Lo cierto es que tras pasar quince horas y dos escalas al lado de Cloeh en el avión he de decir que no ha sido tan malo, en serio es la típica que pone de los nervios a la persona más tranquila del mundo pero por alguna extraña razón, no sé, estaba simpática. John había hablado con ella igual que había hablado conmigo, lo sabía.
Cogí una revista nacional y empecé a ojearla, después de infinitas horas metida en el cacharro flotante lo único que me apetecía era darme una ducha bien caliente y dormir, dormir mucho. Pero no, aún quedaban algunas horas por delante y sabía que si no dormía al día siguiente sería como las peores resacas de mi vida.
-Ahora mismo me comería una hamburguesa doble de carne, doble de queso y joder doble de bacon.
-¿Enserio? Doña “como pizza con cuchillo y tenedor” ¿se comería una doble de todo?
-Totalmente, ahora mismo me comería hasta espaguetis con las manos, créeme no sería la primera vez.
Empecé a reírme tan solo de imaginar la camiseta de Channel que llevaba y su cara entera llena de tomate, empezaba a caerme bien esta chica cuando no estaba John, nada más me instale en la casa le daré la gran sorpresa de que puedo viajar con su novia y no matarla o morir en el intento.
De repente inspeccioné el avión y vi unos ojos devorarme con la mirada, no sé cuánto tiempo llevaba mirándome pero no parecía poco. Sonreí haciendo ver que le habia pillado, pero aun así no dejo de mirarme. Esta vez tiró del lado derecho de su boca formando una sonrisa pícara llena de muchas emociones juntas, deseo, lujuria, pasión. Y fue ahi cuando decidí intentar poner interesante el viaje. No solía ser muy impulsiva pero decidí que eso tenía que cambiar al menos por siete dias. Empezar de cero solo por unos días en un país donde pudiese ser otra persona sin importar a nadie se veía demasiado tentador así que me levante y me dirigí al baño con una sonrisa juguetona y nunca rompiendo el contacto visual, al girar la esquina para entrar en el aseo vi cómo se levantaba sonriente, crucé la puerta y la cerré me apoyé en ella excitada esperando que alguien la abriese en algún momento. Nada. ¿Pero qué coño estaba haciendo para tardar tanto? Era moreno, con ojos entre azul y gris, una barba de dos días y un pelo que decía “tírame fuerte” a voces, de unos treinta y algo, algo maduro no estaba mal de vez en cuando, estaba harta de lo mismo siempre y decidida que este sería el viaje que cambiaría mi vida. ¿Cuántos minutos habían pasado? Suspiré y abrí la puerta, me di de frente con ese par de ojos que descubrí mirándome hacía ya rato. De cerca eran impresionablemente mejores que si los hubiese imaginado. Con una sonrisa apoyó su mano en mi cintura empujándome para salir del baño.
-Un poco más y tengo que ir al baño del aeropuerto chica.
Avergonzada no solo por el ridículo tan grande que habia hecho sino porque para colmo se estaba riendo en mi cara, no recibiría mis disculpas, eso lo tenía claro.
Así que con cara de sepia me di la vuelta dirigiéndome a mi asiento humillada y decepcionada por intentar ser “sexy por un día”. Game over Cat, otra vez será.
Pasaron cuatro horas más y al fin llegamos al aeropuerto de Stuttgart, casi me falto tirarme de rodillas al suelo y besarlo como si no hubiese visto tierra firme nunca.
-Estoy tan cansada que creo que me muero.
-Pues nena esto es el principio, prepárate para el jet lag de muerte que tendrás mañana. Ahora mismo son las cinco de la mañana en Austin y aquí son las 12 de la tarde eso significa que o pasamos todo el día despiertas y esta noche morimos, o dormimos ahora y no nos despertamos hasta dentro de veinticuatro horas.
Por favor que sea la segunda, que sea la segunda.- No podemos permitirnos perdernos nada de Alemania así que vamos a ducharnos y a ver lo que nos depara Europa, ¡vamos!
Vale, eh, no me puedo creer que me torture de esta manera, John nunca recibirá ese mensaje.