Almas gemelas

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Desde hace algún tiempo he estado pensando que podría ser útil escribir sobre lo que me pasa o cómo me siento. Y acabo de decidirme a hacerlo, para ver qué pasa. Total, no creo que haga daño. Sucede que muchas veces percibo que algo no está bien, pero no logro darme cuenta de cuál es el problema. Por eso creo que es bueno llevar un registro, una especie de diario donde pueda ir ordenando mis ideas y tal vez de todo eso logre sacar algo en limpio.

Para comenzar, puedo decir que mi nombre es Esteban, aunque realmente eso no tiene mucha importancia porque muy pocos lo pronuncian. Dicen que soy un chico tímido e introvertido, pero tengo un gran mundo interior. O más bien eso fue lo que dijo mi psiquiatra y creo que tiene razón. La verdad es que en ese lugar me siento a gusto y disfruto todo lo que hago. Sería feliz si pudiera quedarme ahí por siempre, pero constantemente me veo obligado a salir. Tengo que esforzarme diariamente para saludar con la mejor de las sonrisas a mis padres, ya que de lo contrario empiezan con sus típicas preguntas como "¿qué te pasa?", "¿tienes algún problema" u otras similares, que si no tienen una respuesta que ellos consideren aceptable, los lleva a aumentar el hostigamiento y a mí me acerca peligrosamente a la desesperación. De hecho, después de una de esas situaciones decidieron obligarme a tomar terapia psicológica y psiquiátrica, lo cual ya he tenido que soportar bastante tiempo. Yo no considero que tenga algún problema, pero entiendo que no soy como el mundo quiere y eso siempre me traerá dificultades. Creo que ésa es la lección más importante que he aprendido en mis dieciséis años de vida, al menos en lo que se refiere a mi relación con los demás.

Desde mi punto de vista, solo me gustaría estar en paz. Mis emociones las tengo más conectadas con la naturaleza, con todo lo que tenga que ver con paisajes hermosos y ambientes que no estén modificados por el hombre. Siento que pertenezco a esos lugares y allí no necesito nada más. No puedo decir que allí "piense" o "haga" cosas. Más bien en esos momentos solo me dedico a "ser", porque no me preocupo del tiempo ni de buscar algún sentido. Estando en aquel sitio ya no hay falta ni sobra, no se deben rendir cuentas, ni es necesario dar explicaciones. Solo sientes la completa seguridad de que estás donde perteneces y haces lo correcto. No tengo ningún incentivo para salir de ese estado, más que los apremios físicos que sufro, pues en eso no me diferencio del resto, ya que soy un esclavo de mis necesidades fisiológicas. A veces siento hambre, sed, frío o calor como cualquiera, y debo preocuparme de ello. Ésas son las sensaciones más importantes que me obligan a volver al mundo físico, por decirlo de alguna forma. Algunos lo llamarían despertarse, salir del ensimismamiento o tomar consciencia del mundo que nos rodea. Yo lo llamo una obligación, y trato siempre de volver a mi propia comodidad en el menor tiempo posible.

Poco a poco he ido aprendiendo a lidiar con todo lo que me exigen y creo que cada vez lo manejo mejor. Mis tiempos de tranquilidad han aumentado y he podido mantener a raya a todos los que alguna vez me molestaron, como padres, profesores o psicólogos. Me parece que he alcanzado un buen equilibrio, donde ellos finalmente me entendieron. Hoy en día me siento mucho más libre, ya que recorro tranquilamente todas las dependencias del colegio y no siento miradas de reprobación sobre mí como antes. Como ya me conocen me han aceptado y nadie se mete conmigo. Y no me tratan como basura por negarme a saludarlos o evitar su compañía.

Hay una parte del colegio que es mi preferida, porque es poco transitada. El lugar está en el tercer piso del edificio donde se encuentra la biblioteca, algunas salas de profesores y oficinas administrativas. Allí está lo más solitario: la oficina de pagos y contabilidad. A este lugar concurren muy pocas personas y sus ocupantes son silenciosos. De hecho casi no se levantan de su escritorio ni se asoman al pasillo, el cual termina en una terraza abierta. Desde ella se puede contemplar el patio y los alrededores del colegio. Me gusta disfrutar por un rato de la vista que permite aquel sitio, después de lo cual simplemente me siento en un rincón en el suelo, y encuentro momentos de gran tranquilidad.

Antología: volumen I -Halloween Latino-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora