Un día, la doctora Sparks se sentó en el borde de mi cama con una actitud diferente. Y fue cuando supe que esta vez me respondería a todo.
-¿Qué me pasó? –Fue mi primera pregunta de todas las que le haría en los meses siguientes.
-Voy a empezar por el principio Macalib, y esa una muy larga historia, casi tanto como el tiempo que llevas aquí. Será mejor que te sientes... Tuviste un accidente de coche. Tú ibas en bici y un coche con una velocidad por encima de lo permitido te atropelló. Estuviste en estado crítico tres días, tu cráneo al igual que otras partes del cuerpo estaban muy dañadas. No ibas a sobrevivir. No podías hablar ni ver nada. Entraste en coma. Tu familia estaba desesperada, destrozada. No se podía hacer nada contigo. Entonces tu hermano pequeño, Tomas, propuso una idea absurda. Una idea que había oído repetir a su hermano mayor varias veces. Una locura de idea. La criogenización. "Yo si enfermo alguna vez quiero que me criogenicen, quien sabe. Quizá algún día mi enfermedad tenga solución". Decías medio en broma ¿Porque te daba miedo morir, cierto?
Miles de preguntas se agolparon en mi mente. No era posible. No.
-Pero, mi familia no tenía tanto dinero. Nunca podrían haber pagado eso.
-Tu familia no, pero por suerte, supongo... La madre del chico que te atropelló era rica. Y se sentía fatal. Quería remediar como fuera tu situación, para no sentirse culpable de arruinar la vida de un joven con mucho futuro. Al principio contrató a los mejores médicos del mundo, pero todos coincidían en que no tenías cura. Llevabas dos días en coma y te quedaba poco de vida. Tus padres discutían sobre lo de congelarte, desesperados. Hasta que una joven muchacha apareció, era el tercer día en el que estabas en el hospital. Apareció llorando, también destrozada. Era rubia y sus ojos marrones estaban empañados de lágrimas.
-Mon...- Susurré. La verdad es que lo narraba de una forma muy literaria.
-Sí, ese era su nombre. Ella, tras ver tu situación, tras escuchar a tu hermano de nueve años al que casi no tenía nadie en cuenta se hizo la fuerte e intentó convencer a tus padres de la criogenización. Era la única esperanza, quizá algún día te descongelarían cuando la medicina estuviera más avanzada y los médicos fueran capaces de curarte. Estarías vivo. Esa chica debía de quererte mucho. –Sonrió tristemente.
-No puede ser... -Conseguí decir.
-En cualquier caso, la rica causante de tu estado en el hospital se ofreció a pagarlo sin problemas, y a pagar generación tras generación hasta que despertases. Y eso hizo. Tus padres dieron la autorización y todo el mundo se puso en marcha. Tenían que congelarte aún vivo. Han pasado 114 años desde entonces.
Poco a poco todo fue encajando. Las vistas desde mi ventana de una ciudad que conocía pero que había ido cambiando con el paso de los años. La nueva tecnología. Que mis padres no hubieran venido a verme... Porque habían pasado más de 100 años. Estaban muertos. Todos ellos. Toda mi familia. Mon... Fue creciéndome un agudo dolor en el pecho.
-¿Están muertos? ¿Verdad?
La doctora me miró compasiva.
-Macalib... piensa que tu hermano, el más pequeñito de todos, tendría 123 años. Y el índice de vida no ha aumentado tanto. Lo siento.
Y me abrazó. Mucho rato. Mientras mi cerebro poco a poco iba procesando toda la información. Estaba solo en un mundo desconocido. Si nadie.
Y empecé a llorar.
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Congelación.org
General FictionMe desperté con dolor de cabeza y en una cama demasiado dura para ser la mía. Mis ojos poco a poco fueron acostumbrándose a la oscuridad, pero no podía distinguir gran cosa. Fui a incorporarme, cuando mil agujas se clavaron en mi abdomen, en un acto...