5

582 47 26
                                    

Ashley

Semidioses, vosotros ya sabéis que pelear es difícil y que a veces la situación pinta tan mal que no hay esperanza. Bien, pues algo peor que eso es pelear con vestido y tacones. De verdad, ¿en qué momento decidieron que los tacones eran los zapatos más elegantes? O mejor, ¿por qué no podían hacer zapatos de tacón que luego se transformaran en unas deportivas? Porque yo las compraría.

El caso es; yo no había visto semejante monstruo en la vida. Era un cocodrilo con trenzas (de verdad, no es una finalidad cómica, de verdad que tenía trenzas), con un collar de perlas y una extraña "coraza" si se le podía llamar así a una cortina de luz que le rodeaba. También está el punto de que había un adolescente en su cabeza. Porque, claro está, eso de salir de fiesta es de básicos, y algunos preferimos pasar la noche de un viernes en las trenzas de un monstruo roñoso.
Para terminar, estaba el hecho de que el adolescente se convirtiera en un pollo mucho más grande que el cocodrilo y que fuera armado por una espada rota (bueno, estaba curva, así que supuse que estaría rota). Él adolescente/pollo gigante estaba rodeado por un avatar (así lo llamo Percy) azul con forma de halcón/pollo. Trataba de derribar al cocodrilo, pero sin mucho éxito.

— ¡Hay que distraerle!— gritó Nico.

— ¡Eh, tú, el bicho de las alcantarillas! ¡Me encantan tus trenzas! ¿Crees que algún día podrás hacerme unas parecidas?— grité.

No sé si aquel terrible ser me entendió. Pero, el caso fue, que fijó su atención en mí. Corrí como alma que lleva el diablo, pasando por callejones, llevándome por delante a niños pequeños que seguramente pensarían que estaba haciendo publicidad a KFC, y saltando cubos de basura, hasta llegar a Central Park. Ahí, el pollo gigante se hizo cargo del cocodrilo. Ojalá hubiera terminado así. Pero no, oh, ya te digo yo que no.

— ¡Ashley!— exclamó Jason— ¡A tu derecha!

Más monstruos que no tenía ni idea de lo que eran. Eran figuras de cerámica a tamaño real, que fácilmente podían superarme en altura por un par de centímetros. Las figuras tenían las cabezas de animales y el cuerpo de humanos.

— ¿Qué...qué son esas...?— intente decir.

Noté como Nico se ponía a mi lado.

— No lo sé, solo sé que hay que matarlos.

Eran seis en total. Y nosotros éramos cinco, más el pollo gigante que estaba luchando contra el cocodrilo. Cada uno se centró en eliminar a uno de esos monstruos. Yo me tambaleaba a causa de los tacones, pero logré apañarme. De algún modo, logre darle una estocada en el brazo. Eso solo hizo enfurecer a aquella cosa de cerámica. Tampoco sé de qué manera podía dañarme una espada de cerámica, pero debido a mi experiencia, ya debería de haber aprendido a no subestimar a las cosas raras.
Rápidamente, doblé mi muñeca e intenté lanzarle una estocada al monstruo, pero este la esquivó con facilidad. Lancé un gruñido. Levanté mi pierna todo lo que mi ceñido vestido me permitía y le proporcioné una patada que lo tiró al suelo. Sin dudarlo, le hundí mi espada en su pecho y la figura se desvaneció, dejando así un montoncito de arena.
No me dio tiempo a celebrarlo. Miré a mi alrededor. Nico casi estaba acabando con el suyo. Jason estaba sentado en el suelo recuperando fuerzas. Leo seguía luchando contra la figura extraña y Percy estaba al lado de un montón de arena, y miraba con atención al adolescente transformado en pollo como si le conociera de algo.
Pero faltaba un monstruo...
Se giró justo a tiempo para ver cómo Leo terminaba de matar su monstruo, y justo el que faltaba se echaba encima suya. Rápidamente, corrí hacia él y le clave mi espada en la espalda. El viento arrastro la arena, haciendo así que Nico estornudara.
Tendí un brazo a Leo para ayudarle a que se levantara.

Last Warrior|| Guardiana del Olimpo 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora