Las hojas muertas seguían cayendo con suavidad, dejando a la tristeza de los corazones caer junto a ellas, creando un paisaje mísero lleno de colores paralizantes de tonos cobrizos, dando una imagen de calidez distinta al trágico mensaje de la caída de las hojas marchitas.
Taehyung observaba absorto el triste paisaje a través del gran ventanal, contando con delicadeza cada una de las estelas de otoño que caían en el gran jardín a su frente. Los pensamientos rondaban sin parar sobre su cabeza, creando preguntas que sucedían a otras nuevas. Todo aquello que le rodeaba desapareció, dejando un fondo de murmullos incomprensibles, como una melodía que lo acompañaba en su deje de curiosidad.
Un suspiro cayó sobre sus labios, cerrando al mismo tiempo sus cansados ojos, retomando la calma que tanto deseaba recuperar, mas sin desearlo, a su mente vino el reflejo oscuro de la mirada penetrante del chico que se había adueñado de su cabeza. Aquellos orbes negros como la noche, destellando con un miedo aterrador que le hizo temblar por dentro, aquellos ojos que parecían esconder un secreto negro. Un martirio detrás de la cortina que el mismo Yoongi había corrido.
Y eso era algo que le estaba taladrando en el pecho. El mismo había presenciado el claro llamado de auxilio aterrador en aquellos ojos inundados por la tristeza, mas se sentía como un niño, un niño inservible que no sabía qué movimiento realizar en el tablero. Un claro pedido de ayuda que no era capaz de comprender, tan débil e insólito, que nadie podía haberlo leído antes que él. Taehyung frunció el ceño, enfadado con el mundo, consigo mismo, el mismo se creía capaz de ayudar a quien sea, siempre iba a prestar su mano en ayuda, pero estaba tan perdido en el profundo negro de auxilio que era incapaz de pensar con claridad y hacer algo contra el mar iracundo.
Con mirada cansada miro por los pasillos atiborrados de gente que pasaba con prisa, hablando con voz potente, dejando el tiempo pasar con alegría sobre sus vidas, todos aquellos que con miradas ciegas, apartaban su atención de los gritos de dolor que se oían en un claro llamado mudo de miradas cristalizadas.
Taehyung se volteo, posando su espalda sobre el frio cristal, cerrando sus ojos mientras apoyaba su cabeza, cruzando los brazos, conteniendo el duro apretón de sus puños contenidos. Relajo su respiración, intentando llevar la calma a la tormenta. Mas sus pensamientos se encontraban en un enfrentamiento sin fin.
Un tímido y leve toque se poso sobre su antebrazo, llamando la atención del castaño, que se irguió rápidamente asustando al contrario que se encontraba a su lado
—me asustaste mocos—dijo Jimin a su lado, mientras posaba na de sus manos sobre su pecho.
—lo siento, Jiminnie
Taehyung se disculpo, mas Jimin pudo admirar la mente perdida del castaño, quien mirando al frente tenía los ojos perdidos en la gran multitud ajena a ellos.
—¿te ocurre algo, Tae?
La pregunta retumbo en sus oídos, como un zumbido fuerte que no supo descifrar, se sentía inmerso en un mundo contrario a este, incapaz de volver a la realidad. Se sentía extraño, perdido.
—Tae, creo que deberíamos a salir a tomar un poco el aire—le dijo Jimin colocándose frente a él, viendo como este se había perdido de nuevo en sus pensamientos.—estas un poco pálido.
—no te preocupes, solo estoy un poco adormilado—explico cómo escusa, mientras le sonreía a su amigo—ayer estuve jugando a un nuevo videojuego y se me paso la hora
—eres un viciado. Como se entere Omma Jin te castra—rio Jimin mientras se apontocaba en la pared, justo al lado del castaño
—Omma Jin no se va a enterar, porque mi amigo mochi no va a decir nada ¿a que si?— dijo Taehyung mientras amoldaba ambas manos sobre las mejillas del mayor, apretándolas, haciendo que este produjera sonidos raros mientras intentaba apartarse inútilmente del agarre del castaño, quien se reía a costa del otro.
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Broken Inocence (Taegi)
FanfictionHabía una razón por la que el pequeño Min yoongi viviera en silencio. Una razón que le quebraba y mancillaba la piel. Para el no había escapatoria. Su inocencia estaba hecha trizas. Lo único que el deseaba era a alguien que juntase los trozos y le d...