XXIV.

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Él la miraba a los ojos.

Ella no sabía la razón, sólo le quedaba esconderse detrás de su propia cabellera. Escondía sus mejillas coloradas.

"Eres hermosa" dijo él y ella, bajo el instinto, se arrojó entre sus brazos para besarlo en los labios.

Fue un beso largo y cargado de un sentimiento que ella tanto tiempo había negado: amor.

Él buscó distancia, la suficiente para mirarle a los ojos y no quebrar el abrazo. "¿Quieres ser mi novia?"

Ella asintió, emocionada.

Luego, se dejaron llevar por un largo beso. 

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