Capítulo No. 9.

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—¡¿Qué te ocurre?!, ¡¿cómo puede cruzarse en tu cabeza ir a un hotel cuando no encontramos en una situación como esta?, ¿acaso eres un crío?— por cada pregunta aumentaba más la fuerza y rapidez de sus golpes en mi espalda.

—¡No!, a lo que quiero referirme es que no tenemos otra opción más a donde ir, el tío Kim está dormido y no podemos ir a ninguna de nuestras casas— dije logrando detener a Sorim.

—¡Hubieras empezado desde esa parte!

—¡No hubieras mal pesado desde un principio!

—¡No me respondas!

—¡Tu no me respondas a mi!

—¡Callensé!— nos gritaron desde una de las casas, estábamos en un vecindario y gritábamos como si no hubiese un mañana.

Ambos nos soltamos a reír más de vergüenza que de alegría.

—Entonces, ¿quiéres ir?

—Si lo pones de la manera anterior, si.

Asentí y volví a retomar el camino para así llegar en cuestión de unos diez minutos a un hotel. El encargado de hotel nos brindó las llaves un tanto confundido pues nuestra forma de presentarnos fue una chica en la espalda de un chico con botellas de alcohól y uno que otro medicamento en busca de una habitación, era extraño de ver pero no había alternativa, ella no podía caminar.
Nos dirigirmos a la habitación, y una vez dentro, la bajé en la cama y me encaminé a calentar agua para poder mojar algunos pañuelos y dejarlos en el pie que se había doblado, si no podría caminar estaba frito.
Fui por la bolsa llena de medicamentos y saqué una crema antinflamatoria, la coloqué arriba de su tobillo para evitar que le quedase marca y una vez que terminé, le coloqué una bandita en cada uno de los pies, era claro que yo no era un médico profesional, ni siquiera le llegaba a los tobillos a su padre, pero tenía que ayudarla pues si no lo haría yo, nadie lo iba a hacer.
Nuevamente me dirigí a la cocina pequeña que tenía aquella habitación y tomé un vaso con agua a la par de los pañuelos que estaban tibios pues no los había calentado lo suficiente el agua.
Dejé los pañuelos de un lado y tomé una pastilla y se la acerqué a ella para que la notase.

—Toma, te ayudara a evitar malestares en tu cabeza— dije y ella siguió todo al par de la letra.

No había dicho nada desde que llegamos a acá pero no es que tampoco le haya brindado la oportunidad pues había estado yendo y viniendo de un lado para otro en busca de ayudarle.
Tomé el pañuelo de la bandeja con agua caliente y la coloqué en el peine de su pie, ella se quejó solo con el contacto pues no le había avisado de que haría aquello.

—Lo siento, estoy colocándote un pañuelo para bajar la inflamación, seré más cuidadoso— dije ahora un poco más lento.

—Siento como si fueses mi madre— alegó después de un rato.

—Y lo soy, ¿quién estuvo cuidando que no te cayeras en el pasado y justo ahora en el presente?, yo, ¿quién te llevó a todos lados en el hospital?, yo, y-

—Si, si, quedó claro que eres mi madre— dijo cruzándose de brazos— igualmente, gracias.

—No fue nada, realmente me agrada cuidarte, tal y como lo era cuando éramos pequeños— sonreí al vagar a través el tiempo.

—¿Recuerdas aquella vez que toqué u yeso creyendo que era tu brazo?, en serio creí que eras bastante fuerte.

—Y lo soy, bueno, al menos ahora— reí mas sin embargo ella no.

—Oh, tambien recuerdo aquel día que te besé en la mejilla— me detuve y me volví a ella, ahora sonreía— fue maravilloso para mi, jamás creía que sería capaz de besar a un chico, ni siquiera me creí capaz de conocer a personas de mi edad.

Me levanté un poco, y me acerqué a ella hasta estar frente a frente, ella no dijo nada pues no sabía exactamente lo que sucedía, sin embargo, yo me limitaba a observarla muy bien y con una sonrisa en el rostro.

—Y dime, ¿quiéres retomar aquel beso de nuevo?

I want to see your smile again [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora