10. Amistades nuevas y perdidas

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Entro al baño de chicas corriendo el único lugar donde estaba segura de que no entraría.

—¡Perdón! de verdad no quería lastimarte, sal vamos a hablar las cosas—gritaba Nick desde fuera del baño.

Pero todo fue en vano ella no salió, ni tampoco contesto a sus gritos, estaba muy dolida.

Cuando se aseguró de que se había ido ya salió de ahí mirando de un lado a otro para percatarse si no se encontraba por ahí.

Se paseo por los pasillos buscando a el muchacho de anoche el cual no había tenido ni siquiera la delicadeza de preguntar su nombre. Y no conocer nada de él la lleno de mucha intriga.

La campana sonó y ella aún no le encontraba se habia asomado a todos los lugares que se le habian ocurrido pero no lo habia encontrado. Cabizbaja se le paso por la cabeza ir hacia el lugar donde ayer se habian encontrado, quiza ahi lo encontraria y no se equivoco; recargado en la pared con una playera azul polo se encontraba él, con la mirada baja y un cigarrillo en la mano.

Ella se acercó a él pero el muchacho aún no se percataba de si presencia.

—hola—hablo bajito.

Él levantó la mirada y casi instantáneamente apartando el cigarrillo y sonriendo para luego que el humo saliera por la misma.

—Hola—saludo con ánimo para luego darle un beso en la mejilla dejando a la castaña perpleja.

—¿Cómo te va?—pregunto con la mirada baja, tratando de que no se notará su sorpresa.

—¿Quieres decir desde ayer? Mejor supongo, pero ni en un día se ama ni en dos se olvida.

Ella levantó sus ojos y le miro al escuchar sus palabras, con atención tratando de recordar en donde había escuchado esa misma expresión, pero al no recordar no dijo nada.

  El la miro al notar su confusión y solo dijo— Mi madre me lo dijo hoy en la mañana cuando vio que en mi bolsillo había una cajetilla de cigarrillos, ella sabe que odio fumar y que lo hago solo cuando algo ocurre, supongo que sabia que era lo que me pasaba por lo que dijo—fumo una vez mas y apago el cigarro— A veces siento que mi mama se dedica a la brujería o algo así, sabe demasiado y ni siquiera se por que.    

La castaña no aparto sus ojos de el y dejo escapar una risita con eso ultimo, cosa que hizo sonreír al moreno.

  — Que raro—soltó.

—¿Que?—pregunto con una sonrisa.

—Es interesante que en dos veces que te he visto ya he conocido tus lagrimas y tus risas, hemos hablado de nuestros corazones rotos de mi madre—rió— es cómico incluso se donde vives pero a ninguno se le ha hecho necesario presentarse debidamente— hizo algunos ademanes con las manos mientras hablaba, caminando de un lado a otro, bajo la mirada de la muchacha que se sentía cada vez mas intrigada.

—Supongo que—aclaro su garganta—la situación nos hizo darle importancia a muchas cosas incluso mas que las que se consideran "necesarias".

—Quizá... pero aun así se me hace algo importante que nos conozcamos como debe ser ¿no te parece?—ella asintió.

—Vale parece algo coherente, me llamo Samantha Lancaster—le extendió la mano.

El la tomo y la apretó sin dejar de mirarla a los ojos.

—Yo soy...— fue interrumpido por la campana—...un hombre salvado por la campana, nos vemos mañana Sam—le dijo adiós con la mano mientras se alejaba.

Vale, esto parecía que estaba calculado, tendrían que volver a verse una tercera vez no solo por que a Sam le importara el saber como se llamaba, sino por que al mirar sus manos se dio cuenta que no le había regresado su chaqueta.                     

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