El secreto

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Se encontraban caminando por las calles de Los Angéles. Todo era como la mayoría de sus viajes: lanzaban bromas, se tomaban fotografías, Nicolás grababa uno que otro vídeo para subirlo al canal y comían montañas de comida chatarra pero había algo que no estaba bien y eso todos podían notarlo. Jaime, quien por lo general era el que más alegre estaba en los viajes ahora se encontraba un tanto nervioso y ansioso, extraño también fue que no quisiera compartir habitación con nadie ya que por lo general era quien menos tenía problema con el tema.

Nicolás y Oscar le habían preguntado varias veces que era lo que no lo dejaba tranquilo y él solo atinaba a responder que extrañaba Chile, su hogas y sus cosas pero Jaime sabía muy bien que no era así y por el rabillo del ojo miraba nerviosamente a Edgar quien parecía estar ajeno a todo aquello. Los otros dos sin notar esto animaban al castaño diciéndole que aquel era su último día en Estados Unidos, que ya podría volver a comer completos tirado en su silla.

La noche llegó y como los demás días se encontraban bebiendo y comiendo chatarra eso sí, no tanto como noches anteriores pues no querían tener que estar tantas horas metidos en un avión con dolor de estómago. Oscar y Nicolás bebían y conversaban alegremente, se iban poniendo más ebrios con el pasar de las horas, Jaime por su lado con suerte había tomado un vaso de piscola, se había preparado uno segundo pero con suerte y le había dado un sorbo. Seguía mirando a Edgar de la manera más disimulada que podía, no quería hacer contacto visual con él pero como el destino algunas veces no tiene ganas de seguir tus planes justo cuando el castaño daba otro sorbo a su bebida sus ojos se encontraron con los del más alto quien, por lo demás, se encontraba demasiado serio para el ambiente tan amigable y familiar que había. 

Jaime dio un respingo y sin quererlo se ahogó con el trago que tenía en la boca, comenzó a toser y se paró rápidamente al baño. Mientras normalizaba su respiración se miró al espejo, se sintió estúpido y un fuerte rubor se hizo presente en sus mejillas, abrió la llave del agua y se mojó el rostro y de la forma más digna volvió al living de la casa que habían arrendado. 

No se quedó mucho tiempo, solamente se terminó el vaso y se fue a dormir poniendo de excusa que quería dormir mucho antes del viaje ya que le costaba dormir en los aviones. Una vez en su habitación cerró la puerta y soltó un pesado suspiro, no prendió la luz pero si encendió el ventilador que esta poseía y se lanzó de cara a la cama, se removió un poco entre las sabanas y sin mucho esfuerzo comenzó a quedarse dormido. 

Se concentró tanto en el sonido que causaba el pequeño ventilador que no sintió cuando alguien abría lentamente la puerta de su dormitorio y la volvía a cerrar del mismo modo pero sí notó como alguien se subía a la cama y se posicionaba sobre él. Tuvo miedo, pensó que nuevamente lo estaban penando y empezó a temblar de forma leve. Sintió dos manos hundirse en el colchón a la altura de su cabeza y el temblor se hizo aún más fuerte, algo se acercaba a su su oído, ya no aguantaba más, pedía que por favor todo aquello fuese una pesadilla pero una voz, una muy familiar, la que lo hizo quedar helado, fue solamente aquella voz y una frase la que detuvieron hasta su corazón por un instante.

-¿Por qué temblaih tanto, Jaimelito? -susurró Edgar-
-¿Edgar? -el castaño giró un poco su rostro y se encontró con el del más alto- ¿Q-qué estay haciendo aquí? 
-Vine a ver cómo estaba mí amigo... -pasó la punta de si nariz por detrás de la oreja de Jaime lentamente, provocando un leve temblor por parte del otro- Te noté muy nervioso...
-¡Estoy bien weón oh! ¡Anda con los chiquillos no más! -le dijo en el tono más serio que pudo- 
-¿Estay seguro de que queríh qué me vaya? -tomó a Jaime de uno de sus hombros y lo giró para quedar más de frente- No pensabay eso cuando me mirabay hace poco...

-¡Estay hablando weas Edgar! -a pesar de la habitación estaba oscura y no podía ver bien el rostro de su amigo posó su mirada en la pared que tenía cerca- ¿P-pa' qué iba a querer yo que vinieray?
-Pa' repetir lo del hotel. -contestó secó Edgar-
-Jaime abrió sus ojos a más no poder y sintió como el calor de aquellos recuerdos comenzaba a apoderarse de su cuerpo-
-El silencio otorga, Jaimelito... -guiado por la respiración del castaño empezó a acortar la distancias entre sus rostros- Tranquilo, los cabros están más que curaos y deben haberse quedaoh dormios en el sofá, nadie nos va a molestar.

-E-edgar...
-Tranquilo... -lamió el labio del más bajo- Sí sabíh que la vamos a pasar bien...

-Edgar yo... -le costaba hablar teniendo al otro tan cerca-

-Jaime, cállate, cállate y disfrutemos la despedida. -rosó sus labios con los del castaño- No te hagay el dificil, te voy a dar tan duro como te gusta.  

-un leve gemido escapó de entre los labios de Jaime al oír aquella frase-
-Eso... Gime como la perra que eres... -concentró su peso en su mano izquierda y con la derecha apretó fuertemente el mentón del castaño- Eres mí perra Jaime y lo vas a seguir siendo cuando lleguemos a Chile ¿Entendiste?
-S-sí... -respondió en un susurro-
-Así me gusta... Abre la boca.

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AAAAH! CÓMO LES QUEDÓ EL OJO? 

-Jocho.

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⏰ Última actualización: Oct 30, 2017 ⏰

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