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Jodidas pantimedias le estaban cortando la circulación, malditas cosas. O será la ropa interior que se encajaba en su culo, y quien fuera el sádico jodido inventor del bra, iba a tener una lenta y dolorosa muerte justo después de que Zayn tuviera oportunidad de remojar sus pies.

Un par de trabajadores de la mudanza gruñeron al mover los últimos muebles. Louis trató de no alcanzar su trasero y jalar la ofensiva tela. Ser una dama apestaba. Su culo estaría irritado antes de que terminara el día, y cualquier prospecto de sexo debía ser evitado por el riesgo de aumentar la irritación. Que le ardiera el culo no era un prospecto placentero.

Con lo que recordó: Debido a Liam y su jodida depilación del área de bikini brasileña, causó que aun tuviera que aplicarse compresas de hielo en cada oportunidad que tenía de sentarse. Esa mierda es lo que necesitaba.

—Te dije que te verías genial de rosa,— Liam le dijo.

Zayn lo vio. —¿En serio? ¿Vas a empezar ahora?

—Levanta el tono, cariño, te oyes grave.

—Está bien, entonces comencemos,— Zayn bufó. Él vio alrededor para ver quién vería su pequeña hazaña y cómo iba a proyectar su voz.

Liam entrecerró los ojos.

Moviendo su barato bolso imitación Gucci, golpeó en el pecho a Liam, Zayn gritó con voz femenina. —¿Cómo te atreves? Ni siquiera nos hemos mudado y ya está llamándote tu novia ¡a mí celular! Eres despreciable, Liam. ¿Cómo esperas que tengamos un nuevo comienzo si no puedes dejar tu vieja vida atrás?

Zayn golpeó una y otra vez hasta que finalmente la lata de orégano que llevaba se le cayó y llegó a la banqueta.

Liam gruñó por lo bajo.

—Dices que soy especial. Dices que soy la única para ti. Pero piensas que soy ¡gooooorda!— Zayn dejó caer los brazos fláccida-mente y comenzó a gemir dramáticamente.

—Oh, mierda,— Harry dijo, sus ojos enormes como platos. — ¡Shh! Hey, deja eso.

—Dices que te gusta mi cuerpo pero, pero, pero, pero mientes. — Zayn volvió a golpear el pecho de Liam, la cabeza, los brazos cualquier lugar que alcanzara con el ridículo bolso. Desde el rabillo de los ojos, él notó al mover la bolsa a dos mujeres cuchicheando desde la barda cercana.

Liam lo veía salvajemente, alternando entre tratar de evadir los golpes y calmarlo. Zayn seguía hablando fuerte.

—¿Por qué ya no me quieres? ¿No te he dado todo? ¿No he hecho todo lo que quieres? Incluso cuando me pediste esas sucias, sucias cosas, ¿no las hicimos?

—¡Shh! Si, bebé. Has hecho todo eso.— Liam sostuvo sus manos calmándolo.
Los caídos hombros del hombre más grande y su expresión de pánico solo avivaron el drama en Zayn.

—Y esa vez que me rogaste que me pusiera pañal y máscara de payaso, dijiste que nadie nunca había hecho eso por ti antes.— Zayn se giró ahogando la risa con lágrimas en los ojos. Gimió agudamente. —¡Liam! ¡Ellos se quedaron con mi orégano! Liam, ¡tenemos que regresar! No puedo hacer lasaña sin el orégano.

—Está bien, bebé, yo lo traeré. Lo juro.— Liam se giró y vio al cargador que había levantado la lata con el orégano. —Mi esposa quiere su orégano. ¡Ahora!— gritó.

El desventurado hombre lanzó la lata al aire. Liam la atrapó y se la mostró a Zayn.
Buena atrapada, pensó Zayn.

—Ahora, Veronica, bebé, dime que no te irás por una pequeña llamada.

Ella Tiene Bolas //Ziam//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora