Capítulo-38

292 61 11
                                    

-¿Les ofrezco algo de tomar?

-Dos wiskis por favor.

-Enseguida.

-¿Y bien?

-No sé que pretendes Alan.

-¿Quién te dijo que pretendo algo?

-Sé que quieres animarme, pero no lo necesito. Estoy bien.

-¿Seguro?

-Sí.

-Salud por eso entonces. ¡Hey! ¡Alonso!

-Lo siento es solo que creí ver a...

-¿A quién?

-No, a nadie.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~


-¿Y? ¿no piensas decir nada?

-¿Qué quieres que diga?

-¿Cómo es que estás aquí? ¿Por qué no me dijiste que volvías? ¿Cuándo llegaste? Algo, solo dí algo para que deje de volverme loco- habló desesperado.

-Estoy aquí por una invitación, no te dije nada porque no quería que lo supieras y no llegué- tomó aire- la verdad es que nunca me fui.

-¿Qué estás diciendo?-se llevó las manos a la cabeza- ¿LO DE MIKE FUE UNA MENTIRA? ¿UNA MÁS?

-No, no lo fue.

-NO TE CREO NADA, YA NO CREO NADA QUE VENGA DE TI. CADA VEZ QUE LO INTENTO, QUE CONFÍO EN TI, TÚ BUSCAS LA MANERA DE DECEPCIONARME- comenzó a acercarse de nuevo a la puerta.

-Espera Alonso, escúchame al menos.

-¿Escucharte? ¿Tú crees que tengo ganas de escuchar algo de ti?- se zafó del agarre del pelinegro- ¡SOLO DÉJAME EN PAZ!

Bajó rápidamente las escaleras, cruzando en medio del gentío.

-¿Qué pasa Alonso?- Bryan detuvo su andar.

-Apuesto a que tú sabías de todo esto.

-¿Saber qué? ¿De qué hablas?

-ALONSOOO.

-¿Jos? ¿Cuándo llegaste?

-¡No volvió! Él nunca se fue, mintió como siempre- y entonces salió de aquella casa con la rabia desbordando de sus ojos.

-Habla con Rebeca y Alan- dijo a Bryan y después salió tras el rubio.

-ALONSO DETENTE- le pidió a distancia.

-ALEJATE, NO QUIERO VERTE.

-CALMATE, ALONSO ESCUCHA.

-NO ME PIDAS QUE ME CALME AHORA- lo miró de frente- ANDA, HABLA. TIENES CINCO MINUTOS.

Habían recorrido un mínimo de dos cuadras, las calles estaban vacías y el clima había cambiado.

El pelinegro suspiró- escucha Alonso- trató de tomar al chico por los brazos, pero este se alejó- nunca me fui a Milán. El día del viaje justo antes de abordar Mike me detuvo, me dijo que no era justo que me fuera con él estando tu aquí. Él sabía que mi razón principal para viajar eras tú y contigo aquí yo no tenía nada que hacer en Milán.

-¿Entonces por qué no me buscaste? ¿Por qué has estado mintiéndome? ¿Por qué me hiciste creer que te fuiste?- no podía ocultar la rabia que lo invadía.

-Porque no tuve otra opción.

-¿De qué hablas?

Limpió algunas lágrimas que había en su rostro. La noche parecía estar confabulada con su dolor, pues pequeñas y finas gotas comenzaron a caer.

-En cuanto el avión de Mike despegó fui a buscarte para decirte que me quedaba pero para bien o para mal, escuché la conversación que tuviste con Diego. No quería que te sintieras obligado a estar conmigo sin que estuvieras seguro de tus sentimientos.

-¿Obligado? No estaba contigo por obligación.

-Eso no lo sabes, escuché cuando dijiste que sentías que algo cambió. Por eso preferí ocultarme y darte tiempo de pensar las cosas.

-¿Pensabas ocultarte de mí todo un año?

-No, pero al menos sí unos meses. Así cuando me vieras de nuevo habrías tomado una decisión.

-¿Solo Rebeca sabía esto?

-No, Alan y...

-Claro. Por eso Alan me llevaba tanto a aquel restaurate, por eso creía verte. Dios, no puedo creer que hicieras semejante estupidez José. ¿Cómo pudiste creer que estaba contigo por obligación?

-Te escuché Alonso o ¿vas a negarlo?

-No, no voy a negar lo que dije. Pero debiste hablar conmigo.

-Entiendeme Alonso, el enterarme de lo sentías respecto a nosotros fue impactante. Si cuando nos volvimos a ver me hubieses dicho que no sabías si sentías lo mismo por mí esto no estaría pasando.

-No, esto no estaría pasando si antes de tomar una decisión hubieses hablado conmigo.

-No quería que estuvieras conmigo sin saber lo que sentías, mucho menos quería que te sintieras obligado al quedarme.

-¿Es que no entiendes que no era por obligación? Era por amor, siempre fue así.

El pelinegro no lo pensó más, se acercó y lo besó. Lo besó como la primera vez, lenta y dulcemente. Las manos de Jos tomaron la cintura del rubio, el cuerpo del chido estaba estático a pesar de que sus labios seguían a los de Jos en aquel beso. Estuvieron así un par de minutos.

-¿Sentiste algo?

-Jos...

El de ojos miel sonrio tristemente-¿Ves?

Estuvo a punto de retirarse, pero el rubio lo jaló del brazo y volvió a besarlo. Esta vez el beso fue desesperado, sus manos se enredaron en la negra cabellera de Jos y en un movimiento ambos terminaron tendidos en el húmedo césped.

-Lo sentí todo.

Azul Celeste|Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora