se conectaron con sus orbes bicolor

Sintió su corazón en un puño al percatarse del temor con el que lo miraba, las lágrimas en sus ojos no se desbordaban e intentaba parecer intimidante mostrando los colmillos aún cuando sus labios luchaban por no formar un puchero frente a él. Aquello casi lo hace sonreír, y se sorprendió al pensar en eso, pues no recordaba la última vez que lo había hecho de manera sincera

Su piel estaba ligeramente tostada, añadiendo que en sus mejillas y hombros descubiertos habían cientos de constelaciones formadas por pecas de distintos tamaños. Ese detalle era atrayente, atractivo, a la par que adorable. Daban ganas de acariciar su cabello, esponjoso y rizado, tan alborotado como las plantas que crecían a su alrededor, y el arrumaco de pétalos sobre su cabeza -seguramente pertenecientes a flores de una corona- sólo le daba un aspecto más silvestre y libre, sin mencionar las cicatrices que hacían contrastes por todo su cuerpo. Se le antojó recorrer cada una de ellas con sus dedos

Sentía que no era digno de mirarlo, sin embargo, ahí estaba, inmóvil

Su ensimismamiento se vio interrumpido por pisadas rápidas y una respiración pesada. En pocos segundos, un tercer sujeto se mostró en escena, con el ceño fruncido, los puños apretados y una mirada feroz. Le gruñó, como si fuera una bestia, y a pesar de ser humano -aunque no estaba seguro de esto último-, sentía que el recién llegado estaba protegiendo algo de su propiedad

—Tienes tres segundos para salir corriendo —gruñó, calandolo con su mirada rubí, seguro de ver fuego arder en sus ojos

Aún así pensó, que si para volver a ver al chico en la trampa tenía que enfrentarse a esa bestia, sin duda lo haría

—¿Y si no quiero? —respondió en tono serio y calmado, enfureciendo al otro 

Sus sentidos se alarmaron cuando la bestia se abalanzó sobre él sin demorar ni un segundo. <<Comprensible>>, se dijo en sus adentros, pues él también lucharía si se tratara de defender a aquella criatura tan hermosa

—¡Kacchan no lo mates!

Las garras del desconocido se detuvieron a milímetros de su rostro al escuchar ese grito. Dios, era la voz de un ángel. Suficientemente masculina para su complexión, y sin embargo, conservaba un toque de inocencia que sólo había escuchado de sus hermanos más pequeños, los que todavía no sufrían la desgracia de enfrentar un mundo injusto y problemático

—¡Cállate, Deku! 

Los gruñidos estridentes del otro le hicieron fruncir el ceño, pues habían interrumpido al pequeño ángel. No le gustó para nada

—¡No lo mates! —repitió

El puño que había estado aferrando su camisa lo soltó, y la mirada llena de desdén de la bestia se clavó en su ser. Había caído de sentón, haciendo crujir la hojarasca que yacía bajo de él

—Si intentas hacer algo, date por muerto —le dijo en tono amenazante. Él simplemente se quedó mirando

Pudo ver con más atención el recién llegado, quien tenía cabellos rubios y tiesos. Con la sola ayuda de sus manos rompió las cuerdas con las que había capturado sin querer a su compañero, y un amargo sentimiento se apoderó de él cuando el ángel se lanzó a los brazos de la bestia exclamando su nombre con alegría

—¡Kacchan!

Dudaba que un nombre tan suave como ese perteneciera al pedazo de guerrero que tenía en frente. Lo había notado, su fuerza sobrehumana, múltiples cicatrices que dejaba a la vista con su torso descubierto y la capa de piel de un león de fuego, animales tan peligrosos que solo los más valientes y fuertes podían hacerles frente. Si ese hombre no era un guerrero, que le parta un rayo

No llevaba ni quince minutos en esa situación y ya tenía en claro dos cosas:

Quería a ese ángel, y aquella bestia era un obstáculo

Shoto nunca fue una persona impulsiva, siempre pensaba las cosas dos veces antes de hacer algo, pero en ese momento, cuando la bestia se llevó al pequeño jalándolo con brusquedad para desaparecer en las profundidades del bosque, decidió algo con una resolución impecable

Iba a conseguir algo de ese ángel como fuera

No por nada era el heredero de esas tierras, que el bosque estuviera inexplorado en su mayoría no le daba temor, descubriría cada rincón y documentaría hasta la hierba más insignificante con tal de encontrarlo

Con tranquilidad se puso de pie, tomó las cuerdas rotas por las manos de ese guerrero y las guardó en su alforja. De camino al castillo, no podía quitarse la imagen de esos ojos verdes sobre él 

Le dio un escalofrío 

De lejosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora