Capitulo 33

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Me levanté de un saltó y corrí al baño que estaba dentro de la habitación, me arrodillé en el inodoro comenzando a expulsar todo lo que había dentro de mi estómago, cuando ya no había nada en mi interior me puse de pie tirando de la cadena. Me acerqué al lavamanos y moje mi cara dandome una mirada en el espejo, tenía ojeras enormes de un color violeta horrible, mis ojos estaban rojos y cansados, mi piel más blanca de lo normal. Una lágrima cayó por mi mejilla, ví el recorrido de esta misma hasta mi cuello, cerré los ojos y suspire.

Me metí en la ducha y abrí el grifo, el agua comenzó a correr por todo mi cuerpo, me dediqué solo a disfrutar de ese pequeño contacto con los ojos cerrados. Después de varios minutos en la ducha decidí salir envuelta en una toalla blanca, salí del baño y camine a la cama, me senté en la orilla de esta misma y comencé a mirar por la ventana, habían unos cuantos árboles que con la leve brisa de la mañana se movían, el cielo estaba nublado, supuse que quizás llovera.
Me puse de pie y fui hacía la ventana, la abrí y sentí la brisa chocar en mi rostro, cerre los ojos disfrutando la sensación. Se sentía tan bien como cuando él me acariciaba; las lágrimas volvieron a aparecer, sentía ardor cada vez que una de ellas salía de mis ojos.

-te vas a resfriar- con mis manos seque mis mejillas y me di la vuelta, iba vestido completamente de negro- te traje esto- deja la ropa en los pies de la cama- en veinte minutos saldremos... Al funeral.

-¿tan pronto? - logré preguntar.

-Enriqueta quiere que todo acabé rápido - asentí, cuando iba a preguntar lo obvio, continuó hablando- ella... No se lo tomó bien.

-es su hijo... ¿cómo esperas qué se lo tome bien? - pregunté molesta.

-no me refiero a eso- da un gran suspiro- piensa que tú eres la culpable- abrí los ojos como platos mirandolo confundida.

-no es... No es verdad- respondo- ella me quiere como a una hija, jamás pensaría que yo lo maté... Lo amaba- susurre lo último y el asiente.

-anoche te dije que no reaccionaría bien- me negaba a aceptar lo que él decía - te dejaré para que te vistas-

Salé de la habitación cerrando tras de él, cuando ya no está en mi campo de visión me siento rendida en la cama. Enriqueta no podía pensar que era mi culpa, yo estaba en ese lugar por él, arriesgando mi vida tanto como él, ella no podía ser así de injusta. Me puse de pie y mire la ropa, era un vestido negro ajustado que llegaba hasta por debajo de la rodilla, tenía un pequeño escote, era hermoso.

A Joshua le hubiera encantado.

También una lencería del mismo color, me vestí rápido, cuando estuve lista me mire en él espejo del baño, fisicamente me veía igual que siempre, pero de mi cara no podía decir lo mismo, mucho menos de como estaba por dentro; no me maquille, no tenía caso hacerlo para que después todo se fuera al demonio con mi sensibilidad.
Me coloqué un abrigo de color negro también y caminé fuera de la habitación, bajé las escaleras, a lo lejos sentí un delicioso aroma. El estómago rugió de hambre, caminé lentamente hasta el olor y encontre al detective preparando algo en la cocina, lo observe desde el umbral. Al parecer eran wafles ya que coloco dos en cada plato, esparció un poco de miel y al voltearse me miro sorprendido.

-justo iría a buscarte- me regalo una sonrisa amable, no pude devolversela. - toma asiento, debes comer algo - asentí y me acomodé a un lado de la mesa.

Coloco un plato frente a mi y sin siquiera esperarlo lo devore en pocos minutos, tomé un poco de té que había dejado a mi lado, estaba rico, pero jamás me había sentido tan mal de tomar una simple taza de té. El solo hecho de recordar que cada mañana él me llevaba té a la cama, sus labios con ese sabor tan delicioso.

Sadomasoquista Donde viven las historias. Descúbrelo ahora