Lexa se dirigió rápidamente hacia su hogar, visiblemente nerviosa por cómo reaccionaría ante su madre puesto que llevaba un día entero desaparecida. Sabiendo cómo era Nia con ella, el castigo iba a ser severo y estaba terriblemente asustada.
Las últimas veinticuatro horas habían sido de locos, no solo había tenido un encontronazo con un licántropo sino que estaba viva gracias a esa criatura, ese hecho había cambiado todas sus creencias sobre la guerra ancestral entre ambos pueblos, los lobos no eran como siempre le habían contado y no entendía por qué existía tanto odio por parte de su pueblo hacía ellos.
Sus ropas y su pelo estaban impregnados del olor de Clarke y aun no tenía ni idea de cómo explicarle ese hecho a su madre. Sin duda ninguna excusa que le diera sería suficiente. Estaba en un aprieto, eso era completamente seguro.
Cuando llegó a las puertas de la ciudadela subterránea donde habitaba su raza, le temblaban las piernas por los nervios. Los guardias, al reconocerla, suspiraron aliviados y corrieron a socorrerla, a mirar si estaba herida o si necesitaba ayuda. Todo el pueblo había estado pendiente de su desaparición, terriblemente preocupados.
Arrugando la nariz ante el hedor a licántropo que traía su joven princesa, los guardias la custodiaron hasta la sala del trono donde se encontraba su madre. Ella entró, dudosa y con miedo en la mirada buscó a su madre por la estancia. No tardó en encontrarse con su mirada, llena de ira y rabia, una mirada que le congeló el aliento en la garganta. Tragó saliva y se acercó a la soberana en silencio.
-Madre...Yo...
-¿Dónde estabas? Llevas fuera un día entero, te daba por muerta.
-Yo...Se me hizo tarde y tuve que esconderme del sol.
-Apestas a perro.
-Me encontré a un lobo, pero lo maté
Nia miró a su hija con evidente sorpresa, era imposible que la princesa hubiese podido matar a un lobo, no estaba debidamente preparada, le estaba mintiendo pero ¿Por qué? ¿Por qué apestaba a lobo y seguía con vida? De pronto se puso a la defensiva, si su hija había interactuado con un lobo sería un serio problema, lo más sencillo sería encontrar a dicho lobo y matarlo.
-No puedes salir hasta que yo te diga, ese es tu castigo, reclusión hasta que a mí me parezca que has madurado lo suficiente, no quiero volver a sufrir por ti como lo hice estas últimas horas.
-Comprendo, está bien madre, ahora me retiro
-Ve, recuerda, no puedes salir.
Una vez Lexa se retiró a sus dependencias para lavarse y cambiarse, Nia reunió a sus mejores hombres. Al crepúsculo siguiente, partirían en busca del lobo que había estado con su hija y le darían muerte, sin ninguna contemplación.
Nada más ponerse el sol, partieron hacia el riachuelo donde solía a Lexa le gustaba detenerse a descansar, suponiendo que ahí fue donde se dio el encuentro y no estaban equivocados. Nada más llegar los evidentes signos de lucha en el claro les indicaron que estaban en lo cierto. Rápidamente se pusieron a rastrear al lobo, ya sea por el olor que, aunque tenue, impregnaba el lugar o las huellas que había dejado durante su enfrentamiento con la joven vampiresa. De pronto las huellas cambiaron, donde antes había signos de lucha ahora encontraban las huellas de la bestia, dirigiéndose en una dirección determinada. Estaban cada vez más cerca, podían notarlo porque el olor era cada vez más intenso. Siguiendo las huellas llegaron directamente a la pequeña cueva que usaba Clarke como hogar, sonriendo y saboreando de antemano la victoria.
Dentro de la cueva, Clarke se sobresaltó cuando de pronto el olor a chupasangres le golpeó como un puñetazo. Había demasiados y la estaban rodeando, no podía huir y tampoco luchar. Estaba perdida.

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Hijos de la luna
FanficAdaptación Clexa de un fic Swanqueen también escrito por mi AU. Una antigua profecía marca el fin del odio ancestral entre vampiros y licántropos con la llegada del amor verdadero entre dos miembros de sus respectivas razas. Los vampiros luchan por...