Capitulo 2.- Un nuevo inicio (Parte 2)

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Estos últimos días eh estado con mucho tiempo libre así que aquí me tienen dando otro pequeño adelanto de esta historia que me ha apasionado bastante.

En otras cosas debo decirles que me encuentro muy feliz, estos días conocí a alguien y me pone muy contenta en verdad.

Espero disfruten mucho esta sección. En lo personal me ha gustado mucho.

Saludos. Luc. <3

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Casi nos da un ataque de pánico cuando el encargado nos encontró en pleno beso, llamándonos la atención y un aviso a nuestros padres.

Valió la pena.

Había valido la pena escuchar el discurso sobre moral de mi madre;

Su discurso era básicamente las reglas de cómo debe comportarse una señorita para no caer en vergüenzas como la que había pasado.

Darse a desear.

Ser bien portada y callada.

Siempre estar aseada y bien vestida.

Estar bien peinada.

Ser coqueta sin llegar a ser una cualquiera.

Ser respetuosa con los hombres que la cotejan.

Saber modales y saber sentarse correctamente.

Hace tiempo que no la escuchaba dirigirse específicamente a mí, en lugar de sentir un regaño me sentí feliz, al menos estaba pendiente de mi situación escolar, supongo.

Pero su discurso no me convencía, hasta aquellos días había hecho todo lo que se me decían. Estaba acostumbrada a obedecer. Había usado cada vestido que mi madre me compraba, había dejado que adornara mi cabello con rizos, estaba callada cuando mi padre se aparecía por la casa, sonreía y saludaba. No tenía ni voz ni voto en las decisiones de el sobre mí.

Y cuando llegaba a desobedecer, no era bonito.

A mis doce años, la última vez que desobedecí, fue un berrinche a la mitad de mi vida con el cual conseguí un labio roto y varios días alejados de mi madre pues no estaba dispuesta a callarme aun con la sangre brotándome de la boca.

Era yo la primera en poner objeción a todo y a la que dejaban atrás, que al final terminaba cediendo y obedecía.

Todo dio un cambio radical a finales de abril.

Albert me pidió que fuera su novia pero no nos volvimos a besar, solo tomaba mi mano y me miraba de vez en cuando.

Las vacaciones de semana santa dieron comienzo. Llevaba varios meses ahorrando pues mi madre me había prometido darme exactamente la misma cantidad de dinero que yo juntara para poder gastarlo en lo que se me antojase.

Cumplió su palabra y al final del día se arrepintió.

Llegue a casa con un par de esos converse* color negro que tanta ilusión me hacía tener, un par de camisas y pantalones cortos de mezclilla; sin embargo ese no fue tanto el problema.

"¿Qué demonios hiciste?"

Fue lo primero y único que mi dijo mi madre durante todas las vacaciones al verme llegar con el cabello a medio cuello.

Mi cabellera larga y rizada se había convertido en un montón de cabellos revueltos.

Había roto una de sus reglas para "Ser una señorita y no caer en vergüenza"

Amor Puro: Un juego de niños (Yuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora