Capítulo No. 5.

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Las vacaciones de invierno por fin había llegado, estaba alegre por ello y al parecer no era el único pues los chicos estaban ansiosos de ver a sus familias, después de todo, ellos también tenían sentimientos, fuera de malos olores. Todos ya habíamos preparado nuestras maletas, desalojado la despensa y limpiado todo, queríamos irnos cuanto antes, pero, no fue así. El mánager nos indicó que no podíamos irnos, que así lo había deseado el jefe. Nuestras sonrisas se habían borrado, nuestras ilusiones se habían marchado y nuestras expectativas bajado, realmente deseabamos verlos, realmente deseaba verla.
Se nos indicó que no podíamos irnos hasta año nuevo, que la navidad la pasaríamos aquí, y fue así. Organizaron una cena pequeña, la comida de las tiendas de convivencia y un pastel pequeño que se ingeniaron en obtener se hacía presente en nuestra mesa del departamento, era la primera vez que pasaría la navidad triste, lejos de todo lo que quiero y solo, realmente quería que todo volviese a la normalidad.
No había salido a cenar, no quería a pesar de que los chicos casi me habían pedido de rodillas que fuese a cenar y que quitara esa cara, pero yo me había limitado a estar en la cama, hecho bolita y envuelto en mis pensamientos. Las lágrimas habían brotado por si solas pero la realidad es que cada que recordaba los viejos tiempos donde podía ser libre, podía comer lo que quisiera, podía sonreír y podía bailar por gusto y no por necesidad, mi estado de ánimo dismimuía. Recordar que casi me fracturo nuevamente por ensayar aun con el yeso, correr con Sorim y molestarla, adivinen quién se llevaba un buen golpe después de molestar seguido, si, yo, y desgracidamente en mi brazo.
Recordar a mi madre molesta todo el tiempo, a mi padre riendo de mis locuras y a mi hermano menor viendo todo aquel espectáculo desconcertado me hacía llorar con más fuerza, los extrañaba, los quería de vuelta. Recordar a Sorim, lo fuerte que era y lo graciosa que podía llegar a ser, recordar su rostro, su cabello, sus ojos hermosos, no estaba del todo seguro si ya había cambiado pues no nos frecuentábamos tanto, pero si yo había crecido algunos centímetros, mi voz había cambiado y mi espalda era más grande, seguramente ella ya era toda una mujer, y yo, no estaba presente para verla crecer.
Lloré durante un tiempo, mis ojos se hincharon y cuando estaba más grave, tocaron mi puerta. Estabilicé mi respiración, me cubrí el rostro con la manta y dejé de llorar.

—Jimin, ya partiremos el pastel, ¿quiéres algo?— dijo Taehyung algo tímido.

—No, no, gracias Taehyung— dije tratando de que mi voz no sonase tan quebradiza.

—Jimin, no he usado mi llamada, mis padres están lejos de la ciudad y no pude desearles una feliz navidad—
dijo un tono algo triste— si tu quieres... puedes utilizarla.

Me levanté rápidamente de la cama, Taehyung me observó sorprendido y yo sin mas me acerqué a abrazarlo con todas mis fuerzas, me daba igual que me viese con los ojos rojos y notase que había estado llorando, estaba agradecido de su gesto tan amable.

—Taehyung, muchas gracias, en serio, muchas gracias— dije evitando soltar una que otra lágrima.

—De nada— respondió abrazándome de igual manera. Nos separamos y él me observó mejor el rostro— ¿has estado llorando?

—No, no, es que me he probado unos pupilentes y parecían ser baratos así que me han hecho daño en los ojos, no te preocupes, no es para tanto—
dije tañándome los ojos.

Taehyung me tomó con sus dos manos de los hombros haciendo que me detuviera en seco.

—No te preocupes, Jimin, se que lo estuviste haciendo— me volví a otra parte evitando su mirada— sé que para ti es duro pero debemos aceptarlo, nosotros decidimos vivir esta vida y es nuestra responsabilidad enfrentar los problemas que la acontece, así que debes ser fuerte, no te rindas, ¿de acuerdo?— Asentí con una sonrisa en el rostro— bien, el teléfono está en el pasillo, te guardaré pastel para que lo comas mas tarde.

Taehyung se levantó mientras decía todo aquello y se encaminó a la puerta, pero antes de poder cruzarla le detuve.

—Taehyung— él se volvió a mi— gracias.

—Concideralo como un regalo de navidad, esta noche he sido el santa del grupo porque no puedo beber—
se volvió al final del corredor pues había sonado una botella romperse y probablemente ese fue Namjoon ya ebrio— y parece que tendré que seguir mi labor lo que resta de la misma.

Ambos reímos, él se despidió y después se marchó dejándome en total silencio, bueno, lo estuve hasta que corrí por el teléfono y lo llevé conmigo dentro de la habitación. Lo miré durante un buen rato y seguido comencé a teclear los números, mis manos sudaban, mis dedos temblaban a la hora de marcar pues temía de marcar a un número equivocado y terminar por malgastar mi unica llamada que me había regalado Taehyung, estaba inseguro de mi mismo.
Una vez que marqué, pulsé el botón de llamar y sin mas, la llamada fue procesada. Sonó una vez, después dos, conté hasta cuatro cuando pensé que o era bastante noche como para que respondiera la llamada, o era un número equivocado, diablos, tenía miedo.
La quinta vez que sonó respondieron.

—¿Hola?— dijo su voz algo dormida.

—¿Yoon Sorim?

I want to see your smile again [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora