O8. [Final]

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Yoongi dejó salir un suspiro cargado de frustración, no encontraba las palabras exactas para decir todo lo que había estado guardando en su corazón. Jungkook no ayudaba tampoco, dedicándole esa mirada sin ninguna expresión y con el frío tono de voz que había utilizado minutos antes.

Apretó los labios y cerró los ojos por unos segundos. No lograba entenderlo por completo, ¿por qué simplemente no podía dejar salir lo que sentía y ya?

—Yoongi... —habló Jungkook, la desesperación haciéndose presente en su voz. No quería estar ahí, porque ya sabía lo que sucedería después.

—Me gustas, Jungkook. De verdad me gustas mucho. —dijo, sin poder mirarlo a los ojos.

Tal vez en un momento lo único que sintió fue atracción física, porque él no creía en ese cuento de amor a primera vista —que, en realidad, no era más que pura atracción—, sin embargo, el haber tenido la oportunidad de conocer mejor al menor, provocó que sus sentimientos se descontrolaran por completo.

—Te conozco lo suficiente como para decir que en serio te quiero, y el hecho de que no te puedas enamorar de mí, ni de nadie en realidad, no cambia las cosas. Créeme, intenté dejar de sentirme así hacia ti para no arruinar nuestra amistad, pero no pude hacerlo; eres... realmente maravilloso, posees una belleza inigualable y eres lo más tierno que he visto jamás, fue completamente imposible el no haber caído rendido a tus pies.

                                     
Jungkook resopló, sentía sus piernas flaquear y temía caer al suelo en cualquier momento, sus manos temblaban levemente, su boca se encontraba algo seca y su corazón no dejaba de latir con rapidez. Se sentía culpable, pero no podía aceptarlo por simple pena, eso no era correcto. Tampoco podía aceptar su confesión para no perderlo y mantenerlo a su lado.

Pero no estaba bien romperle el corazón en mil pedazos.

Tomó aire, dispuesto a decir, lo que en su momento, no pudo hacerlo. Porque era un cobarde, y se odiaba por eso; porque prefería huir de sus problemas que enfrentarlos por sí mismo.

—Yo también te quiero, Yoongi —musitó con voz temblorosa —, pero no puedo hacerlo de la misma forma en la que me quieres tú. No puedo corresponder tus sentimientos, me es imposible hacerlo, ¿que no entiendes? Si me he alejado de ti fue para que no sufrieras, ¿crees que no me di cuenta de lo que planeabas hacer? No soy ingenuo, mucho menos estúpido, pude darme cuenta de tu trato hacia mí, ese... repentino cambio, el cual deseé con todas mis fuerzas que no pasara.

Sintió sus ojos escocer, no quería llorar ni mostrarse como alguien débil. Apartó la mirada del pelinegro, sintiéndose incapaz de verlo a los ojos; no deseaba ver el dolor en estos. Se mordió el labio con fuerza para evitar soltar un sollozo.

— Por más que te aprecie y te quiera, por más que no quiera que nuestra amistad se termine, no puedo corresponderte. Estoy seguro que podrás olvidarme y encontrar a alguien que te ame como te lo mereces, yo no puedo ser esa persona...

Yoongi se acercó a Jungkook, tomándole de las manos; acarició el dorso de estas con suavidad, sintiendo la delicada piel que el menor poseía. Buscó su mirada y, una vez que Jeon lo miró a los ojos, habló.

— ¿No es suficiente eso? El que me consideres alguien especial e importante en tu vida, ¿no es suficiente? —su voz salió casi en un susurro, como si estuviera en total tranquilidad, aunque en realidad se encontraba destrozado. —No tenemos que ponernos una etiqueta si no lo quieres, sólo... Déjame estar a tu lado; cuidándote, queriéndote y respetándote. Quiero ser el primero al que veas al despertar, el primero que te deseé los buenos días y te haga el desayuno, quiero ser el primero en hacerte sentir bien, quiero ser el primero y único al que dejes tocar tu delicado y hermoso cuerpo.

Soltó sus manos y acunó su rostro con las mismas, acariciando las mejillas sonrojadas con ambos pulgares. Tragó fuerte, la cercanía era tan íntima que podían sentir sus respiraciones chocar entre sí. Yoongi desvió la mirada hacia los labios temblorosos del castaño, tentándose en probarlos de una vez por todas.

Y así lo hizo.

Con lentitud, se fue acercando, dándole tiempo al menor de apartarse, pero en ningún momento lo hizo ni tuvo intenciones de hacerlo. Cerró los ojos y estampó sus labios contra los de Jungkook, sintiendo una corriente eléctrica pasar por todo su cuerpo.

Jungkook cerró los ojos y se permitió relajarse, y también se permitió disfrutar el beso —lento y tranquilo— que Yoongi le proporcionaba gustoso. Para desgracia de ambos, tuvieron que separarse por falta de aire y, aunque Yoongi quería seguir probando sus labios, necesitaba una clara respuesta después de lo que acababa de suceder.

— Por favor, Jungkook... No me alejes de ti, déjame quererte como te lo mereces.

Y, sin volver a pensarlo demasiado, aceptó.

Porque Yoongi le hace sentirse feliz, bien, querido. Porque fue el primero y único que lo amó y aceptó tal y como era, con todo y sus defectos. Porque sin Yoongi, se sentía vacío.

Yoongi sonrió y lo abrazó con fuerza.

No me importa si me amas o no, quiero pasar el resto de mi vida contigo.

ARROMÁNTICO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora