La rabia me iba consumiendo poco a poco, ¿qué mierda le pasaba a Cloeh por la cabeza para cargarse el termo?, en serio ¿no podía simplemente no tocar? Sarah tuvo que llamar al técnico de urgencia pero hasta dentro de dos horas no podía venir. Estupendo, mi viaje no acababa más que empezar y ya estaba deseando volver a casa. Estuvimos dando vueltas por la casa y como siempre cuando estoy nerviosa me pongo a cocinar y limpiar, en un bucle casi adictivo. En las dos horas siguientes monté un banquete con el permiso de la dueña de la casa, preparé lasaña para la noche siguiente, buñuelos, sopa de tomate, un bizcocho para el postre, natillas y tortitas, con su respectiva limpieza a fondo de la cocina. Sarah apareció y realmente se sorprendió de la cantidad de comida que pude preparar con las tres cosas que tenía en el almacén. Si en algo se parece en su hermana es en la poca previsión de comida que tiene en casa.
Al llegar el técnico y arreglar el termo pudimos darnos un baño que para mi gusto fue de lo más rápido y poco relajante que hubiese querido, pero en fin, no quedaba otra, tenía una hora para hacer algo con mi pelo, vestirme y arreglarme un poco ya que fui la última en ducharse. Me sobraba tiempo, ya tenía el vestido preparado y planchado encima de mi cama, me enfundé unas medias, me puse el vestido estampado que hacía resaltar mis curvas y recogí mi pelo en una coleta formal pero casual. Me retoqué los ojos como me gustaba, negros y muy marcados, un poco de rímel, color en las mejillas y un atrevido pintalabios rojo que resaltaba con mi piel. A diferencia de Sarah y Cloeh yo iba en zapatos planos, me negaba a ponerme los tacones hasta que no saliese del coche, la noche era larga y no tenía pensar sufrir un dolor de pies más de lo necesario por lo que me llevé un bolso adecuado para guardar los tacones.
Cuando llegué al salón ambas no habían llegado así que tomando la palabra de Sarah me puse a curiosear algún libro de la biblioteca hasta que terminaron.
Conducía Sarah hasta un restaurante donde nos reuniríamos con todos sus amigos, estupendo gente que no conocía, la noche promete.
Cuando llegamos al aparcamiento, cambié mis manoletinas por los tacones y salimos del coche en dirección al restaurante, era un italiano bastante modesto donde teníamos una sala solo para nosotros para hacer el ruido que nos apeteciese. Instintivamente analicé a todos los comensales en busca de alguien que me llamara la atención para empezar alguna conversación banal hasta que finalizase la noche ya que Sarah estaría ocupada atendiendo a sus invitados y Cloeh, bueno sus conversaciones no eran muy interesantes que se diga, nadie todo el mundo parecía haber salido de una revista o se les veía claramente en su salsa con sus grupos ya hechos. Ocupé el asiento al lado de Cloeh, en la esquina, donde sabía que nadie podría sentarse a mi lado.
-Bueno chicos estamos todos, podemos empezar a pedir unos entrantes y la bebida.
-No Sarah aún faltan Gunter, Alex y Verónica.
-Ah pero, ¿no lo sabes? Verónica no viene, Alex y ella lo dejaron hace dos meses y sinceramente Alex no creo que venga, se ha quedado muy tocado después de la ruptura.-Una rubia estirada claramente operada empezó a reírse, su broma privada le costó que todos la mirásemos, no parecía muy preocupada por el incremento de miradas en ella, más bien buscaba el protagonismo ya que dio a entender con pocas palabras que se veía venir la ruptura.
Me centré en la carta dudando si pedir risotto o gnoquis cuando una presencia me hizo sobresaltar, dos pares de ojos me miraron como si no debiese estar aquí, los dos chicos eran altos, con una notable presencia de gimnasio pero sin rozar el límite que muchos jóvenes usan para agilizar el proceso de musculación. Uno era rubio con unos ojos azules intensos, claramente prototipo aria, el otro era moreno con el pelo desordenado, unos ojos marrones intensos, tenía cara de niño y usaba un pequeño aro en su labio inferior. Ambos me sonrieron y me preguntaron si el sitio de al lado estaba ocupado.
-No, está libre, puedes sentarte.- El rubio optó por ponerse a mi lado, presidiendo la mesa, mientras que el moreno se sentó frente a mí, me miraba intenso, no se expresar con qué intención o sentimiento pero casi siento miedo. El rubio empezó la conversación banal que esperaba.
-Supongo que una de las amigas de Cloeh, ¿no? Gunter por cierto.
-Encantada, Catherine.-Obvié explicar mi relación con Cloeh y seguí la conversación.-Ya casi hemos pedido así que aquí tenéis la carta, yo ustedes sería rápido.
-Exigente, me gusta.-La sonrisa del moreno brillaba por su ausencia, le quitó de las manos la carta a Gunter sin dejar el contacto visual con mis ojos y sin mirar la carta dijo-Risotto de setas para mí, con parmesano y vino blanco. Aquí tienes Gunter.
-¿Y tú eres…?
-Para ti el polvo de esta noche.- Asco, simplemente asco era la sensación que me inundaba, bueno, asco y excitación. Era jodidamente sexy. Mi boca se abrió de par en par y mis ojos casi se salen de las órbitas.