Capitulo 9.- Otras tentaciones (Parte 1)

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Buenas noches mis queridos niños, como ya se habrán dado cuenta me eh encontrado muy desaparecida de esta pagina; el motivo no es otro que la universidad. Ya se, ya se... No hay excusas, sin embargo yo me eh sentido muy atareada con las clases, cursos extras y mi trabajo como voluntaria, ademas de mis ya típicos problemas familiares y el cumpleaños reciente de mi hermana menor...

Muchas cosas, apenas eh tenido tiempo de escribir. aprovecho el transporte publico para escribir fragmentos de este el capitulo nueve pero no tienen sentido y no eh podido sentarme a unirlos.

Espero me tengan paciencia prometo hacerme un espacio para trabajar en esta historia. 

Hoy... Como ya es costumbre les dejo la canción que esta sonando en mis audífonos en este momento. (No juzguen mis gustos musicales)

El malo - Aventura

Esperando que sea de su agrado, me despido.

Saludos y hartos besitos.

Luc <3

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Para finales de febrero mi círculo social se había expandido más de lo que esperaba.

Me volví a mudar de casa y me juntaba con los de último semestre arriesgando que alguno sospechara de mi extraño comportamiento; claro que aun así aproveche para hacerme de algunos favores especiales.

Mi nueva casa estaba mucho más cerca de mi escuela y a consecuencia de ello, Pao tenía que recorrer un tramo más largo por las mañanas.

¿El motivo del cambio? Nos corrieron. Por un problema que mi padre tubo con la dueña del edificio, sabíamos que tenía tendencia problemática con las personas por ser muy terco y autoritario.

Sin embargo hubo cosas que salieron muy bien.

El nuevo sitio era una casa un tanto pintoresca en una zona rodeada de casa, por lo que tenía vecinos, ¡muchos vecinos!

Tome mucha ventaja de todos ellos. Comencé a juntarme cada vez más con ellos ya que mi casa siempre se encontraba vacía podía salir a la calle sin preocuparme de que me castigaran.

En total éramos quince personas.

Y solo dos chicas. Daniela con apenas trece años y yo que en unos meses cumpliría dieciséis.

Resultaba reconfortante ser parte de ese grupo, siempre se estaban cuidando entre sí, si alguno tenía un problema todos lo ayudaban y en el caso de Daniela y mío si nos faltaban el respeto ellos acudían a nuestro rescate.

Con esos chicos aprendí a quitarme la vergüenza al ir a una farmacia por condones, y me contagiaron algunos malos vicios que aún no consigo erradicar.

Entre ellos destacaban un par de chicos.

Fernando Ruiz. Diecisiete años por aquellos días, moreno, delgado y muy alto; con unos ojos negros aceituna que te comían el alma al mirarle, era amable cuando se encontraba de buenas, sin embargo, era un chico muy melancólico. De entre todos, con quien mejor me llevaba.

Guillermo Memorial. Diecinueve años, estudiante de primer año de una pequeña universidad local, uno de los mayores de todo el grupo, no tenía nada de especial, tan solo le soportaban por ser mayor de edad y poseer el poder de comprar alcohol y cigarros para todos.

Andrés Leah. Catorce años, el chico más joven del grupo, cursando el último año de secundaria era el objeto de múltiples burlas por la sobreprotección de su madre.

Luis Melquiades. Dieciséis años, la manzana podrida de la colonia, podía conseguir cualquier sustancia toxica distribuida en la ciudad, vendía y repartía, Era a quien no sabías si era la última vez que le verías.

Y Ángel Laguna. Diecinueve años, Le conocí de forma muy distinta que al resto.

Un día llegando a mi nuevo hogar milagrosamente mi madre se encontraba ahí, y como siempre yo estaba hambrienta.

-¿Qué hay para comer?- Fue mi manera de saludarla, apenas se dio cuenta de mi presencia.

-Pedí milanesas- Sonrió entregándome un billete verde –No tarda en llegar el chico-

-Espero que el mío lo pidieras sin cebolla-

Al mirar por la ventana ahí estaba el.

Alto, piel clara, con unos pequeños dientes adornando su sonrisa. Toco el timbre un par de veces antes de que me decidiera a salir.

-¿Eres el chico de la comida?- Tal vez fui un poco grosera, pero nunca ha sido mi fuerte ser muy sociable al grado de ser muy directa.

-El mismo- Me mostro un par de platos desechables con pollo.

Sonreí, Realmente me moría de hambre.

-¿Cómo te llamas?- Le mire sin dar crédito a lo que acaba de escuchar, ¡¿en serio intentaba ligar conmigo?! – Solo si te apetece contestar- Me sostuvo la mirada al tiempo que me entregaba un par de monedas.

-Lucia... Hernández- Lo admito, me avergüenza un poco mi apellido.

- Soy Ángel Laguna- Me observo con la misma coquetería con que lo hacía Lalo –Que lindo nombre tienes-

-Gracias...-

Mi madre me regaño por el intento fallido de Ángel.

No tenía idea de hasta qué punto ellos me ayudarían a sobrellevar mis problemas.


Amor Puro: Un juego de niños (Yuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora