No recibió ningún mensaje por dos días.
No se sorprendió. Ella nunca recibía mensajes de chicos. Ella siempre había sido "una más" y hasta ese momento no le había molestado en lo absoluto.
Sentada en la cama, con su nuevo libro en la mano, revisó la hora.
No encontró ningún mensaje entrante.
Apagó el teléfono.
Empezó el libro nuevo.