[Capítulo cinco]

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— ¡¿Qué irás a donde?! — el grito de mis amigos alertó a toda la cafetería; pegándome en la frente, me escondí de todas las miradas curiosas y muy muy poco disimuladas.

— Bajen la voz. — supliqué, mirando al rededor.

— No me agrada ese tipo. — Ian cruzó los brazos sobre su pecho, mirándome serio.

— A mi tampoco, pero debo participar si quería mi celular y mantener la fiesta en paz con él. — apoyé mi codo en la mesa, haciendo lo mismo con mi barbilla sobre mi mano.

— Tenemos una nerd entre nosotros. — se burló Alex, codeando a Ian.

— Eres el único que no se había dado cuenta de ello. — bromeó Nathan.

— En fin. Tengo que ir con el profesor para estudiar. — me encogí de hombros, recostando mi cabeza en la mesa, disfrutando de las caricias en mi cabeza de parte de mi rubio amigo de ojos azules, Nathan.

— Yo te llevo. — Ian se levantó de su lugar que se encontraba frente a mi, para sacar a su gemelo del suyo, sentándose en el.

— ¡Oye! — chilló Nathan, sentándose con Alex.

— Yo iré contigo. — Ian copió mi acción, mirándome.

— Hey, puedo cuidarme sola. — susurré, levantando la mirada y ver a los otros platicar.

— Pero quiero ver que estés bien. — rodé los ojos y cerrandolos, acerqué mi cabeza para que me hiciera cariñitos, a lo que me queje porque no entendió. — Hazme cariñitos en el cabello. — al instante sentí su mano en mi cabeza.

— Hazme cariñitos. — imitó Nathan mi voz, haciéndola más chillona.

— Así no es mi voz, pedazo de  imbécil. — le tiré una servilleta hecha puño, cayéndole en la cara.

— Ya se quien eres. — una voz desconocida de un chico sonó detrás de mi, haciendome volver la mirada y ver como un pelí-azul se sentaba junto a mi.

— ¿Quién soy? — mi ceño fruncido le comunicó que no entendía nada.

— Eres Valery, la chica que me aconsejó tintarme el cabello de blanco. — mi ceño se frunció más, hasta que por fin comprendí quien era.

— Ah... Eres Daniel Montghomeri, el chico de los colores. — le sonreí, poniéndole atención y dejando de lado a mis amigos.

Hace dos años y medio, un chico y yo congeniamos mucho en la clase de arte, llegando a ser muy buenos conocidos. Me enteré que le gustaba el azul, tenia la idea de pintarselo de colores distintos cada año y por alguna razón lo convencí que iniciará con el color blanco. Cuando me fui ya no volví a saber más de él.

— Ese mismo. No te había notado por aqui. — me sonrió, saludando a alguna chica que iba pasando por ahi.

— Será por que nunca vienes a clase. — Alex susurró, haciéndome reír.

— Touché. — respondió el azul.

— Creo que eres el único que se acuerda de mi existencia pasada.

— ¿Enserio? — pareció sorprendido.

— Si, creo que todos piensan que soy totalmente nueva. — rodé los ojos, quitándole una galleta a Ian, quejandose.

— No soy el único, creo que Nora aún te odia. — con una mirada divertida, señaló a una mesa de las principales, notando como aquella chica delgada, pelo rubio teñido y con buenos, muy buenos sentimientos -pechos-, me miraba con cara de odio, rodando los ojos en mi dirección.

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