Quédate

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Tal vez eso era todo lo que debía decir.

Quédate.

Una palabra. Era una súplica más que otra cosa. Podía sentir el arrepentimiento filtrándose bajo cada letra.

Quédate, por favor.

No era su culpa. Harry no sabía cómo responder cada vez que Louis tenía esos pequeños ataques de inseguridad. Las palabras salían de su boca, pero no tenían ningún sentido, no lograban calmarlo, sólo empeoraban todo.

Es que simplemente no lo comprendía.

No comprendía cómo podía sentirse inseguro. Él, Louis. Pequeño Louis, adorable Louis. Estaba allí parado delante de la puerta, con  su cabeza gacha. Usando un sweater marrón de Harry que llegaba hasta la mitad de sus muslos. Se veía tan pequeño, tan vulnerable,  con su delgado cuerpo estremeciéndose cuando Harry suplicaba.

-Harry…

-Louis, por favor.

El chico más alto se acercó lentamente hacia él, alargando su mano para tocar su pequeño hombro.

­-Louis, cariño, quédate.

El aludido volteó su cabeza, solo un poco, lo suficiente para ver sobre su hombro.

-Es que no me entiendes…

-Ayúdame a entender, y yo te ayudaré.

-No necesito tu ayuda.

Lucía dolido, como si pensara que Harry estaba totalmente equivocado. Las comisuras de sus ojos  se quebraban hacia abajo, haciéndolo lucir aún más triste, derrotado.

-¿Puedes quedarte, y explicármelo todo?

Louis volteó completamente, y sus ojos comenzaban a aguarse, pero se echó hacia atrás cuando el más alto intentó abrazarlo.

-Harry, no puedo cambiar ¿de acuerdo? Sé que quieres que me quede para cambiar mi forma de pensar, pero no puedo ¿lo entiendes? No hay vuelta atrás. Te lo dije cuando nos conocimos.

Habían pasado seis meses desde que se habían conocido, y Louis aún no comprendía que Harry no quería que cambiara.

-Louis, cariño, mírame. Sé que no puedes cambiar, yo no quiero que cambies. Pero puedes cambiar tu visión, y eso es lo que quiero. Quiero que veas todo lo que no ves. Estas corriendo en círculos, sabes que eso no es bueno. Pero tomas por sentado que no puedes hacer nada más

-No hay nada más que hacer.

La garganta de Louis comenzó a cerrarse, y no habló más porque sabía que si lo hacía, gritaría. Podía sentir el grito asomando hacia su boca, luchando por salir, sus pulmones comenzando a perder el aire, sus ojos empezando a arder, lágrimas peleando por correr. Su corazón latía fuerte, de forma dolorosa. Millones de palabras volteando en su mente, ruidosas, como monedas en un frasco vacío. Necesitaba decir cosas, muchas cosas, pero no podía intentar siquiera saborearlas en la punta de su lengua, no podía encontrar la manera de decirlas, ni ponerles un orden coherente.

Gritaría. Gritaría todo lo que quería decir, desgarraría su garganta con palabras filosas, agudas y dolorosas, que dolerían tanto si las gritaba como si no. Necesitaba dejarlo ir. Pestañeó, y lágrimas cayeron. Casi podía sentir como si hubiera palabras en ellas.

“Odio”  “Miedo” “Amor” “Te necesito” “Por favor”

Harry vio todo eso, casi escuchó como Louis pensaba cosas dolorosas. Podía verlo tragando con dificultad, su respiración rápida y profunda, como si le costara respirar, los músculos de sus brazos flexionándose levemente cuando cerraba sus manos en puños, su mandíbula vibrando, su nariz torciéndose.

Lo contempló con tristeza, y admiró su belleza. Su flequillo casi cubría su ojo derecho, tenía puesto un gorro gris con una bola negra de lana en la punta, que se balanceaba un poco cada vez que Louis respiraba con fuerza; tenía una pequeña barba cubriendo su barbilla y llegaba casi hasta las comisuras de su boca; su pequeña y respingada nariz un poco roja; sus labios, que ahora estaban curvados hacia abajo, eran rosados y perfectos, como si hubieran sido delineados con precisión por algún dios.

Era un ángel. Un ángel que no sabía que tenía alas, brillo ni una aureola sobre su cabeza.

Lo abrazó a pesar de sus protestas, porque su corazón se rompía un poco cada vez que lo veía quebrarse. Harry realmente se preguntaba cómo era que su corazón seguía latiendo, después de haber visto sufrir a Louis tantas veces.

Lo abrazó fuerte, “como si pudiera juntar sus piezas rotas”, decían siempre. Pero no juntaba las piezas rotas, solo proporcionaba el pegamento. Harry era palabras de aliento, Louis era el corredor. Louis podía superar todo, él podía llegar al final, sólo no debía tropezar.

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Bueno, hiii a la persona que esté leyendo esto. Es mi primer one shot de larry stylinson y espero que guste. Lindo día xx :D

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