Esta novela narra la inusual forma en que el romance de Christian Grey y Anastasia Steele nace, lo cual ironiza lo extraño que es el amor y de las surrealistas formas en las cuales se da.
Desde niña Anastasia soñó con un romance de cuento de hadas...
Son diez treinta de la mañana, vaya ya es tan tarde y apenas estoy despertando. Bueno no me quejo porque tuve el mejor sueño de toda mi vida, Ana estaba allí y teníamos una cita romántica para luego terminar haciendo el amor frente la chimenea del Escala. Deseo que eso ocurra en algún momento. Nunca había pensado eso, tal vez porque no soy tan hábil como Elliot para cortejar mujeres.
Me levanto de la cama y como imaginé había una enorme mancha en mis pantalones de dormir. Esos son los estragos que me dejó practicar los fetiches de Elena. Me hizo muy sensible y me hizo ser capaz de correrme con solo imaginar una fantasía. Me quito el pantalón y entro a la ducha para limpiar mi cuerpo. Salgo y me visto rápidamente. Tomo mi billetera y las llaves del auto.
Salgo del Escala con dirección al centro comercial. El otro día acompañé a Ros a una joyería porque iba a comprarle algo a su esposa por su cumpleaños, y justo allí ví un anillo que me gustó bastante para Ana, era de oro con zafiros y alguna otra piedra. Cuando lo ví pensé en Ana inmediatamente, era sencillo pero totalmente bello. Ahora voy a comprarlo, quiero que lo use. —Ese anillo tiene significado, Grey—pregunta mi conciencia. Vaya, realmente no había pensado en eso, supongo que no había pensado en eso. Bueno, ya veré que significado tendrá.
Media hora después vuelvo del centro comercial con el anillo. Camino a la cocina y pongo a tostar algunas rebanadas de pan y enciendo la cafetera. Mientras mi desayuno se hace voy a mi despacho y enciendo la Mac para trabajar un poco.
Luego de un desayuno ligero me encuentro trabajando en unos contratos cuando mi teléfono suena. Es Ana, inmediatamente contesto.
-Hola nena-saludo.
-Hola Christian, ¿qué tal estás? Ayer no me avisaste cuando llegaste-me recrimina con voz agitada.
Logro escuchar de fondo el vals de las flores de Tchaikovsky, bueno, supongo que siendo maestra de música le guste la música clásica.
-Escucho el vals de las flores-digo.
-Sí, estoy haciendo un poco de ejercicio-dice soltando una sonrisa.
-Yo no he hecho ejercicio últimamente-confieso.
-Muy mal Sr. Grey, es importante hacer ejercicio para estar saludable-dice.
-Lo se, Srita. Steele, tal vez algún día deba acompañarla a ser ejercicio-digo.
-Sería genial, mañana, hay un gimnasio cerca de aquí-dice ella. -El entrenador es genial-
-De acuerdo, si tu lo dices es porque es verdad-digo sonriendo.
-Pasaré por ti a las cinco treinta de la mañana-dice.
-De acuerdo, estaré listo entonces-digo.
-Bueno, debo ir a ducharme, nos vemos más tarde-dice y la música desaparece.
-Nos vemos nena-digo.
Ella cuelga y yo sigo trabajando, mucho más ansioso porque ya sean las dos veinte, me muero por verla.
Pov Ana
Ya son dos diez y termino de aplicarme lipstick. Hoy es el almuerzo con la familia de Christian, aunque ya los conozco aún me pone nerviosa que conociéndome mejor crean que no soy digna de su hijo. Borro eso de mi cabeza y rocío perfume por mi cuerpo antes de echar un último a mi atuendo. Me puse un short negro, estampado con flores amarillas, blusa blanca, tacones amarillos, accesorios en naranja y bolso azul, mi maquillaje es ligero y dejé mi pelo suelto.
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