Un Par de Zorros.

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-¡Apura Naruto!-. Si algo detestaba Gaara, era esperar.

Habían acordado que a las 8 pm él vendría a buscar al rubio para ir a la fiesta de Halloween que ambos estaban invitados por Akatsuki, una especie de fraternidad/organización exclusiva. Eran las 10 pm y el rubio recién se preparaba porque se había dormido. Como siempre.

Dicha fraternidad era muy prestigiosa pues sus miembros eran elegidos de forma minuciosa. Sólo aquellos con muy buen rendimiento y habilidades podían ingresar obteniendo un anillo que los representaba y los diferenciaba del resto.

-¡Ya voy! ¡Yo no quería usar este disfraz!-. Contestó dentro de la habitación tratando de no sentirse avergonzado por el atuendo que iba a usar. No era alguien a quien le avergonzara muchas cosas, pero esto si lo hacía.

En vez de ir a la fiesta, hubiese preferido quedarse en casa asustandose con peliculas y comiendo ramen. Eso si era un buen plan, sorpresivamente Gaara tenía ánimos de ir, quizás sólo lo hacía para verlo usando el atuendo que estaba por vestir. Su mejor amigo podía ser un maldito auténtico.

-¡Te quedará perfecto! Quizás hoy encuentras a algún payaso que te haga reír por el resto de su vida-.

-No necesito a ningún payaso. Conmigo mismo es suficiente-. Se miró al espejo viendo como le quedaba.

Su amistad con Gaara era demasiado fuerte. Tanto que estaba a dispuesto a salir al público de tal forma sólo porque el pelirrojo así se lo había pedido. Si eso no era amistad, no sabía qué lo era.

-Si, claro. Apura que ya vamos 2 horas tarde-.

La puerta de la habitación se abrió dejando ver a un rubio con nueve colas rojas algo esponjosas. El armazón de éstas ocultaba un pequeño short que el rubio llevaba. Tenia dos orejas, una remera corta roja, y tenis del mismo color.

El hecho de que Naruto por genética tenga el cuerpo lampiño, los colmillos pronunciados y aquellas características marcas en las mejillas, hacían que quedara como un auténtico zorro. Con un toque sexy adicional que no venía nada mal.

-Que bonito animalito salvaje-.

-¡Gaara!-. Se bufó. -Un momento... ¡¿Donde está tu disfraz?!-.

-Ammm... me dieron otro que no me entra así que iré así-. Hizo un ademán con los hombros y terminó de beber el café que había preparado para la espera. La verdad era que no quería disfrazarse de nada, pero si ver disfrazado a su amigo. Quizás era un poco injusto.

-¡Entonces yo iré sin esto!-. Quiso empezar a sacarse cuando una mano lo detuvo. -¡Parece que estoy desnudo de la cintura para abajo!-. Mostró un cómico puchero.

-Claro que no, estás perfecto así-. Le sonrió acariciando una de las orejas zorrunas. -Además... quiero presumir a la belleza que tengo por mejor amigo-.

-Idiota-. Miró hacia otro lado.

-¿Vamos?-. Le aproximó su brazo para que el rubio lo tomara.

-Bien-. Se dejó el disfraz y salieron.

Bajaron del edificio y Gaara, como todo un caballero, le abrió la puerta de su auto para que el rubio pudiera subir.

-Qué caballeroso. Pero que conste que no soy ninguna damicela-.

-Claro que no, sólo un animal del bosque-.

-Ts. Sólo vamos-.

Gaara sonrió y una vez que su amigo estuvo dentro del auto. Cerró la puerta y subió en el asiento del conductor.

El pelirrojo a sus 19 años estudiaba Ciencias Económicas y relaciones publicas. A su vez trabajaba ayudando a una empresa con sus finanzas. Con su corta edad era todo un prodigio.

Naruto's Shipps. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora