Nariz tortuosa, dedos purulentos y sonrisa acuosa...
Bajo los rayos de la luna llena, después de hacer de un gato perdido su cena, tres brujas se proponen atraer a la miseria ajena. Dos pizcas de sal y una berenjena, sin olvidar un brazo comido por la gangrena, las hechiceras preparan su poción que atruena.
Nariz verrugosa, dedos amarillentos y sonrisa tenebrosa...
Así trabajan las nigrománticas de Belmén, en su santuario tan grande como un almacén. Después de tomar un espíritu de la noche como rehén, y guiadas por el recorrido del badén, caminan hasta encontrar a las hojas de llantén. A continuación pagan a los demonios con un sesén cuando les facilitan los ingredientes esenciales para su bebida anti mostén.
Nariz hoscosa, dedos grasientos y sonrisa capciosa...
En esta noche final de octubre, que con su misterio el mundo cubre, bajo la brisa helada un búho lucubre:
Nariz leprosa, dedos mugrientos y sonrisa dolosa...
"¿Qué trama este grupo demente, con su ungüento efervescente? Seguro que es algo malevolente, que hará parecer la felicidad inexistente. Añaden un conejo languideciente y un par de ojos de una araña impotente a su pócima fosforescente, antes de pronunciar un discurso vanilocuente. O Bosque omnipotente, ¿qué trama este grupo demente?"
Nariz asquerosa, dedos violentos y sonrisa babosa...
El pobre ave sin temor se encuentra catapultado en la hoya de alto calor. "Este insolente aportará sabor" se ríen, las sibilas, del animal bullidor. Cuando agregan a su brebaje un coliflor, una se corta con el pelador y libera su dolor en un largo ruido silbador. "Calla este grito vibrador, tendrá en nuestro plan un efecto subversor" le comanda el dúo observador.
Nariz lodosa, dedos sangrientos y sonrisa maliciosa...
Atraído por el alarido y el olor inmundo, que de la maligna olla es oriundo, se acerca un hombre con apariencia de mísero vagabundo. Acompañado por un perro de cuerpo nauseabundo, el recién llegado parece observar al trío con aire iracundo. "Soy el Rey del Inframundo," exclama rotundo, "y esta confabulación no asecundo. Si quieren evitar un destino tremebundo, hagan que este plan sea infecundo."
Nariz bulbosa, dedos hedientos y sonrisa odiosa...
Pero ¡de nada les sirve esta advertencia, a las tres pérfidas que solo conocen la maleficencia! Fingiendo pactar con él que creen un poseído por la demencia, algo burlonas imploran su clemencia: "O Vuecencia, O Gran Soberano de la Sanguinolencia" exclaman con aparente obediencia, "aunque con tu decisión estamos en incongruencia, nos plegamos a tu avenencia. O Monumental Excelencia, si nos dejas en quiescencia, te recompensaremos con nuestra paciencia." Escondiendo detrás de su gran elocuencia una mala conciencia, las canallas no se percatan de su peligrosa atrevencia: ¡hay que tener más captenencia a la hora de mentirle al Todopoderoso de la Muerte y Videncia!
Nariz calamitosa, dedos humientos y sonrisa latosa...
Consciente de ser confundido con un parlanchín, el Señor de la Ruina no dejará las cosas asín. Si bien su orgullo sufre por su condición de matachín, sabe que la venganza lenta vale un diabolín. "Acepto sus disculpas acerca de este siniestro tecuín, mas espero que no sean de trufaldín. Para asegurarme que su promesa no se vuele con el viento como aserrín, tendré clavada en ustedes la mirada de mi belleguín. Si llego a ver que nuestro acuerdo no era más para sus engaños que un tapín, sepan que en cuanto se presente un galopín habrá llegado su fin."
Nariz hoyosa, dedos crasientos y sonrisa furiosa...
Cuando por un oscuro camino el visitante desaparece, el grupo de viejas sin alarma su odioso potingue acrece. Una alta columna de humo hasta las nubes altivece, lo que al Gobernante de la Oscuridad muy mal le parece. Ya su cara enrojece, al igual que su deseo de venganza se desadormece: ¡que este motón de insolentes reciba lo que se merece, por no escuchar cuando su Señor las reglas establece! En el momento que una extraña luz en la floresta clarece, la menor de las malvadas hermanas palidece, y cuando señala algo entre los árboles el resto también se estremece. En medio de la verdura que florece, una niña de piel lívida repite una canción que ensordece:
Nariz globosa, dedos tremulentos y sonrisa temerosa...
"Un mendigo de apariencias raposinas me indicó este camino para encontrar golosinas. Me aseguró que encontraría a tres criaturas luciferinas, que además de viles, son cretinas. ¡Las que con mi felino Martino llenaron sus barrigas viperinas! Afirmó que se transformarán en gollerías y chocolatinas, por lo cual estoy ansiosa para toparme con estas tontainas."
Nariz golosa, dedos suculentos y sonrisa de sacarosa...
"¡Pata de cabra! De no haber escuchado del pordiosero la palabra, nos encontramos en una situación bien macabra. ¡Esta mocosa nos enviará al almacabra!" dice la primera en cuanto se pone glabra. ¡Cada una a su turno se descalabra, y en bombones son transformadas en un abracadabra!
Nariz pastosa, dedos feculentos y sonrisa fructuosa...
En un momento por un gran caldero la vista de la chiquilla es atraída, y hacia ahí se dirige la cría de harapos y malnutrida. En la enorme marmita burbujea una deliciosa bebida, y a su lado tres gigantescas pilas de dulce amenazan con una caída. Con una felicidad para ella poco consabida, sorbe un poco de la sabrosa batida, y dándole las gracias imaginarias al errabundo por su indicación inadvertida, se marcha sin ser deshambrida. ¡No se equivoquen sobre el motivo de su partida! ¡A buscar a sus otros glotones de amigos se fue enseguida!
Nariz zumosa, dedos carcomientos y sonrisa deleitosa...
Así desaparecen las magas de Belmén como antevés, en este cuento de Halloween donde los niños se comen a las brujas y no al revés.
Historia ganadora del segundo puesto, escrita por alicecimino en la categoría "Brujas".
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Antología: volumen I -Halloween Latino-
RandomBienvenidos al primer volumen de nuestras antologías.